Tiene 50 años, vive en Inglaterra, corrió de casualidad la maratón del desierto en Pinamar (descalza) y la ganó
Valeria Sesto vive hace 22 años en Inglaterra, con su esposo, y tiene dos hijos; vino a San Isidro a pasar las fiestas y agarró un colectivo que la llevó a cumplir uno de sus sueños
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Valeria Sesto tiene 50 años y es una deportista de élite. Compitió en varios mundiales representando a la Argentina, aunque hace 22 años que vive en un pequeño pueblo de Inglaterra, hasta el que llegó casi por azar. Valeria es de San Isidro. Hacía tres años que no volvía al país por la pandemia. Pero este verano regresó a la casa de sus padres en la zona norte de la provincia de Buenos Aires. Siempre quiso correr la maratón del desierto, en Pinamar, que se hace entre las dunas, donde hay que trepar y correr, al amanecer, con el ruido del mar de fondo y los médanos que te hacen olvidar que ahí cerquita, nomás, está la civilización. Pero nunca pudo. “Nos volvíamos siempre antes”, contó a LA NACION Valeria, que esta vez cambió de opinión y le preguntó a sus padres si la podían llevar. Pero no podían. No conseguía pasajes por internet, las tarjetas de crédito de Inglaterra no le funcionaban. Se había anotado, sin mayores esperanzas de llegar, porque no tenía como. En el intento de conseguir un medio de transporte se puso a pensar que no se había preparado. Que si, por una de esas casualidades llegaba a Pinamar a tiempo, no estaba en estado. Pero no se amilanó. A último momento agarró un colectivo a la medianoche en San Isidro con rumbo a la costa para los 10 kilómetros sobre la arena. “La corrí descalza”, acota. Y la ganó. Tardó 58 minutos en sortear las dunas y correr sobre la arena, en dirección a Costa Esmeralda. “La terminás de correr y el silencio que hay…realmente recomiendo correr esta carrera”, dice. Participaron más de 800 personas en la competencia.
Valeria tiene el récord nacional de 50 y 100 kilómetros femenino de la Argentina. Corrió en el mundial de Qatar, en la competencia de ultra distancia en Croacia (hizo los 100 kilómetros en poco más de 8 horas) y también hizo la carrera del desierto de Gobi, en la frontera entre China y Mongolia. “Ese desierto y esta carrera de las dudas se parecían bastante”, afirma.
Sesto vive junto a su marido y sus hijos en Lymington, una ciudad portuaria en el sur del Reino Unido. Allí entrena a otros deportistas y además hizo amigos con los que sale a nadar en aguas abiertas, haga calor o frío extremo.
Cuando viene a la Argentina tiene mucho para extrañar de Lymington. Cuando vuelve al Reino Unido, extraña otras cosas del país en que nació: las amistades de su infancia y adolescencia, es una de las cosas que echa de menos. “Son amigas que no importa la distancia, no importa la circunstancia, tenés una confianza que no tenés con otras personas”, explica. Dice, además, que no es tan pesimista con la Argentina como las personas que conoce que viven en el país. “Me fui a vivir a Inglaterra porque organizaba eventos, y en una regata, conocí a mi marido, que era navegante. Hoy, mi hija vive en el sur de Francia y mi hijo también navega a nivel profesional”, cuenta. Hay algo ahí en el agua, en el océano, que la separa de la Argentina, que le sirvió de escenario para conocer a quien sería su esposo, que uno de sus hijos también ama y que, cuando corrió en Pinamar, estaba ahí, de fondo.
Y hay algo también en ese sentimiento compartido, ese extrañar a los dos lados de la orilla, que tal vez simbólicamente en una carrera, en Inglaterra, se unió por primera vez. “Yo represento a la Argentina en cualquier país que corra. En Inglaterra no podía representar a los dos, si bien tengo la ciudadanía. Pero cuando llegué a la meta me dieron la bandera argentina y la inglesa. Fue un lindo gesto”, dijo. Tras su paso por Pinamar, con la medalla colgando, Valeria se volvió a Inglaterra.
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