Testear, identificar, aislar, medir e iterar: acciones clave antes de la vacuna
No soy médico. Solo me apasionan las matemáticas. De lo que he aprendido en estos días sobre la contención del coronavirus, mientras no aparezca la vacuna, encuentro que hay cuatro acciones que resultan claves: testear, identificar, aislar y medir. Luego iterar.
En el debate entre la sanidad y la economía resulta evidente que hay que poner por encima la salud como bien dice el presidente Alberto Fernández. Pero, en algún punto, restringir donde no hay riesgos puede ser ineficiente. Claro que, ante la duda, más vale no tomar riesgos cuando se trata de la vida de las personas. Pero, ¿hasta qué punto la pandemia económica no va a afectar la salud en el mediano y largo plazo? Es ahí donde cobra más valor profundizar en las cuatro acciones mencionadas, en la búsqueda del equilibrio. Aún minimizando la cantidad de víctimas fatales, si es a costa de un daño económico extremo, es posible que se pueda traducir en otras causas de víctimas mortales. Además, cuánto más rápido se controle la pandemia, antes se recuperará la economía. Este es el arte al cual se refirió días pasados el ministro de salud porteño Fernán Quirós en el programa "Mirá lo que te digo", conducido por Luis Majul, que se emite por LN+.
Veamos entonces qué significa cada una de las cuatro acciones clave mencionadas una por una:
- Es evidente que los dispositivos para testear son escasos o caros, que es la otra cara de la escasez. Sin embargo, cuántos más testeos podamos hacer, mejor van a resultar las otras tres acciones: la identificación, la estrategia de aislamiento y la precisión de las mediciones. Todo empieza por los tests, sin el correcto número de tests es muy difícil combatir una pandemia para la cual no existe una vacuna. Para ser aún más preciso y para tratar de encontrar el equilibrio económico, deberíamos medir la tasa de positividad de los tests, es decir cuántos tests resultan positivos sobre el total de tests realizados. Por debajo de determinado porcentaje, según la OMS el 10% en este caso, podría no ser tan necesario aumentar el número de tests porque se hace económicamente ineficiente. Dicho de otra manera, si la tasa de positividad no excede el 10%, la cantidad de testeos resulta adecuada. Dicho de otra manera, si el 90% de los tests dan positivos, es evidente que hay muchos enfermos que no se están testeando. El 6 de abril último el Ministerio de Salud de la Nación publicó un índice de positividad del 16,29%. Para llegar a ese 10% o menos de positividad lo antes posible, habrá que encontrar el punto justo y no testear a los casos que además de no presentar síntomas no hayan tenido la oportunidad de contraer el virus y por el contrario cualquier persona que o bien presenta síntomas o entra a un lugar confinado (país, provincia, pueblo, oficina, hogar) que no tenga infectados viniendo de un lugar con presencia de infectados, debería ser testeado y actuar en consecuencia.
- Un vez alcanzado el nivel de testeos mencionados, resultaría muy útil identificar claramente a los infectados y a los recuperados, esto facilitaría enormemente la tercera acción: el proceso de aislamiento. Mientras que los primeros deberían estar rigurosamente aislados, los segundos podrían circular libremente sin riesgo de contagiar o ser contagiados. Si además podemos adoptar algún elemento visible que identifique a esas personas, mucho mejor. En este sentido los adultos mayores deberían ser identificados como si estuvieran infectados aunque no hayan sido testeados, salvo que se hayan recuperado.
- La tarea de aislamiento es la más compleja y requiere mucha organización, coordinación, compromiso y responsabilidad. Los testeos y la identificación ayudarán a organizar el aislamiento. Las medidas de aislamiento van desde el cierre de fronteras, nacionales, provinciales, barriales, de poblaciones, las propias viviendas, hasta el distanciamiento social o el uso de mascarillas y otro tipo de protecciones. En función de la correcta identificación de las personas infectadas y recuperadas, se puede optimizar el aislamiento para, sin correr riesgos innecesarios, poder permitir la circulación en donde los riesgos de contagio sean nulos o mínimos. Ya lo dijo el presidente, si un pueblo entero está totalmente aislado y no hay infectados, qué sentido tiene prohibirles la circulación dentro de los límites del pueblo. Es igual que en nuestras casas.
- Finalmente debemos poder medir si las acciones que se están tomando ayudan a restringir el contagio. Para poder confiar en estas mediciones, como ya lo dijimos, es clave maximizar los testeos. En los últimos días tanto el presidente de la Nación como el ministro de salud de la ciudad de Buenos Aires destacaron como una medida clave de la evolución de la pandemia, la cantidad de días en que tarda en duplicarse la cantidad de infectados. A mayor cantidad de días más controlada estará la propagación del virus. Dado que, si en promedio una persona es capaz de contagiar a otras 2 en el plazo de una determinada cantidad de días y estas 2, a su vez contagiarán a otras 2 en el mismo plazo; podemos decir que en la medida que dicho ratio de contagio sea mayor que 1, el crecimiento de casos será exponencial y "mucho más exponencial" en la medida de que el ratio crece y el número de días en que se producen los contagios disminuye. Si queremos calcular, como proponen Alberto Fernández y Fernán Quirós, cuántos días tarda en duplicarse la cantidad de infectados, debemos aplicar la siguiente fórmula matemática: logaritmo de 2 con base t, donde t es la tasa de crecimiento diario del número de infectados. Claro que no es la única medición y habrá que complementarla adecuadamente, pero según parece, una de la más importantes.
- Y no nos olvidemos de iterar y ajustar todas las veces que sea necesario. Si hacemos este ejercicio organizadamente, en los volúmenes adecuados y en forma persistente puede resultar caro en el corto plazo pero creo que va a lograr menos aislamiento en donde no haya riesgos, menos acumulación de contagios y una más rápida salida de la crisis sanitaria y económica.
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