Tesoros de la Ciudad que pocos aprecian
Muchas de las estatuas en plazas y parques porteños son desconocidas para la mayoría o el apuro diario hace que pasen inadvertidas
Permanecen "ocultas" a pesar de estar al aire libre porque los transeúntes, de tanto pasar delante o cerca de ellas, ya no las ven. Están en muchos parques y plazas de la ciudad de Buenos Aires, son esculturas de gran belleza, muchas de ellas muy originales y desconocidas para las mayorías.
La Caperucita del legendario cuento de Perrault en los bosques de Palermo, un Sarmiento esculpido por el mismísimo Rodin, una extraña estatua de Eva Perón que la muestra de cuerpo entero en el predio de la Biblioteca Nacional y los bailarines del Teatro Colón muertos en un accidente aéreo eternizados en bronce frente al Palacio de Tribunales son sólo algunas de ellas.
"Buenos Aires es considerada un museo al aire libre por el patrimonio escultórico que tiene en sus espacios públicos", dijo a LA NACION Roxana Di Bello, profesora de historia y, hasta diciembre último, miembro de la comisión evaluadora de obras de arte del espacio público de la Legislatura porteña.
Desde hace unos quince días la tierna Caperucita, que está a pocos metros de la tradicional calesita de plaza Sicilia, en el parque Tres de Febrero, luce su vestido y capellina de color rojo. "Algún fanático no debe de haber tolerado el blanco brillante con el que quedó después de su última restauración, en octubre de 2010, y cometió el delito de darle unas pinceladas con pintura al agua", dijo un joven que habitualmente hace gimnasia en la plaza de enfrente.
El conjunto realizado por el escultor francés Jean Carlus -además de la niña hay un lobo que se asoma por detrás de lo que parece ser un arbusto- está desde 1972 en la avenida Sarmiento, cerca de Libertador. Antes había estado en el barrio de Belgrano y en la plaza Lavalle.
A pocos metros de Caperucita, en la esquina de Libertador y Sarmiento, una figura de Domingo Faustino Sarmiento realizada nada menos que por Augusto Rodin y colocada en una alta base, corre el riesgo de pasar inadvertida. Cruzando Libertador, lo mismo pasa con un hombre de raza negra esculpido en bronce que grita en silencio su profundo dolor desde detrás de la casa donde funcionaron dependencias del gobierno porteño. La esclavitud , del escultor argentino Francisco Cafferata, denuncia ese sistema, que rigió también en nuestro país.
Siguiendo por Libertador hacia Retiro, en el predio de la Biblioteca Nacional, un monumento de Ricardo Gianetti rinde homenaje a Eva Duarte de Perón desde 1999. "Muchos visitan la tumba de Evita en la Recoleta y pasan delante de esta escultura sin saber que es ella", dijo Di Bello. Según Néstor Zakim, asesor de la Dirección de Patrimonio Histórico de la Ciudad, "al menos en la Capital, es la única escultura de cuerpo entero de Evita". Algunos dicen que es la única en el país; lo habitual es el busto.
De la duda al beso
Pero no todas las estatuas rinden honor a un héroe o una heroína. Otras representan situaciones comunes a la condición humana. Es el caso de La duda , de Charles Henri Joseph Cordier, ubicada en la plaza San Martín. Los rasgos y gestos de un anciano pierden dramaticidad por la rotura de la mano con la que el personaje enfatiza sus dichos para persuadir a un joven. Los dedos ya no tienen mármol, sino sólo su estructura de hierro.
En tanto, en la plaza Lavalle, dos bailarines clásicos de bronce no son sólo un homenaje al ballet, sino que tienen nombre y apellido. Representan a Norma Fontenla y José Neglia, fallecidos en un accidente aéreo en el Río de la Plata, en 1971. La obra fue realizada por Carlos de la Cárcova un año después.
El esfuerzo y el gozo del trabajo cotidiano están representados en un monumento que acompaña el paso de los automóviles en las avenidas Paseo Colón e Independencia. Protegido con rejas, Canto al trabajo, de Rogelio Yrurtia, también sirve de refugio para un sin techo que por estos días vive allí. Los Galgos rusos , la escultura realizada en bronce, en la plaza Monseñor De Andrea - avenida Córdoba y Jean Jaurés-, bien pueden pasar, para un peatón distraído, como perros reales dentro de un canil.
En cambio, dos mujeres tomadas de la mano y sentadas sobre un globo terráqueo que se besan en la boca en medio del bulevar de Dorrego, entre Leopoldo Lugones y Figueroa Alcorta, pueden escandalizar a más de uno. Son parte del monumento donado por Suiza a la Argentina para el centenario de la Revolución de Mayo. En el parque Centenario, la figura de otra mujer despertando al día, La aurora , de Peynot, recibe desde 1980 a los que pasean cerca del lago. Dicen que es una las estatuas más nómades de la ciudad, porque estuvo antes en la plaza Rodríguez Peña y en los parques Rivadavia y Chacabuco.
La lista de joyas escultóricas que se exhiben en forma permanente frente a todos es, por supuesto, más extensa. Estará en cada peatón atento completarla a medida que recorra la ciudad.
Estas son algunas de las esculturas o estatuas que adornan la Ciudad y no siempre se repara en ellas
Para descubrir o volver a admirar
Sarmiento de Rodin
Obra de Rodin, en Libertador y Sarmiento. La estatua parece participar de un imaginario "diálogo político" con Rosas y Urquiza, que están cerca de allí.
La esclavitud
También se encuentra en el Parque Tres de Febrero. Su autor fue el escultor argentino Francisco Cafferata.
Evita
Es la única que la muestra de cuerpo entero en la Ciudad. Está en el predio de la Biblioteca Nacional e integra un conjunto escultórico.
La duda
En la plaza San Martín. El mármol de la mano derecha de la figura del hombre mayor se encuentra rota.
Homenaje al ballet
Norma Fontenla y José Neglia, fallecidos trágicamente en 1971, continúan su baile eterno en la Plaza Lavalle.
Galgos rusos
Hecha en bronce, está en la plaza Monseñor De Andrea, en la esquina de avenida Córdoba y Ecuador.