“Termina el padecimiento del paciente”: la innovadora técnica con cuero cabelludo para la cicatrización de úlceras crónicas
Un equipo especializado en heridas del Servicio de Dermatología del Hospital Italiano adecuó el injerto de folículos pilosos, en lugar de piel; el procedimiento es ambulatorio y sin suturas
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Con diminutos cilindros del cuero cabelludo, un equipo de dermatólogos utiliza folículos pilosos para cerrar úlceras en otras partes del cuerpo cuando esas heridas no responden al tratamiento convencional. Los injertos estimulan la formación de la última capa de la piel a través de las mismas células madre que intervienen en la regeneración del pelo.
Para el grupo especializado en el manejo de heridas del Hospital Italiano, que lleva 60 pacientes tratados desde 2019, es “un verdadero avance en los métodos disponibles para la cicatrización de heridas que demostró ser efectiva en personas con lesiones complejas y difíciles de tratar”. La consideran “una solución” para tratar úlceras crónicas, como las venosas, arteriales, por presión y pie diabético, que demoran en cerrarse.
“Los pacientes llegan en general después de haber intentado otros tratamientos, que fallaron. En el hospital trabajamos con un abordaje integral en la cicatrización de heridas, y con esta técnica de injerto logramos que la úlcera cierre y termine el padecimiento del paciente”, explicó Anahí Belatti, jefa de la Sección Heridas del Servicio de Dermatología del Italiano.
Hasta hace cinco años, con su equipo utilizaban injertos a partir de cilindros de 4 milímetros (mm) de piel del muslo del paciente que trasladaban a la úlcera a tratar. Los resultados eran buenos, según repasó Belatti, pero eso dejaba pequeñas lesiones nuevas en el lugar de la extracción. “Era complejo porque quedaba otra úlcera y estos pacientes, que suelen ser mayores, temen a sentir más dolor, tener una infección o ingresar a un quirófano. Suturábamos todos esos orificios pequeños y, en definitiva, se sumaba otra curación. Era más tedioso”, refirió la médica.
Con las investigaciones sobre la potencialidad de los folículos pilosos para tratar este tipo de lesiones en la piel, modificaron la técnica que venían utilizando: reemplazaron los cilindros de 4 mm de diámetro obtenidos de la piel del muslo por otros de 2 mm del cuero cabelludo. La cantidad depende del tamaño de la úlcera a tratar: están aplicando entre dos y cuatro por cm2 de la úlcera. Sin suturas, orificios diminutos quedan ocultos con el pelo del paciente y los tiempos de cicatrización del cuero cabelludo son más rápidos “con solo aplicar alcohol”, explicó Belatti.
El procedimiento, a cargo de dermatólogos con habilidades quirúrgicas, dura alrededor de una hora y es ambulatorio. Se aplica anestesia local en el cuero cabelludo, se extraen los cilindros y se colocan en solución fisiológica hasta sembrar la herida.
“Es un procedimiento mínimamente invasivo. No demanda tanto tiempo, ni es doloroso para el paciente, pero la técnica es muy laboriosa. Llega al momento del injerto en condiciones óptimas, lo que en general demanda un mes o mes y medio: tiene que tener una irrigación acorde, sin edema y el lecho [de la úlcera] tiene que estar en la fase final para la cicatrización. Nuestra ventaja es que lo hacemos dentro de una sección del hospital donde se hace un manejo integral de las lesiones”, detalló Belatti.
Eso comienza con el diagnóstico de la causa de la úlcera: si es venosa, por presión, traumática, etcétera, para mejorar el lugar a tratar con especialistas de otras áreas si es necesario. En general, ese paso anterior a la intervención demanda un mes o mes y medio. La mayor cantidad de pacientes tratados en los últimos años tenían úlceras venosas.
“Si no vemos que hay una evolución con la cura húmeda (sobre la herida), ofrecemos el injerto. Las células madre estimulan la epitelización y aceleran los tiempos; son células nuevas en el sitio, donde se diferencian a queratinocitos (células cutáneas) –agregó la dermatóloga–. Hay estudios que ya hablan del valor de otras sustancias del folículo piloso en la cicatrización. Lo que buscamos es formar la epidermis: llenar por completo la herida al colocar los folículos pilosos en un lecho fértil. En general, en tres meses estamos viendo un buen resultado en el cierre de la herida”.
A las tres semanas del procedimiento, empiezan los controles y se hace la primera curación. En algunos casos crece pelo de cinco o dos centímetros, mientras que en otros, casi nada. “Normalmente, nuestros pacientes perdieron el vello natural de la piel por alteraciones de la microvasculatura –respondió Belatti–. Al cambiar de lugar el tejido del cuero cabelludo, se tendría que transformar en vello en teoría. Lo que vemos es que crece pelo y, aunque aún no podemos dar una definición concreta al respecto, podemos decir que no afecta la estética. Los pacientes no lo ven como algo negativo de la técnica porque la úlcera era una situación de vida tan adversa que tener esos pelitos que aparecen, sueltos, no los afecta”.
El año pasado, publicaron el detalle de la técnica en la revista de la Sociedad Brasileña de Dermatología. Ahora, están terminando de evaluar los resultados de los 60 casos tratados. El equipo está integrado también por Eugenia Pérez Cortiñas, Florencia Bertarini, Virginia Pombo, Virginia Campoy, Noelia Capellato, Damián Ferrario y María Echeverría. Luis Mazzuoccolo es el jefe del Servicio de Dermatología del Italiano.
“Entre el 70% y el 80% de las heridas se cerraron satisfactoriamente en un plazo de tres meses, sin complicaciones significativas. Ninguno de los pacientes necesitó internación ni cuidados de alta complejidad. Tampoco aparecieron nuevas úlceras en la zona de los injertos”, anticipó Belatti sobre nuevos datos a publicar.
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