Súper mamá: el amor y la lucha de una mujer con dos hijos con síndrome de Down
Mariana Sánchez vive en Junín, donde pelea con una obra social para que cubra los gastos de un acompañante terapéutico
El destino y el amor los unieron. Hace 11 años se vieron por primera vez y nunca volvieron a separarse. Ian tenía apenas 23 días de vida. Mariana 41 años, pero al verse, al abrazarse, se forjó un lazo desde el corazón.
No siempre hace falta parir para convertirte en madre. La adopción le da la posibilidad a un chico de recibir todo el cariño que esos padres biológicos le negaron. Este es el caso de Mariana Sánchez de Lafarge. Una madre con todas las letras. Un emblema de la lucha por un hijo, que no lo llevó consigo en la panza nueve meses, pero no hizo falta, porque desde que lo tuvo en los brazos ya era la mamá de Ian.
Él nació el 3 de noviembre de 2004 en una clínica de Capital Federal, pero sus padres no lo quisieron porque tenía síndrome de down y autismo severo. Lo dejaron a un lado. Mariana Sánchez, no. La historia es muy particular. En el año 2003 Mariana y su esposo Alberto habían tenido una entrevista en el juzgado porteño número cuatro para adoptar una chica con capacidades diferentes. El juez de menores incapaces, al ver que la familia tenía a Álvaro-también con Down- en buenas condiciones y feliz, vio factible que pudieran adoptar a la menor.
Pero en ese momento no se dio. La vida sabe por qué. Tenía un destino marcado para los Lafarge y para Ian. Pasó más de un año y un 25 de noviembre a las 12.45hs suena el teléfono en Junín. Mariana atiende y del otro lado una voz femenina les avisa que había un chico recién nacido que esperaba una familia, si querían adoptarlo. Caso contrario, tenían que trasladarlo a un hogar sustituto. Tenía tiempo hasta las 13.30 para responder, 45 minutos para pensar si cambiarían su vida.
Mariana, sorprendida, quedó en avisarle a su esposo y responder, pero le fue imposible dar con él, que estaba trabajando en la cárcel ubicada a las afueras de la ciudad. La madre no lo dudó y al juzgado le dijo: "Sí, mañana estamos allá". Al llegar a la casa, Alberto se enteró que su cuarto hijo lo estaba esperando. No tenían ropa de bebé ni nada preparado. El parto había sido fugaz. Los vecinos enterados colaboraron con ropa, alimentos y hasta un cochecito que partía rumbo a Capital.
Amores únicos
El 26 de noviembre fue el primer contacto. Ian estaba en la incubadora, lo sacaron y se lo dieron a quien a partir de ese instante sería nada menos que su mamá: "Me lo puse en el pecho y me largué a llorar, todos en la clínica se emocionaron. Creo que con Ian sentimos lo mismo, que nos encontramos uno a otro", le cuenta con voz emotiva Mariana a LA NACION, y agrega: "A los seis meses ya teníamos la adopción definitiva. Yo también soy adoptada y cuando lo tuve en mis brazos sentí que el vínculo era demasiado fuerte. Parí tres hijos y no hay diferencias, se ama demasiado, no te sé decir la razón, pero se siente un amor único".
Mariana y su esposo ya tenían un hijo con síndrome de down, Álvaro. Hoy con 21 años es un jinete conocido en Junín. Hace equitación y salta los obstáculos sin inconvenientes representando a la ciudad a nivel zonal. Camina las calles como uno más, va a la escuela y sueña con ser bombero voluntario, nada menos.
Otra batalla ganada
Ambos hermanos heredaron de sus padres el fanatismo por Sarmiento de Junín y cuando el equipo de la ciudad juega en el Eva Perón están ahí para alentar. Álvaro mira el partido pegado al alambrado, detrás de uno de los arcos junto a los bomberos. Ian está en la platea con sus padres y es junto con la escuela, su lugar preferido.
"Le encanta ir a la cancha, grita y festeja, se pone feliz, no sabemos qué dice, pero vive el partido como uno más", cuenta la madre. La buena noticia es que este lunes Ian volverá a la escuela después de un mes y medio. Otra lucha ganada por Mariana es contra IOMA, la obra social de los empleados estatales que había dejado de pagar los aportes del acompañante terapéutico que debe estar con él al menos ocho horas por día.
"Le debían muchos meses y el profesional lógicamente tuvo que dejar por también tiene que mantener a su familia. Tuvimos que hacer presentaciones judiciales para que pagaran. Ojalá que desde ahora se regularice el pago, depositaron hasta abril, si se vuelven a atrasar corremos otra vez riesgos y damos pasos para atrás", afirma la mamá, y acota: "La vida con un chico especial es una pelea diaria. Nadie tiene derecho a lastimar a Ian, ya bastante tuvo y tiene con sus problemas de salud y el abandono que sufrió al nacer, y gente que no lo conoce pone piedras en el camino, me da mucho dolor porque no tienen derecho. A nosotros nos costó seis meses que nos mirara a los ojos y cuando lo lográs, no pagan los aportes, se pierde todo lo conseguido y hay que volver a empezar de cero. No pido nada de otro mundo, sólo lo que le corresponde".
Si uno pregunta en Junín por Mariana Sánchez y el cariño por sus hijos las respuestas son claras: "El amor que tiene es incalculable", o también "Es increíble lo que Mariana y Alberto hacen por esos chicos". El lazo entre una madre y un hijo no está siempre en lo biológico, simplemente se puede encontrar en el corazón de uno y otro.