Sorpresa en Mendoza: la reacción de la congregación que albergó al religioso denunciado por abuso en un tradicional colegio porteño
César Fretes fue acusado por una decena de exalumnos del Colegio del Salvador; luego de esos episodios fue trasladado a esa provincia
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MENDOZA.- En medio de la conmoción por las recientes denuncias contra un jesuita por abusar sexualmente de decena de chicos en el Colegio del Salvador, en la ciudad de Buenos Aires durante principios de 2000, el temor y la incertidumbre se expandieron a Mendoza, donde César Fretes, había sido trasladado en 2003, cuando surgieron las primeras acusaciones, para realizar labores en la comunidad local. Ya en 2007 fue separado de la congregación.
Sin embargo, diversas fuentes consultadas por LA NACION en la provincia, afirman que el religioso, que falleció como consecuencia de un cáncer en 2015, a los 45 años, no tuvo contactos con menores desde que comenzó su nueva vida aquí, donde realizó tareas específicas “bajo control” en la comunidad jesuita local, en un edificio contiguo al reconocido y tradicional colegio de la comunidad, San Luis Gonzaga. Así, desde la escuela, el Arzobispado y la Justicia provincial indicaron que no registran denuncias por abuso sexual en contra del religioso, a quienes muchos conocían “solo de nombre y no lo veían personalmente”, por lo que se mostraron sorprendidos por el accionar del religioso en la ciudad de Buenos Aires.
“Los jesuitas son muy organizados y no suelen tener contemplaciones con quienes provocan semejante daño. Por eso, estamos seguros que en esa época el cura estuvo recluido y con tareas sin contacto con menores”, indicaron a LA NACION fuentes de la curia local.
Fretes nunca se consagró oficialmente como sacerdote. Solo concluyó el seminario en la Compañía de Jesús, donde fue ordenado como “hermano”, y realizó tareas en la comunidad jesuita durante dos décadas; primero, en Buenos Aires y finalmente, en esta provincia.
La preocupación de lo que pudo haber ocurrido en su paso por Mendoza en los primeros años se activó luego de que esta semana dos de los denunciantes, Pablo Vio y Gonzalo Elizondo, de 31 años, dieron su testimonio sobre los presuntos abusos que sufrieron de parte de Fretes cuando eran menores de edad, y que se abriera la posibilidad de que más de una decena de chicos también hubieran sido víctimas en la ciudad de Buenos Aires.
Rol
El delegado de Prevención de Abusos de los jesuitas, Álvaro Pacheco, dijo a este diario que el rol de Fretes en Mendoza se limitó a tareas administrativas y que no tuvo otra vez contacto con menores. Y afirmó que se trató de una “restricción específica” con los chicos de la institución educativa mendocina entre 2003 y 2007, limitado a labores administrativas dentro de la comunidad y abocado al templo. Sin embargo, esa visión dista de lo relatado a LA NACION por las dos víctimas que denunciaron que Fretes fue destinado a otra institución educativa, el colegio San Luis Gonzaga, en Mendoza.
Este diario consultó a diversas fuentes para conocer si existió alguna denuncia contra el “hermano”. Desde la escuela, personal que tuvo contacto con este medio, en reserva, dio más detalles y se mostró consternado por lo ocurrido con Fretes en la comunidad jesuita porteña, aunque aclaró que, en Mendoza, observaban movimientos extraños con varios religiosos de la compañía que llegaban, aunque descartó que el religioso, a quien prácticamente no le conocían la cara, hubiera tenido contacto con los estudiantes, tanto de primaria como de secundaria en la reconocida escuela, que desde 1997 pasó a la modalidad mixta. “No lo conocimos más que de nombre. Nuestro colegio está al lado de la casa [donde residían los hermanos] y de la iglesia, pero de alguna manera estamos separados. En la casa y en la iglesia hay muchos grupos, pero al colegio va solo el cura designado. En Mendoza, el colegio no es como el de Buenos Aires. Acá lo manejan laicos, y lo que tenemos es un capellán que es el único que va al colegio. El resto de los jesuitas no tiene contacto con nosotros. A César lo conocíamos solo de nombre, ni siquiera se mencionaba el apellido; solo sabíamos que estaba el hermano César”, comentaron desde la institución educativa.
“Estoy seguro de que ese religioso no tuvo contacto en secundaria ni en primaria. Yo, en esa época, también trabajaba en el colegio y no lo veíamos. De hecho, no van nunca los jesuitas que no son los capellanes”, agregó un empleado de la entidad, que contó los pormenores de lo que solía ocurrir con los jesuitas que llegaban a Mendoza. “Ahora ha cambiado un poco; pero hubo una época que mandaban a los curas un poco a pensar acá: en general, era por alguna pelea con algún superior o por algún tema de que dudara de su vocación, pero no escuchamos nada de abusos, por eso esto nos toma de sorpresa”, indicó.
En tanto desde la Justicia provincial señalaron a LA NACION que no registran acusaciones contra el “hermano”. “Por ahora, vemos que es muy difícil que exista una denuncia formal en su contra durante los años que estuvo en Mendoza. Estuvimos chequeando en el sistema, pero no encontramos presentaciones por el momento”, acotaron las fuentes oficiales.
Desde el Arzobispado de Mendoza en diálogo con este medio dijeron no recordar al religioso pero, tras realizar las consultas pertinentes sobre investigaciones canónicas, dejaron en claro que no hubo presentaciones en su contra. “Estamos en condiciones de confirmar que en Mendoza no hay ninguna denuncia contra este hermano jesuita”, manifestaron.
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