Sueño Mundial: la odisea de 12 amigos argentinos que, desde distintas partes del planeta, lograron llegar juntos a Qatar
“Somos una familia”, dicen los jóvenes que comenzaron a organizar el viaje en el campeonato que se jugó en Rusia en 2018
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El lunes 14 pasado partieron los primeros desde la ciudad de Buenos Aires. Al día siguiente, salieron otros tantos desde Montevideo, y luego algunos más desde Madrid. Y así, en tandas, doce amigos argentinos que se conocieron en la localidad bonaerense de Florida fueron tomando diferentes vuelos desde distintos puntos del planeta para encontrarse en Qatar y vivir el Mundial de fútbol juntos, como lo soñaron durante tanto tiempo.
La ilusión comenzó en 2018 cuando viajaron a Rusia para ver el campeonato a partir de octavos de final, pero el seleccionado argentino quedó eliminado en esa instancia, y dejó trunco el sueño de este grupo de amigos y de tantos otros.
“El sinsabor de ir a Rusia y a tan solo 18 horas de haber llegado, quedar eliminados, nos llevó a proponernos empezar a juntar plata para Qatar y disfrutar el Mundial desde el primer día todos juntos”, dijo Juan Manuel Feijoo, de 29 años, uno de los integrantes del grupo.
Leandro La Rocca, otro de ellos, recordó cómo en el mismo momento en que terminó aquel partido contra Francia, todavía en el estadio, pensó: “Hay que ir a Qatar y hay que ir el Mundial entero cueste lo que cueste”. Entonces, apenas regresaron a la Argentina crearon un grupo de WhatsApp llamado “Qatar 2022″ y comenzaron a imaginar el viaje que hoy viven.
Desde el principio, el fútbol ha sido una columna vertebral para el grupo. Un interés compartido, una pasión grupal y una actividad que quienes viven en el país comparten cada fin de semana en el torneo de exalumnos del Instituto La Salle Florida, el lugar donde se conocieron hace más de 20 años.
“Somos un grupo muy futbolero y siempre que podemos usamos el fútbol como excusa para viajar y recorrer juntos. A este Mundial trajimos el mismo sueño que compartimos todos los argentinos: dar la vuelta el 18 de diciembre”, dijo Feijoo.
Para La Rocca, de 29 años, todas las dificultades que implicó llegar a Qatar hacen que este viaje sea muy especial. “Por supuesto, el sueño más grande es ganar la copa, pero sé que es muy difícil. Por eso, más allá de lo futbolístico, creo que este viaje va a ser el mejor de nuestras vidas porque lo vamos a vivir todos juntos”, dijo.
Algunos de los chicos se conocieron a los cinco años, en el jardín de infantes del La Salle, y desde entonces el grupo se fue agrandando y consolidando. “Mis amigos son mi familia. Nos conocemos desde hace mucho tiempo y sabemos todo de la vida del otro. Hemos viajado mucho juntos y cuando volvemos nos extrañamos. Tenemos algo muy especial que me da mucho orgullo”, dijo La Rocca.
A lo largo de los últimos años, algunos de los jóvenes se fueron a vivir al exterior por distintos motivos, pero la mayoría vive en la Argentina y eso, para Feijoo es un factor determinante en su vida: “Mis amigos son todo para mí, y son uno de los motivos por los cuales sigo viviendo en el país. Estar acá todos juntos con el esfuerzo que eso significa es un sueño cumplido”.
La organización para viajar a este Mundial no fue sencilla. Según los chicos, encontrar alojamiento, coordinar el transporte y conseguir las entradas en un país con una cultura tan particular fue un gran desafío. Entre enero y abril pasados, cada uno sacó el pasaje que más le convenía sabiendo que, sin importar la aerolínea, las escalas o la fecha de partida, el 22 de noviembre se encontrarían todos en Doha, la capital qatarí, y verían el primer partido de la selección juntos.
“El proceso de sacar las entradas fue bastante complejo. Cada uno se creó seis usuarios para asegurarnos entradas para todos, así que teníamos más de 1300 entradas aplicadas, todo planificado en un Excel. Conseguimos el 90% de los tickets de manera oficial y solo tuvimos que comprar algunas pocas en la reventa, que las pagamos entre todo el grupo”, dijo La Rocca.
Para lograrlo, configuraron alarmas en horario insólitos, pidieron computadoras prestadas para hacer las colas virtuales desde varios dispositivos a la vez y hasta afrontaron algunas discusiones familiares. “Compramos un bot que nos enviaba alertas cuando había entradas disponibles y sonaba siempre a la madrugada. Mi novia me mandó dormir al sillón durante una semana porque la alarma no la dejaba dormir, fue una locura, pero increíblemente conseguimos todas las entradas, desde el primer partido hasta el último”, dijo Feijoo.
Después de la larga travesía que implicó llegar al país asiático, el martes pasado se encontraron todos y fueron al estadio Lusail a ver el debut del equipo que lidera Lionel Messi. Llegaron varias horas antes, con camisetas, banderas y mucha emoción, por lo que como a una gran parte del país, la derrota los sorprendió.
“Lo del martes fue una desilusión, un cachetazo, pero un tropezón no es caída y esperamos que la derrota haya servido para que contra México y Polonia salgamos a comernos la cancha. Hay esperanza y optimismo porque hay una posibilidad real que depende de nosotros. Tenemos que cambiar la actitud y va a estar todo bien”, dijo Sebastián Santoccono, de 29 años, otro de los jóvenes del grupo.
Los chicos pertenecen a una generación que hasta la Copa América 2021 nunca había visto a la selección nacional ganar un torneo, mucho menos un Mundial, y eso despierta un cariño especial por el equipo actual. “Esta es la primera selección a la que todo el país banca y genera que todos tiremos para el mismo lado. La gente se identifica con este equipo”, dijo La Rocca, fanático de Messi.
De acuerdo a Feijoo, una de las experiencias más lindas de vivir un Mundial es ver no solo el fanatismo de los argentinos por su equipo sino también cómo el resto del mundo idolatra al conjunto albiceleste. “El resto de los países se vuelve fanático de nuestra gente, de nuestros cantos, de nuestra locura. Eso es lo que más me gusta: la admiración del mundo hacia nuestra hinchada”, sostuvo.
Para el Mundial pasado, los chicos llevaron una bandera que decía “Dejando muchas cosas de lado para verte a vos”. Este año, por cábala, decidieron no llevarla, pero el sentimiento perdura. “Uno deja muchas cosas de lado por estar acá, es un sacrificio enorme, pero lo vale. Será un viaje inolvidable”, cerró La Rocca.
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