Su abuela tuvo un accidente en EE.UU. y necesita volver: “Si no hace su rehabilitación no va a volver a caminar”
Blanca, de 84 años, se fracturó la cadera y debería continuar la rehabilitación en la Argentina porque el seguro médico no se lo cubre
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María Guiliani, de 30 años, se fue en 2018 a estudiar y trabajar a San Francisco, Estados Unidos. Hace más de un año y medio que no veía a Fernando, su padre, y a su abuela, Blanca, de 84 años. Como ambos ya fueron vacunados contra el coronavirus decidieron viajar a visitarla y celebrar su graduación. Pero allá, su abuela se fracturó la cadera en un accidente doméstico. Gracias al seguro médico la internaron, pero ahora necesita regresar con urgencia a la Argentina para poder rehabilitarse y volver a caminar.
Sin embargo, por el reciente decreto de necesidad y urgencia (DNU) que prorrogó el cierre de fronteras con algunos países y redujo el cupo diario de pasajeros internacionales de 2000 a 600, esa posibilidad está lejos de concretarse. Ese DNU, cuyo objetivo es intentar contener la propagación de la variante delta de coronavirus, también está generando este tipo de complicaciones. La Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA, por sus siglas en inglés) advirtió que “miles” de ciudadanos y residentes argentinos corren el riesgo de quedar varados en el extranjero por las nuevas medidas.
Sin embargo, el Gobierno no considera a las personas que ahora no pueden regresar al país como varados, porque los que viajaron firmaron una declaración jurada en donde desligan a las autoridades argentinas de la responsabilidad de repatriarlos en el caso de que hubiera cambios en las normas vinculadas al ingreso de pasajeros por vía aérea.
El año pasado Guiliani tenía pensado viajar hacia la Argentina pero la pandemia puso en pausa sus planes. “Vine a Estados Unidos con una visa de estudio y ahora tengo la de trabajo. Iba a viajar a Buenos Aires, pero decidimos postergar el reencuentro por el virus. Ahora, como mi abuela está muy grande y ya se vacunó, hicimos un esfuerzo para que pudiera venir junto a mi papá a mi graduación mientras se hospedan en mi casa”, describe.
Entonces sus familiares sacaron el pasaje para estar presentes en el evento. Salieron de la Argentina el 26 de mayo y tenían pensado volver el 24 de este mes. Pero el 20 su abuela se cayó y se quebró la cadera.
“La llevamos a un centro de urgencias y le informaron que se quebró la pelvis. Ahí la trasladaron en una ambulancia hacia un hospital de emergencias, donde quedó internada y le hicieron estudios de todo tipo. Querían chequear que no tuviera otro golpe; me hicieron mil preguntas. Por suerte no la tuvieron que operar”, recuerda Guiliani.
Rehabilitación
El 22 de junio la médica de cabecera del hospital norteamericano le dijo que ya no había nada para hacer con su abuela y que debía empezar su rehabilitación. El problema es que ese proceso no lo cubre el seguro de viajero, aunque sea vital para que su abuela vuelva a caminar. “Me dijo que tiene que empezar la rehabilitación urgente. El kinesiólogo dijo que mientras antes empiece mejor, porque si pasan los días se limita su capacidad para volver a caminar”, señala Guiliani.
Luego del accidente, Guiliani llamó a American Airlines para cancelar el pasaje y ahora no encuentra opciones viables para lograr que su abuela regrese a rehabilitarse en Buenos Aires. “Como era un pasaje que sacamos con millas no existía la posibilidad de un cambio de fecha. Ahora no hay pasajes para todo julio. Conseguí finalmente uno en la compañía United, pero luego lo cancelaron. Las únicas opciones que me dan es cambiar a mis familiares a primera clase por un costo de 3000 dólares cada uno. La otra es un vuelo con escalas que dura en total tres días, algo imposible para mi abuela en estas condiciones”, se lamenta Guiliani.
Llamó a AsistCard para ver qué podía hacer, pero desde esa empresa le comunicaron que ellos no la pueden ayudar a conseguir un vuelo ni tampoco con el proceso de rehabilitación en los Estados Unidos.
“Me dijeron que no tenían nada para ofrecerme. Mi abuela, además del tema de la fractura, toma muchos medicamentos. Incluso uno de esos medicamentos es un vaso dilatador que no se vende acá, por lo que dejó de tomarlo. La situación es difícil”, relata Guiliani.
Ahora, según describe, no saben cómo actuar. Le mandó una carta al cónsul de Los Ángeles para explicarle lo que están atravesando y pedirle ayuda, pero aún no tuvo respuesta. “Por ahora no sabemos qué hacer. Ya le compramos una silla de ruedas, un bastón y un andador a mi abuela para que se pueda mover un poco. Esperemos que pueda volver pronto así recupera la capacidad para caminar”, concluye Guiliani.
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