Terapia con plasma de convaleciente: la experiencia argentina de 1967 aún vigente
El mundo está enfrentando una severa pandemia de muy rápida diseminación causada por un coronavirus emergente, nuevo patógeno humano denominado SARS-COV2.
Paralelamente al desarrollo de la pandemia se están llevando a cabo un gran número de investigaciones, principalmente enfocadas hacia la prevención y tratamiento de la enfermedad, pero los resultados de las mismas en algunos casos han dado negativos y en otros están pendientes sus conclusiones. Históricamente se llevaron a cabo tratamientos con anticuerpos neutralizantes de plasma de convaleciente en diversas enfermedades virales, tales como poliomielitis, sarampión, paperas, influenza, hepatitis y rabia entre otros.
En la Argentina existe conocimiento sobre la terapia con suero de convaleciente en fiebre hemorrágica argentina (FHA) también llamada "mal de los rastrojos", enfermedad endémica de la pampa húmeda que incluye la provincia de Buenos Aires, sur de Santa Fe y Córdoba y este de La Pampa. Si bien los primeros casos de dicha enfermedad fueron descriptos a mediados de la década del 50, un paso fundamental fue el aislamiento de su agente etiológico denominado "virus Junín", por el profesor Armando Parodi y colaboradores en el año 1958.
En esos años se registraban cerca de 1000 casos por año, con una mortalidad aproximada del 50%. En la misma época surgieron comunicaciones de médicos clínicos del área, endémica de la provincia de Buenos Aires, que aplicaban plasma de convaleciente a los enfermos con sintomatología clínica y pruebas de laboratorio compatibles con FHA, los cuales evidenciaban mejoría clínica y disminución de la mortalidad.
En 1967, teniendo en cuenta los alentadores resultados obtenidos con dicho tratamiento, se diseñó un protocolo experimental en cobayos los cuales reproducen fielmente la FHA del humano. Se les inoculó el "virus Junín" y se los trató con suero inmune con anticuerpos neutralizantes obtenido de otros cobayos con el fin de conocer la acción profiláctica y/o terapéutica del suero inmune aplicado. Por motivos de brevedad solo describimos los resultados.
Aquellos cobayos tratados 24 horas antes de la infección mostraron una sobrevida muy importante mientras que los controles que no recibieron el tratamiento murieron en su totalidad con el cuadro típico de la enfermedad 15 a 16 días después de la infección viral. Es decir, la profilaxis temprana con suero inmune protegió a los cobayos en su gran mayoría. Estos cobayos sobrevivientes fueron reinfectados dos meses más tarde con virus Junín y murieron en el 100% de los casos, sugiriendo que la inmunización pasiva no los protegió contra la segunda infección por no haber desarrollado una inmunidad activa.
Efectividad protectora del suero
Por otra parte, se realizaron dos estudios terapéuticos con el fin de conocer la efectividad protectora del suero inmune en etapas tempranas (cinco días) y tardías (nueve días) de la enfermedad del cobayo infectado con virus Junín. La mayoría de los cobayos tratados tempranamente con suero inmune sobrevivieron a la enfermedad y cuando se reinfectaron con virus Junín dos meses más tarde, ninguno evidenció enfermedad ni mortalidad durante el período de observación.
Es decir, el suero inmune administrado los protegió pasivamente de la primera infección viral que ya había avanzado lo suficiente como para inducir el desarrollo de una inmunidad activa que persistió y los protegió de la reinfección viral posterior. A fin de conocer si el suero inmune puede proteger al cobayo en etapas tardías de la enfermedad, a los nueve días postinfección, cuando ya presentaban signos severos de enfermedad, se inició la terapia. Todos los cobayos, tanto los tratados como sus controles sin tratar, murieron entre los 14 y 16 días de la infección.
Los resultados demostraron, pues, que no se obtuvo protección cuando el suero inmune fue aplicado tardíamente durante la enfermedad del cobayo. Estos estudios experimentales fueron publicados en la revista Medicina (Buenos Aires), por los doctores M. Weissenbacher, L. B. de Guerrero y A. Parodi de la Cátedra de Microbiología, de la Universidad de Buenos Aires, en el año 1968.
El Dr. J. Maiztegui y colaboradores publicaron en la revista británica The Lancet, en 1978, un ensayo clínico controlado doble ciego utilizando el tratamiento con plasma inmune de convaleciente con anticuerpos neutralizantes en etapas tempranas de la FHA. Se demostró una mejoría clínica de la enfermedad y reducción de la mortalidad del 16% al 1% en los enfermos tratados del área endémica.
También se observó que la eficacia de la terapia disminuyó significativamente cuando se aplicó tardíamente durante la enfermedad. Estos resultados confirmaron la eficacia del tratamiento temprano con plasma de convaleciente e inició una nueva era en la terapia de la FHA.
Esta experiencia argentina ha sido citada en el reciente workshop virtual sobre Covid-19 realizado por la Academia de Ciencias Médicas de Reino Unido en el que participaron ocho Academias de Medicina del mundo, entre ellas la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires. Se trata de un logro que es importante destacar.
El autor es vicepresidente y académico titular de la Academia Nacional de Medicina
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