Tercer vuelo de repatriados. “No temía por mí, sino por mi hijo”, el crudo relato de una joven que volvió de Israel
La angustia y la emoción se mezclaron hoy en Ezeiza entre quienes esperaban la llegada de sus familiares y amigos y quienes regresaba en un vuelo especial de Aerolíneas Argentinas
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El tercer vuelo de Aerolíneas Argentinas con repatriados evacuados de Israel por la guerra en Medio Oriente llegó hoy a las 15.49 al aeropuerto de Ezeiza. Así, 229 argentinos más retornaron a sus hogares. Con este tercer contingente, son 725 los argentinos que pudieron regresar en una semana, trasladados por el Gobierno.
Los argentinos viajaron de Tel Aviv a Roma en un Hércules C-130 y en un Boeing 737 de la Fuerza Aérea Argentina. Luego, desde la capital italiana, tomaron un vuelo especial de Aerolíneas Argentinas con destino a Ezeiza. Entre quienes integraron este tercer contingente, algunas personas residían en Israel, otras habían ido a estudiar y otras estaban haciendo allí turismo. Las tareas de repatriación fueron coordinadas entre la Cancillería, el Ministerio de Defensa y la empresa estatal de aviación.
Según explicaron desde Cancillería, en esta oportunidad, regresaron también 14 oficiales de la Fuerza Aérea, porque “por reglamento, vuelve una tripulación de los aviones que estuvo haciendo el puente aéreo de Tel Aviv a Roma”.
Además, explicaron que ya son 790 los argentinos evacuados por medio del puente aéreo. Aún no hay una fecha estipulada para el cuarto vuelo, pero se estima que será la semana que viene. Por el momento no hay más argentinos registrados para regresar al país. “A muchos nos está costando localizarlos para llenar los vuelos. Algunos decidieron quedarse una vez que Israel garantizó la seguridad de todo el país”, detallaron desde la Cancillería.
“Fueron dos semanas en las que no viví. Mi hija me mandó un mensaje y me dijo: ‘Mamá estamos bien’. Al principio no entendía nada hasta que prendí la televisión y vi todo lo que estaba pasando. No me pude ni levantar de la cama por la angustia que sentí. Fueron dos semanas en las que no viví”, expresó Laiz, una madre que espera a su hija, Iara de 26 años, quien vive en Tel Aviv.
Su hija iba a ir a la fiesta en la que irrumpió violentamete el grupo terrorista, pero luego desistió porque estaba muy cansada. Ahora su madre espera entre lágrimas para abrazarla y saber cuál fue el motivo por cual regresó ya que en distintas oportunidades la joven le había expresado que quería quedarse en Israel.
“Las noticias eran muy crudas”
“Estamos contentos de estar en casa de vuelta, pero muy tristes porque tuvimos que dejar toda nuestra vida allá y todavía tenemos muchos amigos y familiares que están en Israel, con la esperanza de que esto termine”, expresó un joven al llegar esta tarde a Ezeiza.
Miguel Villalba, de 33 años, y su esposa se habían ido hace nueve meses a estudiar y trabajar a Jerusalén. El sábado le avisó a su familia sobre el ataque y en un principio todo fue pánico, hasta que los tranquilizó cuando les explicó que donde ellos vivían la situación estaba controlada. “Me angustié al ver las noticias porque eran muy crudas, también toda la familia los llenaba de mensajes preguntándoles cómo estaban y eso también les hacía mal. Ellos tienen sus planes allá y su vida”, aseguró Natalia, su hermana, que lo esperaba emocionada.
Una joven de 27 años que sostenía a su hijo en brazos, y mantuvo su nombre en reserva, contó que fueron las dos semanas más horribles de su vida: “Creo que fue lo peor que me tocó vivír, pero no temía por mí, sino por mi hijo. Ver que habían matado a cientos de bebés, que habían secuestrado a niños me hizo muy mal”, confesó la mujer que vive hace más de 4 años en Tel Aviv.
Gabriela y Carina son amigas desde hace años, juntas esperaban a sus familiares en Ezeiza y se mostraban muy doloridas por la situación y las ganas de abrazar a sus seres queridos. “Estoy esperando a mi hija Sheila, mis nietos y mi yerno”, dijo Gabriela. El mayor tiene 5 años, el del medio 3 y la más chiquita, 10 meses. Su hija se fue a Israel unos meses antes de la pandemia por el coronavirus. Están viviendo en el norte, en un kibutz en Alonim. “Ellos estaban en una zona bastante tranquila. Un par de veces sonaron las sirenas y tuvieron que ir a los refugios”, contó.
Sin embargo, la angustia de su hija fue principalmente por el temor de que le pase algo a sus hijos. “Ella dice que si hubiera estado sola se hubiera quedado, pero tenía mucho miedo por los chicos”, destacó su madre.
“Me desperté y tenía un mensaje de mi hija que decía: ‘Mami, estamos bien. Estamos literalmente en guerra. Seguro te van a empezar a llegar muchas noticias. Nosotros estamos bien”, recordó la mujer aún con angustia, a la que calificó de “desesperante”.
Carina, muy emocionada por la situación, relató: “Mi hija, que vivía en Ashkelon se comunicó conmigo por videollamada, porque sabía que iba a empezar a escuchar cosas. En esa llamada me aseguró que estaba bien, pero que estaba en la casa de una vecina encerrada, que no podían salir y que se habían quedado sin luz porque habían mandado más de 5.000 misiles en el término de una hora y media a las 6.30 de la mañana”.
“Había terroristas por las calles”
Su hija, Naiara, le contó que había terroristas por las calles, que no sabían bien qué era lo que estaba pasando, pero le pidió que se quedara tranquila. La joven logró resguardarse en la casa de sus primos, que viven más cerca del centro de Isarel. “No podía vivir permanentemente escondiéndose, sonaban las sirenas y ella no sabía si había terroristas, si ya se habían ido, si los habían matado. No sabían nada”, contó y describió: “Fueron días de mucha angustia, de mucho miedo. Pero también tuvo sus momentos en los que estaba tranquila y podía trabajar desde la casa”.
Débora tiene 34 años, pero para su madre sigue siendo una nena, hoy más que nunca. Silvina esperaba a su hija junto con su esposo y su otra hija: “Hemos vivido un momento de mucha angustia. Ya queremos que llegue”, aseguraron a coro.
Sin embargo, temen por la salud mental de su hija, ya que se estaba muy abrumada. “Se le vino el mundo abajo como a todos. No se puede seguir viviendo de esta manera”, lamentó Sergio, su padre. “Ella vive en Tel Aviv hace tres años, estudia, trabaja y vive sola. Tiene una vida que ama”, describió su madre.
La familia asegura haber vivido momentos de mucha desesperación y particularmente recuerdan uno: “Estaba hablando con ella y comenzó a sonar una sirena. Ahí empezó la desesperación porque se escucharon gritos, todos empezaron a correr a los refugios. Como padre es muy feo tener que escuchar esa situación por teléfono, a tantos kilómetros de distancia”, dijo Sergio.
Verónica esperaba a su hija Raffaela Nahmoud, de 15 años, que había viajado a Israel a estudiar hace seis semanas. “Pasó de estar muy contenta, con su plan de terminar el colegio allá, al horror que estamos viendo todos”, lamentó.
“Eran las 6 cuando comenzó a escuchar los gritos de alguien. Ella casi no entendía el idioma y así empezó todo esto”, graficó el momento del ataque terrorista del 7 de octubre.
Según contó su madre, la joven sentía miedo, pero también mucha unión por parte de los alumnos del colegio donde estaba y de los profesores. “Ella está convencida de que en cinco o seis semanas esto termina y ella vuelve”, aseguró Verónica.
Mabel también esperaba con ansias a su amiga, pero al mismo tiempo sentía dolor por la situación que atraviesa Israel. Su amiga de 72 años fue a visitar a su hijo, quien reside allí hace bastante tiempo. El ataque de Hamas sucedió apenas a los 15 días que la llegada de Mabel a Israel. La señora aseguró que sintió mucho miedo y bronca tras enterarse de que el grupo terrorista había ingresado a Israel. “Más allá de la situación de mi amiga, es muy feo ver que estamos viviendo otra vez estos hechos que están escritos en los libros de historia”.
“Mi amiga también sintió angustia y miedo, principalmente porque su hijo se queda a vivir allá, no quiere volver. Quiere quedarse a ayudar a los civiles que necesitan algún tipo de ayuda, como personas con discapacidades y mayores”, explicó.
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