Susan Barrantes: convivió con la realeza británica, se casó con un argentino y tuvo un trágico final
Amiga de Lady Di, se enamoró del polista Héctor Barrantes y se mudó a Buenos Aires; su última voluntad fue que la sepultaran junto a su marido en la estancia El Pucará
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Había disfrutado de una tarde de sábado primaveral aquel 19 de setiembre de 1998 en la casa de Puqui Ribet, su contadora apoderada y amiga, en Trenque Lauquen. Miró su reloj que señalaba las ocho de la noche, y entonces Susan Barrantes (Susan Mary Wright de acuerdo con sus documentos) decidió que era momento de regresar a su estancia El Pucará en Tres Lomas, provincia de Buenos Aires.
Previo a tomar la ruta 5 para salir de la ciudad se detuvo en un almacén para comprar provisiones. Iba acompañada por su sobrino, Rafael, un joven de 25 años. Era común que llegara los viernes por la noche para pasar el fin de semana en el campo junto a familiares, amigos y seres queridos.
Cuando pasó por el control policial de rutina saludó amable y el agente registró la patente del auto de su Rover color verde BLK 019. Al por entonces comisario de Tres Lomas, Héctor Dimas Molinuevo, le pareció increíble enterarse horas más tarde de boca del oficial de turno que un auto de similares características había chocado en la ruta provincial 23 con una Renault Trafic blanca. De inmediato ordenó que se llamara a los bomberos y varios patrulleros llegaron al lugar. Eran alrededor de las 21.30 y el escenario era desolador.
El comisionista José María Rodríguez era quien conducía la Trafic. Venía cargado de mercadería y su familia lo esperaba en su casa de Tres Lomas para la cena. Tenía vínculo con Susan porque ella le encargaba viajes para trasladar cosas a Buenos Aires, y además, la esposa de él, Alicia, le había hecho las cortinas de la vivienda en la estancia.
El choque fue de frente. El Rover era un despojo de hierros retorcidos. El frente de la Trafic estaba deshecho. Rodríguez quedó con la pierna derecha quebrada; Rafael, el sobrino de Susan, tenía golpes, una herida en la cara y el tobillo derecho fracturado. Y Susan estaba irreconocible porque el capot del auto le destrozó el cráneo. El magistrado Guillermo Martín se hizo presente en el lugar y ordenó el traslado a la morgue municipal y la autopsia, mientras los heridos se recuperaban en el hospital local. Se habló de exceso de velocidad y de que Susan no llevaba el cinturón de seguridad colocado; sin embargo, los peritajes determinaron que no era así.
Durante la madrugada, Puqui Ribet, con quien la víctima había pasado un hermoso día, fue quien se comunicó con las hijas que Susan tuvo con Ronald Ferguson, -en su momento manager de polo del príncipe Carlos-, Jane y Sarah -duquesa de York, casada y luego separada del príncipe Andrés- para darles la noticia.
El romance entre Sarah y el príncipe Andrés comenzó después de que Diana, princesa de Gales, planeara un encuentro entre ambos. A comienzos de 1986 la pareja ya estaba comprometida, contrayendo matrimonio en la Abadía de Westminster, en Londres, el 23 de julio de aquel año. Los recién casados recibieron de la reina los títulos de duques de York, condes de Inverness y barones Killyleagh. Y Sarah el tratamiento de su alteza real.
En 1992 comenzaron las rispideces, los medios británicos le adjudicaban infidelidades a Sarah, y cuatro años más tarde la pareja se terminó divorciando.
Una historia de sangre azul
Susan Mary Wright (luego Susan Barrantes) había nacido en Bramcote, Nottinghamshire, el 9 de junio de 1937. Estudió en los mejores colegios ingleses, y era muy joven cuando conoció al mayor Ronald Ferguson, amigo del príncipe Felipe (esposo de la Reina Isabel II) y profesor de polo del príncipe Carlos. Luego se casó con Ferguson y tuvieron dos hijas, las mencionadas Sarah y Jane. En 1966 se separó de Ferguson, se enamoró del polista Héctor Barrantes, y dejó todo para irse a vivir con él a la Argentina. Se casaron en 1975.
Susan se caracterizaba por su generosidad, su gran sentido del humor y su don de gente. Tenía gran acercamiento, destacadísimas relaciones con la realeza británica y una estrecha amistad con Lady Di.
Cuando murió ‘El Gordo’, como ella llamaba a Héctor Barrantes, se puso al frente de la estancia El Pucará y del negocio de los caballos de polo. Hizo grandes esfuerzos para conservar esas tierras, pero muchas veces las pérdidas eran superiores a las ganancias; la situación se complicó económicamente y ya no había rentabilidad alguna. No obstante las dificultades, ella hacía lo imposible para salir adelante.
La despedida
Su fiel amiga Puqui Ribet fue quien se hizo cargo en ese momento tan difícil de avanzar con la documentación correspondiente para que todo estuviera en condiciones con miras al sepelio cuando las hijas arribaran.
A las 9.30 horas de la mañana del lunes 21, Sarah aterrizó en Salliqueló, luego de desembarcar en Buenos Aires proveniente de Italia. Estaba quebrada cuando se abrazó a Martín Barrantes padre en el aeropuerto y le preguntó entre lágrimas: “¿Por qué?”. Sarah aguardó hasta la media tarde a que llegara su hermana Jane nada menos que desde Australia para juntas recorrer el campo que amaba su madre y luego proceder al entierro y el último adiós.
Quienes la conocían bien contaron a este periodista, que viajó en aquella oportunidad para cubrir la noticia del accidente, que cuando enterró a Héctor, su marido, en la estancia El Pucará, pidió que cuando ella muriera la sepultaran a su lado. Y así se cumplió su voluntad, bajo la atenta y triste mirada de sus hijas.
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