De Punta Ballena a José Ignacio, cada vez más gente quiere practicar SUP (Stand-up paddle) Yoga, una disciplina que fusiona dos prácticas milenarias
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PUNTA DEL ESTE (Enviada especial).- En el inmenso mar, una ecuación: tabla, remo y equilibrio. De Punta Ballena a José Ignacio, la tendencia del verano en los más de cuarenta kilómetros de playa se replica en soledad o en grandes grupos: stand-up paddle (SUP). El deporte, que consiste en el desplazamiento de un navegante con una pala mientras se permanece de pie sobre una gran tabla de surf, se ha vuelto protagonista en una atípica temporada esteña. Allí se trasladaron también las posturas del yoga, con clases que movilizan cientos de personas por semana en busca de una experiencia diferente.
Mariana Vega –conocida por alumnos y por sus más de 20 mil seguidores de Instagram (@ticky_yoga) como Ticky– es profesora de yoga, y una de las influencers que ha logrado traccionar a un gran movimiento de turistas en la tendencia del verano. De la mano de la disciplina con orígenes en pueblos polinesios, la joven de 31 años lidera clases de SUP Yoga para una veintena de mujeres unas tres veces por semana.
En una cálida y soledad mañana de enero, Ticky recibe a LA NACION y a sus alumnas –todas mujeres- sobre un parador de la playa Desembocadura, en La Barra. Entre celebrities como la cocinera, Maru Botona, y la modelo uruguaya Claudia Fernández, una docena de turistas argentinas y otro pequeño puñado de charrúas arriban minutos antes de las 9.
“Es la primera vez que me voy a subir a una tabla, pero hace años que hago yoga”, afirma con confianza Luciana Camacho, de 46 años. Un rápido sondeo arroja que la experiencia de las alumnas está vinculada sobre todo a la práctica milenaria del yoga, mientras que el ejercicio en equilibrio sobre una tabla es parte del nuevo desafío.
A contramano del estilo nocturno que muchos veraneantes eligen, Punta del Este se convierte en una cumbre de la movida saludable. Entre diversas y bien variadas opciones disponibles en el balneario uruguayo, el crecimiento de la disciplina del SUP Yoga fluye por las corrientes esteñas.
“Es una experiencia única el poder estar en contacto con el mar, realizar una meditación en movimiento y al mismo tiempo disfrutar de los paisajes que te brinda”, asegura Gabriela Raggio, miembro del elenco estable de alumnas de Ticky. “Cada salida que realizamos es una vivencia diferente e increíble”, agrega, mientras extienda una invitación a todos los curiosos que todavía no han probado la disciplina.
La clase se da por comenzada a media mañana, con una breve sesión de meditación. “Esto siempre es algo nuevo y no hace a la diferencia si es la primera vez que te subís a una tabla”, comunica Ticky al grupo de alumnas, y remarca: “Siempre es una experiencia distinta”.
Luego de una breve introducción –que incluye recomendaciones como siempre fijar un punto referencia antes de saltar al agua-, se da comienzo a una remada recreativa. Sobre el arroyo Maldonado, las casi veinte chicas (y Nacho, el guardavidas) arrancan viento a favor lo que deriva en una sesión de unos 45 minutos donde se profundiza la técnica para un mayor dominio de la tabla.
Mientras algunas experimentadas consiguen volver al punto de encuentro con pose triunfal –entre ellas, Maru Botana fue la campeona de la clase-, otras batallaron un poco más con la primera etapa del desafío. Los tropiezos no son caídas, sino parte del aprendizaje.
Una vez reunidas, las tablas se atan a unas improvisadas boyas para así generar mayor estabilidad en la etapa estelar de la experiencia. Así se da comienzo a la práctica de Hatha yoga (una versión para principiantes), una actividad centrada no sólo en disfrutar la conexión con el agua, sino en vaciar la toxicidad que de todos los días. “Haber unido la práctica del yoga con la naturaleza me lleva a otro lugar, el agua me moviliza”, asegura Ticky, quien confiesa que se vive cada clase es única. “A veces nos vamos todas llorando, otras todas riendo. La clave es relajarse y disfrutarlo”.
Convertida en una de las influencers más convocantes del universo wellness del Uruguay, Vega llegó al yoga luego de una crisis vocacional. “En 2017 llegué a un rincón de la India, sobre los Himalayas a formarme como profesora en Hatha Yoga con Surinder Singh, uno de los más reconocidos yoguis y maestros de la India”, recuerda. Su preparación continuó en Costa Rica, donde perfeccionó sus conocimientos de la disciplina que hoy predica.
Mientras que durante el año brinda clases de yoga desde su estudio en el coqueto barrio de Carrasco, en Montevideo, desde hace dos años llevó la práctica al agua, donde las chicas la siguen en grandes grupos. Este verano, su cuenta se masificó. Las consultas no paran de ingresar en la casilla de mensajes de Instagram.
“No necesitas experiencia en yoga ni en paddle”, insiste Ticky al fomentar la práctica tendencia de este verano y desmitificar un alto nivel de exigencia para disfrutar. “No importa si nunca te subiste a una tabla, ni cuántos años tengas”, señala, y remarca que es una actividad segura por la estabilidad que dan las tablas.
Desde la orilla, la clase de yoga sobre las tablas de surf se disfruta también. Una danza de posturas en el agua sirve de escena teatral para los que disfrutan en el parador. Finalizada la sesión, las chicas resoplan con sonrisas en los rostros. Con cuerpos desarmados, flojos, se despiden. Aunque el ejercicio no esté en agenda siempre en las vacaciones, la disciplina se convirtió en una herramienta para comenzar el año con energía bien canalizada.
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