Time Warp: los boliches siguen burlando los controles
A tres meses de la tragedia, no cumplen con muchas de las normas
Un rayo láser de color verde dio aviso al DJ. De inmediato, el cachengue se transformó en un tango remixado, la contraseña para que los bármanes dejaran de vender alcohol. Eran las cinco de la mañana en un pequeño boliche de Palermo y el control municipal había llegado para corroborar que se cumpliese la ley que prohíbe la venta de alcohol en ese horario. “¿Están vendiendo?”, consultó un grupo de chicos a la bartender. “No, pero en un ratito ya abrimos de vuelta”, les respondió. Afuera, los encargados del lugar comentaban entre risas que si cerraban la barra a esa hora, la gente los mataba.
A tres meses de la fiesta electrónica Time Warp, donde cinco jóvenes murieron luego de consumir drogas sintéticas, las normativas que intentan regular la vida nocturna en la ciudad de Buenos Aires siguen presentando fisuras. Aunque algunos dicen que después de la tragedia circula menos droga y hay más controles, en una recorrida LA NACION comprobó que la droga se sigue infiltrando y las regulaciones, burlando. Mientras tanto, el gobierno porteño prepara una ley que aumentará los controles en eventos masivos.
Aunque el proyecto aún se está diseñando, una de las novedades es que esta clase de eventos comenzarían a realizarse únicamente al aire libre.
Y así como la Time Warp fue el impulso para que los funcionarios diseñen hoy una nueva regulación para fiestas masivas, la tragedia de Cromagnon en 2004 generó que se refuercen los controles en los boliches de la ciudad de Buenos Aires. Esos decretos de necesidad y urgencia son los que rigen actualmente. "Para estar en regla, el boliche debe cumplir con una check list. Tienen inspecciones trimestrales", dijeron desde la Agencia Gubernamental de Control (AGC), encargada de habilitar y fiscalizar los locales comerciales. Matafuegos en regla y salidas de emergencia señalizadas son algunos de los requisitos.
Hora límite
Desde 2009, también se prohibió la entrada al boliche después de las 4 de la mañana. Paradójicamente, en ese mismo boliche que vendía alcohol después de las 5 de la mañana, el patrullero que estaba en la puerta se fue del lugar un minuto antes de las 4. Así, la boletería continuó vendiendo entradas luego del horario permitido.
Adentro, el escenario era distinto al que se ve en fiestas o boliches de electrónica, donde muy pocos toman alcohol. "Por lo general, en estos boliches, a los que va gente del interior, no se consumen pastillas", explicó un ex relacionista público de un boliche de Recoleta. "Igual, nosotros teníamos siempre una persona de seguridad en el baño para evitar que la gente consumiese ahí adentro. Hemos sacado gente en muy malas condiciones. Están como idos. Lo que sí suelen fumar en los boliches del interior es marihuana", agregó.
"Y si en una fiesta de estas no te ofrecen pastis...", insinuó un chico de 20 años, en referencia a las pastillas de éxtasis, mientras hacía la fila para ingresar a un conocido boliche de música electrónica, en los bosques de Palermo.
Unos metros más adelante, una chica posaba ante una cámara de seguridad con su documento en la mano. Es la modalidad que adoptaron hace poco tiempo algunos locales bailables para que no ingresen menores.
Sin embargo, algunos admiten que, con DNI prestado por algún mayor de 18 años, se entra igual. "Yo toco en boliches desde los 13 años, ahora tengo 17 y muchas veces hago pasar a mis amigos, entonces no les piden documento", admitió el DJ Juan Bautista, habitué de la noche porteña y que también asistió a la Time Warp.
En este local de música electrónica, dos policías realizaban el cacheo y revisaban las pertenencias de quienes ingresaban. A pesar de la prohibición de fumar, el tabaco pasaba igual.
Ya en la pista, el olor a marihuana se sentía como en cualquier otro lugar bailable. Pero también deambulaban algunos chicos con gafas de sol, cubriendo pupilas dilatadas. Muchos decían haber concurrido a la Time Warp.
Sobreprecio
La botella de agua se vendía a $ 50, diez pesos más cara que en otros boliches, 30 pesos más cara que en un quiosco. "Cuando no hay agua es muy jodido", contaba Matías, estudiante de Física y programador de 29 años, quien admitió que consume éxtasis y marihuana.
La falta de agua en Time Warp, a la que él asistió, fue otro detonante de la noche. "Ahora me traje un porro nada más. Aunque no lo creas hay gente que disfruta de esta música aunque no haya tomado nada", dijo. "Los mismos relacionistas públicos de los boliches te venden pastis si ya los contactaste varias veces por entradas", agregó.
"Después de la Time ya no veo mucha gente vendiendo droga en los boliches", repetían dos amigos. "La gente que sabe drogarse lleva al boliche la droga de su dealer de confianza", agregó Juan Bautista.
"Hasta un cierto horario, los patrulleros hacen la previa en las calles de alrededor", dijeron fuentes de la Policía Federal, que se encarga de controlar la droga en la ciudad. El objetivo será divisar a algún dealer vendiendo. "La policía está habilitada para ingresar a la parte pública: la pista, los baños. No puede ingresar a la barra, adonde se cuenta la plata, o a la habitación del encargado. Todo lo que sea privado requiere orden de requisa. Si ven a alguien en el boliche vendiendo se lo detiene. Pero no es fácil advertirlo. En algunos casos se trabaja con canes detectores y con escáner para revisar mochilas. En los eventos masivos es lo mismo", agregaron.
A pesar de estos controles, varios habitués del boliche coincidieron en que los patovicas o encargados siempre saben quiénes son los "transas". "Si te quedás un rato parado en la pista, seguramente se te acercará alguien a ofrecerte", decían.
En otro boliche cercano a la avenida Scalabrini Ortiz, el amontonamiento era tal que la única forma de moverse era empujando a los demás. La norma que contempla un metro cuadrado cada dos personas era ostensiblemente incumplida.
Los números de la causa
5
Jóvenes muertos
Andrés Valdez, Bruno Boni, Francisco Bertotti, Martín Bazzano y Nicolás Becerra
6
Acusados
Víctor Stinfale, Adrián Conci, Maximiliano Ávila, Carlos Garat, Carlos Nicodemo Penise y Martín Gontad