Titanic: en Calamuchita aún resuena el nombre del único argentino fallecido, un chico de 17 años
Edgar Andrew murió en el barco más famoso del mundo y sus pertenencias aparecieron en 2000, durante una expedición; su familia lo recuerda en un museo virtual
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Nombrar a Edgar Andrew en el Valle de Calamuchita de Córdoba es referirse a una personalidad que fue reconocida post mortem: fue el único argentino fallecido en el hundimiento del Titanic, en aguas del Océano Atlántico en la madrugada del 15 de abril de 1912 en su viaje inaugural.
Andrew vivió en una estancia cerca de Río Cuarto, pero su familia se radicó en Villa General Belgrano. Allí, Marianne Dick, su sobrina-nieta relata las vivencias que le contaron sus antepasados, con gran emoción, y recuerda cada paso de su tío-abuelo en los días previos al naufragio del entonces barco más grande del mundo.
“Mi abuelita, Ethel, era su hermana, dos hermanos que se llevaban súper bien y se querían muchísimo”, recordó. “Contaba con mucha tristeza que el hermanito había fallecido en el Titanic. Como buena descendiente de ingleses era bastante parca, pero le sacábamos estas historias tan interesantes”, precisó Dick al referirse a su sobre su abuela, quien murió en 1990, a los 101 años.
La familia de Andrew vivía en Estancia El Durazno, propiedad del exgobernador de Córdoba Ambrossio Olmos y a unos 25 kilómetros de Río Cuarto. Como descendientes de ingleses, los ocho hermanos fueron enviados oportunamente a Inglaterra a estudiar, ya que era una tradición. El turno de Edgar llegó a sus 16 años.
Una vez en Gran Bretaña, su hermano mayor, Silvano Alfredo -un ingeniero naval que vivía en Estados Unidos- contó que se casaría con una norteamericana. En este contexto, el joven programó su viaje y compró un ticket para viajar en abril de 1912 en el barco Oceanic. El destino cambió.
Una huelga de trabajadores derivó en que Edgar Andrew se convirtiera en pasajero del Titanic, que pertenecía a la misma empresa. El joven cambió su billete y partió en el barco unos días antes de lo planeado. “Sin poner un peso”, advirtió Dick.
Titanic, la película homónima al barco que se convirtió en una histórica taquilla en 1997 tocó de cerca a la descendiente. “Demoré un poco en ver la película, la verdad que la primera vez me lloré todo, sobre todo porque nos da la impresión de que él se puede haber tirado al agua también”, precisó la sobrina nieta.
“Siendo un chico que acababa de cumplir los 17 años, calculo que puede haber sido algo así. Fue muy fuerte de saber toda esta desgracia de tanta gente que perdió la vida porque el problema es que el agua estaba tan fría”, sostuvo al recordar el film.
Son muchas las historias que se replican en torno al fatídico viaje en el que participó Edgar. “Esta historia quedó mucho tiempo guardada, solamente la supo la familia, solo los cercanos”, contó. Eso se modificó, según Dick, cuando el Titanic se encontró en 1985 y -posteriormente- durante una expedición de David Concannon, en 2000.
“En el fondo del mar encuentran una valija en perfecto estado y es llevada a un instituto de conservación, aunque nadie sabía de quién era ese contenido”, repasó Dick.
Ese mismo año 2000, a la Rural llega una exposición del Titanic. La familia Dick se pone en contacto con el comité organizativo y allí se descubre que la valija pertenecía a Edgar Andrew. “Es increíble cómo se conservó todo, hasta el papel”, dijo la sobrina nieta, y enumeró: “Había una carta de la madre, había postales de Río Cuarto, toallas con su monograma que le había bordado mi abuela, zapatos, pantuflas, un sombrero, tintero. En total, 51 objetos”.
En el sur de Córdoba, la historia llegó hasta las escuelas. El interés de los estudiantes llevó a que se realice de manera virtual una entrevista junto a David Concannon, quien accedió gentilmente y también participó Marianne Dick.
La profesora a cargo del curso, Analía Gozzarino, decidió investigar más del tema y fue así que surgió la elaboración de un museo virtual, donde se repasa vida de Edgar Andrew.
Violet Jessop fue la otra argentina que estuvo a bordo del Titanic, aunque la suerte para la bahiense fue distinta. Se trató de una de las 23 camareras y una de las 712 personas sobrevivientes que se salvaron al embarcar en uno de los botes salvavidas.
Con información de la agencia Télam
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