Luego del triunfo argentino en Qatar, miles de hinchas decidieron inmortalizar el recuerdo en su piel; los especialistas hablan de “marcas simbolizantes” que dan sentido a un momento histórico
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Apenas cinco días pasaron desde que la selección argentina de fútbol salió campeona. Y ayer, para las 12 del mediodía, en la Galería Bond Street en Recoleta, había varias personas ansiosas por plasmar en su piel el triunfo de la Scaloneta. Cartas con el cinco de copas, retratos de Messi, trofeos, la bandera albiceleste, soles de mayo, “elijo creer”, firmas de jugadores. Los argentinos ya llevan en la piel la emoción descomunal por una nueva copa del mundo ganada después de 36 años.
“En principio teníamos un registro de los tatuajes relacionados con la copa del mundo, pero ya se fue un poco todo de control. El lunes se disparó el furor y explotó más de lo que pensábamos. Ha pasado también con campeonatos de fútbol locales, pero esto es a una escala enorme”, dijo Luciana a LA NACION, encargada desde hace tres años de American Tattoo.
Sohiel, Adham y Ayman Hadeed, de 43, 42 y 40 años, son tres hermanos palestinos que arribaron al país 24 horas después de la victoria del equipo de Lionel Scaloni. Hoy, se encontraban en el subsuelo de la mítica galería de tatuajes y perforaciones, y definían con el artista a cargo el diseño que inmortalizarían en su cuerpo.
“Apenas terminó el partido, sacamos los boletos de avión hacia Buenos Aires, y les avisamos a nuestras esposas que nos íbamos de viaje”, indicó Adham, que decidió tatuarse a Messi levantando la copa. Y sentenció: “Somos fanáticos de la Argentina porque nos sentimos argentinos. Tenemos parientes de acá ¡está en nuestras venas!”.
Según detallaron los hermanos Hadeed, su abuela paterna, argentina, se casó con un hombre palestino alrededor de 1832 y se mudaron juntos a la nación de Medio Oriente de manera definitiva. La familia que hoy conservan en el país se encuentra asentada en la localidad santafesina de Helvecia, con quienes los hermanos celebrarán la Navidad. El 28 de diciembre volverán a Palestina.
Ayman, que optó por el diseño de una copa del mundo con la leyenda “gracias” para plasmar en su antebrazo, destacó a LA NACION la tristeza que experimentó cuando en 1990 la Argentina perdió la final del mundial de fútbol contra Alemania. “No me voy a olvidar del momento en que mi papá me dijo que iba a estar todo bien, que no llorara, y que íbamos a tener otras oportunidades. Esperé 32 años para celebrar este evento, es un sueño hecho realidad”.
Gabriel Alejandro Guadalupe es el dueño de Black Diamond, el estudio que eligieron los hermanos palestinos para tatuarse. “Hubo pedidos antes y durante el mundial, pero ahora explotó. Vemos muchas personas que han hecho promesas, y tatuajes entre padres e hijos, hermanos, y amigos”, detalló.
Fernando Aleman, dueño de Aleman Tattoo Studio, coincidió con Guadalupe respecto del caudal de personas que decidieron pintar su piel de manera definitiva, y relató a este medio el mensaje que dejó en su local luego de un arduo día de trabajo: “Ayer estuve desde las 9 hasta la medianoche en el estudio. Estaba tan cansado que puse un cartel en la ventana que decía, ‘si querés tatuarte algo de la copa del mundo o de Messi ahora, andá p’allá bobo’”, en referencia a la ya famosa frase que el capitán del equipo nacional disparó luego del partido contra Países Bajos.
Copas, laureles y “elijo creer”
Lautaro Cina, de 20 años, esperaba pacientemente en un sillón de cuero negro en uno de los locales de la Galería Bond Street mientras su tatuador le daba los últimos retoques al diseño que se plasmaría en la pierna: una copa del mundo con la fecha del último partido y la frase “elegí creer”.
“Por mi edad, este mundial lo viví intensamente, mucho más que otros, y fue algo hermoso. Desde la victoria en la Copa América me ilusioné con que salíamos campeones del mundo, entonces ya venía pensando en el diseño. El mismo día que ganamos, le mandé un mensaje a Javi, mi tatuador, y le pedí un turno. Juntos vimos algunas ideas y llegamos a este modelo”, precisó Cina a LA NACION.
Gabriela Cóceres es actriz y conductora de televisión, y vive en México desde hace siete años. Junto a su pareja, también argentino, hicieron una promesa cuando el equipo de Lionel Scaloni se metió en la final del mundo: tatuarse si la selección nacional salía campeona.
“Elijo creer” fue la frase que Cóceres plasmó en su tríceps. “Desde antes de arrancar el mundial esa expresión estaba muy presente para mí. Era un chiste habitual entre amigos enviarnos todo tipo de coincidencias entre 1986 y 2022 y asegurar que eran prueba irrefutable de que íbamos a ganar el mundial. Cuando perdimos el primer partido y salió Leo a pedirle a la gente que confíe ese ‘elijo creer’ cobró mucha más relevancia: elegimos creer en las coincidencias y en la fuerza del destino, sino en ese grupo humano que lo iba a dejar todo para darle una alegría a la gente”, explicó la actriz.
Su pareja, Santiago, se tatuó la carta del cinco de copas en la pierna. “Aunque son dos tatuajes por separado, el motivo es el mismo y nos los hizo la misma persona, así que eso es algo también especial para los dos como pareja”, sentenció Cóceres.
Unos laureles, tres estrellas y la fecha que recordará la mayoría de los argentinos: 18-12-2022, es lo que Juan Gabriel, de 21 años, decidió tatuarse en su pierna. Acostado en una camilla, aguantando las punzadas y el sonido mecánico de la aguja que inyectaba tinta en su piel, contó a LA NACION la razón de su elección. “Después de lo que sentí el domingo, no quedaba otra. Terminó el partido y ahí mismo, en caliente, decidí hacerlo: saqué turno y acá estoy”.
Marcas simbolizantes
“Los tatuajes tienen la posibilidad de abrir el camino a múltiples y complejas representaciones. Poseen, así, una función social y una expresividad artística que queda plasmada en el cuerpo en tanto espacio mediador entre el yo y la sociedad”, señaló la doctora Hilda Catz, psicóloga y autora de Tatuajes como marcas simbolizantes (Ricardo Vergara).
Para la especialista, la elección de una persona de eternizar en su piel un diseño se escapa de lo efímero de una moda: “El cuerpo se escenifica para los demás y deviene así un cuerpo significado, cargado de sentido”, destacó Catz.
Y sumó: “Los jóvenes expuestos a una cultura de masa globalizada, híper estandarizada, denuncian, desde mi punto de vista, el usufructo y la mercantilización banalizada de la propia historia tratando de crear una memoria corporal e intersubjetiva que sostenga desde su singularidad y diversidad la necesidad de crear sus propios emblemas identificatorios mediante los tatuajes”.
En ese sentido, la doctora retoma el título de su libro y lo vincula con el momento histórico que se vivió con el triunfo de la selección argentina en el mundial de Qatar: “Los tatuajes tienen un potencial de ‘marcas simbolizantes’ muy fuerte en tanto ritos de pasaje que se quiere que permanezcan imborrables, en algunos casos para evitar el colapso psíquico y resistir una realidad que muchas veces no puede ser puesta en palabras”.
El doctor Juan Eduardo Tesone, en tanto, analiza este fenómeno como “una expresión gráfica de una producción psíquica del sujeto”.
“Cada persona tendrá sus motivos subjetivos para hacerlo, pero se podría decir que es a través del tatuaje que comparten el logro del equipo de fútbol, un logro que viven como propio, que se inscribe en su piel”, destacó Tesone.
Y concluyó: “La marca indeleble del tatuaje opera como una certeza de no cambio frente a las transformaciones que se operan en el cuerpo de manera independiente de sí mismo, punto de anclaje de una cierta atemporalidad”.
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