¿Tipo cebolla o con ropa de montaña?: cómo deberían vestirse los chicos para estar abrigados en el aula
Frente a la ola polar y en salones en los que hay mucha ventilación por el Covid-19, los especialistas recomiendan combinar capas de prendas
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La ola polar se siente como nunca en las escuelas, donde a causa del protocolo del Covid-19, debe asegurarse la circulación de aire dentro de las aulas y las ventanas y puertas deben quedar abiertas. La semana pasada, Sol Peña, de 6 años, alumna de una escuela de Villa Crespo, le dijo a su madre que le costaba escribir, porque le dolían los dedos del frío. Otro día, volvió con dolor de estómago. Por eso, su mamá decidió abrigarla más: medias de nylon, calza, pullover, campera… capa sobre capa bajo el uniforme. Como una cebolla. “El problema es que casi no podía moverse”, dice Clara, la madre de Sol. “Entonces, fui a una casa de ropa para nieve y les pregunté cómo deberían vestirse para no sentir tanto el frío”, cuenta. “Ahora no le pongo tantas cosas, sino las que ya tenía, pero elijo solo las que mantienen el calor del cuerpo. Aparte, la mando con una mantita de polar por si siente frío en las piernas”, completa.
La necesidad de mantener ventilados los ambientes generó algunas confusiones en los colegios y, en estos días, tanto el Ministerio de Educación porteño como la Dirección General de Cultura y Educación bonaerense recordaron las medidas que se deben adoptar. Incluso en la Ciudad alentaron con una nota a los padres para que los chicos lleven mantas a las aulas. Y en la Provincia, apuntaron que si una escuela no tiene calefacción o gas, como ocurre en muchos establecimientos, que las clases sean remotas. Esto generó cierta controversia en el chat de la agrupación Padres Organizados, quienes recordaron que el protocolo establece que solo es necesario la apertura de dos ventanas cruzadas, y que alcanza con abrir unos pocos centímetros. “Las escuelas no tienen que tener las ventanas abiertas todo el tiempo. Se sugiere abrir las ventanas cada 15 o 20 minutos durante un período de entre 2 y 5 minutos. Además, es posible utilizar el sistema de calefacción habitual siempre que haya suministro de aire exterior. Esto es lo que dice el plan jurisdiccional de la Provincia”, señala Joaquín Gardel, coordinador de Padres Organizados de la Provincia de Buenos Aires.
Mario Elmo, miembro de la Sociedad Argentina de Pediatría y vicedecano del departamento de Ciencias de la Salud de la Universidad Nacional de La Matanza, afirma que, para garantizar un ambiente seguro para los chicos, alcanza con abrir 10 o 15 centímetros de dos ventanas cruzadas. “La circulación de aire debe ser a la altura de las cabezas de los chicos. No sirve en este caso abrir ventanas altas, porque no cumple el propósito, ya que las partículas siguen flotando entorno a las personas”, explica. “Pero esto no significa que haya que desatender la calefacción del aula, que debe seguir encendida. Además, los chicos tienen que ir vestidos para resistir el frío y poder moverse. Y los docentes tienen que estar muy atentos a que sus alumnos no estén entrando en hipotermia. Porque si hay menos de 10 grados dentro del aula, el proceso cognitivo es muy difícil, porque el cuerpo entra en modo supervivencia”, explica.
Celeste Celano, jefa del departamento de Pediatría de la Clínica Modelo de Caseros, plantea: “El problema máximo del frío es que, al sentirlo, los chicos no puedan concentrarse y prestar atención. No es que se vayan a enfermar por las bajas temperaturas. Porque en este tiempo más que nunca se demostró que el frío no enferma ni los gérmenes se propagan en el frío, sino en ambientes cerrados. Esto es un aprendizaje que debería quedar para más adelante: ambientes mejor ventilados y con menos concentración de personas se traducen en menos contagios de gripe. Este año tuvimos muy poca bronquiolitis y es por esto”, dice.
El problema, explican los especialistas es que las bajas temperaturas son enemigas del aprendizaje. Y para ello, hay varias cosas por hacer: la vieja modalidad de vestir a los chicos en capas, como cebollas, no es tan efectiva, sino se sabe qué poner arriba y qué abajo. Además, se genera mucho volumen y no se sienten cómodos y no se pueden mover.
“No sirve la cebollita, sino las capas que mantengan la temperatura corporal. Habrá quienes dispongan de ropa térmica para permanecer en el exterior, como la que se usa en la nieve. Pero se puede aplicar la misma lógica para abrigar a los chicos con menos prendas, pero de forma más efectiva”, indica Celano y recomienda vestir a los chicos de la siguiente manera:
- Primer capa: segunda piel con camiseta y calza térmica. Puede ser de algodón más una prenda sintética
- Segunda capa: polar o pullover más prenda aislante, como campera del uniforme u otra
- Tercera capa: una campera de pluma o guata que sea impermeable.
- Como final. Guantes, cuello de polar, y gorrito evitan la pérdida de calor en las horas quietas
- Manta o frazada en la mochila. Para ponerse sobre las piernas en las horas que están muy quietos
La primera capa, aquella que rodea al cuerpo, es ideal que sea térmica. “Hoy existen camisetas y calzas o calzoncillos términos. Una prenda térmica es aquella que tiene ‘felpita’ por dentro y material sintético por fuera. Pero sino se puede reemplazar por una prenda de algodón. Las medias de nylon o lana calientan, pero generan mucha fricción e irritan si se ponen bajo un pantalón”, dice Celano. Si no se tiene prendas térmicas, sobre el algodón, debería ir una sintética que puede ser finita, pero que va a evitar que el calor del cuerpo se escape. Encima puede ponerse una prenda de lana o polar. La ventaja del polar es que no fuga temperatura. En cambio, la lana requerirá encima de una prenda de nylon. La última capa debe ser el abrigo: es decir la campera de guata o plumas. En síntesis, si se dispone de calzas y camisetas térmicas y un polar, esto alcanzará para mantener la temperatura durante las clases. Con la opción de dejarse puesta la campera o sacársela.
“Es bueno que lleven gorritos o cuellitos, buenas medias y guantes sin dedos. Porque al estar quietos, el cuerpo prioriza los órganos vitales para mantener el calor y se enfrían las extremidades”, explica Celano. “Los docentes tienen que estar atentos a lo que les pasa a los chicos. Si ven algún chico distraído o somnoliento, podría ser el frío. Cada 20 minutos, podrían interrumpir y hacerlos hacer algunos movimientos en el lugar, para incrementar el calor que genera el cuerpo. Incluso, permitirles una pequeña ingesta de algo calórico como frutos secos”, apunta Elmo.
“Es fundamental que desayunan antes de ir a clases. Que tomen una bebida caliente y coman algo. Lo ideal sería un poco de avena con leche tibia. Pero lo que les guste está bien. Esto les va a ayudar mucho con el frío. Y llevarse algo para los recreos también es ideal”, agrega Celano.
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