Sorpresa: encontraron dos tortugas gigantes en las playas de Pinamar y Cariló
Los animales, que miden casi un metro y medio de largo y uno de ancho, murieron en la arena; iniciaron una investigación para conocer las causas de las muertes
MAR DEL PLATA.- En playas del partido de Pinamar, luego de una sudestada importante que se registró el fin de semana pasado, encontraron muertas dos tortugas de casi un metro y medio de largo y uno de ancho de una especie poco frecuente para estas costas.
El primer hallazgo data del sábado pasado, en el extremo norte de Pinamar, y el segundo fue ayer, en Cariló. En ambos casos, se trató de tortugas laúd o de siete quillas, la variedad de mayor tamaño en el mundo, con registros de hasta casi mil kilos.
La presencia de estos animales sobre la arena, en el caso de Cariló un macho de más de 400 kilos, causó impacto y enorme curiosidad entre decenas de turistas que recorrían esta zona durante la mañana de ayer. “Era enorme y si bien pensamos, en principio que podía estar viva, pronto nos confirmaron que estaba muerta y que, incluso, por eso, el mar la habría arrastrado hasta la arena”, explicó a LA NACION Javier Salinas, que cerraba un fin de semana de descanso en esa localidad balnearia.
Fue su hijo Milo, apasionado de temas vinculados a la fauna marina, el primero que avistó la tortuga y alertó a otros que recorrían el sector en el inicio de una jornada soleada tras varios días de cielo gris, viento y varios chaparrones.
Personal de la organización ambientalista Naturalistas Geselinos respondió por cercanía geográfica ante el aviso de la Fundación Ecológica de Pinamar y procedió a la toma inicial de datos sobre las características del ejemplar.
Ejemplares
La tortuga de siete quillas se llama así por la cantidad de crestas que tiene sobre el lomo con una particularidad adicional: a diferencia de otras de esta familia, no tiene el tradicional caparazón duro. En Brasil, por ejemplo, se la llama “lomo de cuero”.
Es bien distinta de una tortuga tradicional. Tiene el lomo ovoide y brilloso al igual que sus patas, y resaltan esas siete líneas como dientes de serrucho que, casi paralelas, se extienden desde el cuello hasta las aletas traseras.
El nombre científico de la especie es dermochelys coriácea y tiene otras denominaciones más comunes como tortuga laúd, canal, baula o tinglar. “El chico de la ONG ambientalista nos contó que es una especie que desova en África y se mueve hasta nuestras costas en busca de alimento”, recordó Salinas.
Se refiere a Alan Rosenthal, biólogo marino de Naturalistas Geselinos, que se acercó hasta Cariló para hacer el primer relevamiento de datos y dar a los curiosos una breve explicación sobre las características de este animal.
“Tenemos un programa de monitoreo de varamientos coordinado con Mundo Marino para cubrir la costa y trabajamos con reportes de guardavidas y vecinos”, explicó a LA NACION sobre el hallazgo de estas dos tortugas.
Señaló que la de siete quillas es, entre tres tipos de tortugas marinas que frecuentan estas costas, la que se mueve más alejada de las playas. Y recordó que es la única entre siete especies que tiene un caparazón más articulado y no tan rígido. “Suele bucear hasta a 1000 metros de profundidad y su particular caparazón, hidrodinámico, le permite adaptarse a las grandes presiones”, destacó Rosenthal.
Investigación
La tortuga hallada en Cariló fue removida para evitar una posible contaminación de la playa y fue derivada hasta otro sector de la costa, donde se hizo la necropsia que buscará determinar de qué murió, cómo se alimentaba y otros datos que aporten a la investigación de la especie. Para esta tarde estaba previsto hacer lo mismo con el animal hallado el sábado.
Sergio Rodríguez Heredia, director del Centro de Rescate y Recuperación de Especies Marinas de la Fundación Mundo Marino, confirmó a LA NACIÓN que la tortuga laúd o de siete quillas es frecuente verla en estas playas “pero ya muerta”. “Hemos tenido un par de casos de rescates con vida y tuvimos la oportunidad de colocarles un trasmisor satelital para determinar sus movimientos migratorios”, detalló.
Recordó que es una especie que desova en la costa oeste de África y se mueve hacia este otro frente del océano Atlántico en busca de alimentación, constituida en su mayoría por medusas y otros animales gelatinosos.
De las necropsias sobre animales rescatados suele surgir que, en ese proceso de buscar comida, suelen ingerir plásticos que abundan en el mar y resultan letales para el organismo de estos animales.