Testigo. Es argentina, vive en Israel y relata el ataque de Hamas: “Quemaron casas para que la gente saliera, luego les dispararon”
Con su esposo y su beba de tres meses, Denise Dreszman debió escapar hacia el sur de ese país para evitar situaciones de peligro; “estamos todos en estado de alerta”, dice la joven
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Denise Dreszman tiene 29 años, es argentina y vive en Jolón, en el centro de Israel. Desde el ataque de Hamas del sábado pasado, dice, las sirenas que alertaban de posibles ataques con misiles sonaron una y otra vez en esta ciudad del distrito de Tel Aviv. Por eso, decidió mudarse junto a su marido, que es israelí, y su hija de tres meses, a Eilat, en el extremo sur del país. Allí empezaron a llegar algunos de los sobrevivientes, y con ellos, sus historias, todas trágicas, difíciles de procesar.
Uno de los ataques de Hamas se centró en un festival de música electrónica cerca de la frontera con Gaza, donde las autoridades israelíes encontraron 260 fallecidos. Los que pudieron escapar, describe Dreszman, se escondieron durante horas en pozos o arriba de arbustos. “Una chica contó que se hacían los muertos para que no les dispararan. Mientras simulaban, desplomados en el suelo, escuchaban a los terroristas correr cerca suyo y los disparos alrededor”, relata. Ella, que vive en Israel desde 2002, es profesora de gimnasia y su marido es propietario de un restaurante. Allí, él trabaja con ciudadanos árabes. La enorme mayoría de ellos y de judíos, describe, trabajan y conviven juntos, sin ningún tipo de problema.
Hasta ahora el ataque que tuvo como principal objetivo a la población civil dejó casi 1000 muertos y más del triple de heridos. Además, si bien aún las cifras no logran ser del todo precisas, estiman que hay alrededor de 100 civiles y soldados secuestrados que fueron llevados a escondites del grupo terrorista en la Franja de Gaza. La angustia crece a cada minuto. Ahora Hamas amenaza con matar a un civil israelí por cada nuevo ataque contra el territorio que ellos dominan.
“En el lugar donde vivimos ahora hay familias que no saben nada de sus seres queridos. No saben si están secuestrados o muertos, pero los días pasan y no aparecen”, cuenta Dreszman.
Lo inusual del ataque fue la invasión por tierra y aire de los terroristas. Los miembros del grupo Hamas rompieron con explosivos y excavadoras la barrera que separa ambos territorios y, además de atacar el festival de música electrónica, avanzaron hacia la zona urbanizada donde hay miles de familias viviendo. Hasta el momento, describe Dreszman, hay atacantes escondidos en la zona.
“Los terroristas entraron a casas y edificios. Se llevaron familias enteras. Hubo una argentina que estaba con su marido y sus dos hijos que se tuvieron que encerrar en el refugio antibombas para no ser secuestrados. Los miembros de Hamas intentaban ingresar, pero, como los refugios son reforzados, no lo lograron. En algunos casos quemaron casas para obligar a la gente a salir y luego les disparaban, una masacre. Hoy la gente está buscando a sus familiares en los videos que circulan en redes sociales, incluso en los videos de Hamas se fijan a ver si ven el rostro de su familiar. La situación es muy angustiante”, señala Dreszman.
El hecho de que los ataques sorprendieran a las fuerzas de seguridad israelíes convierte al episodio en uno de los peores fallos de los servicios de inteligencia en la historia del país, una conmoción en una nación orgullosa de su intensa infiltración y vigilancia de los grupos terroristas.
El ataque también fue visto como una reedición de lo que ocurrió el 6 de octubre de 1973 —hace exactamente 50 años— en la guerra de Yom Kippur, cuando los egipcios del sur y los sirios del norte irrumpieron sin previo aviso, arrojando al país al caos debido a la total falta de preparación de las fuerzas de defensa.
“Agarraban rehenes, salían de Israel y volvían a entrar. No sabemos si hubo una falla en las cámaras o qué, pero es increíble que hayan podido hacer eso. En algún momento se va a tener que investigar, pero ahora tenemos que estar unidos”, afirma Dreszman.
Israel atraviesa un momento de profunda división política. El gobierno de Benjamin Netanyahu impulsa una reforma del poder de la Corte Suprema con el apoyo de su coalición ultraortodoxa y nacionalista. Mientras que del otro lado, los israelíes que pretenden una democracia con equilibrio entre los poderes, se oponen férreamente.
El conflicto interno generó muchas huelgas y cortocircuitos, incluso dentro del ejército, donde buena parte de los reservistas no comulgan con las posturas de los ultraortodoxos judíos. Muchos analistas señalan que esta circunstancia fue aprovechada por sus enemigos para perpetrar el ataque. Sin embargo, la tradición de defender su país hace que frente a una amenaza de estas características los israelíes se vuelvan a unir.
“Convocaron a cerca de 300.000 reservistas. Están llegando soldados desde todos los rincones del mundo. Conozco gente que está viniendo desde Estados Unidos. Acá la gente le lleva comida y ropa a los soldados, todo el pueblo está a disposición. Este es un país muy unido y se va a defender a Israel hasta que esto termine. Por el momento acá los colegios están cerrados, la gente no está yendo a trabajar, estamos todos en estado de alerta y colaborando en todo lo que podemos”, concluye Dreszman.
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