Sorpresa en el sur: por primera vez en cuatro años, nacieron dos pichones de un ave en peligro crítico de extinción
El macá tobiano es un emblema de Santa Cruz; se calculan que existen solo entre 750 y 800 ejemplares
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Unas horas antes del mediodía del viernes pasado, la Estación Biológica Juan Mazar Barnett recibió un mensaje: dos pichones de macá tobiano habían nacido en la laguna 14, que está ubicada en la meseta del Lago Buenos Aires, en la provincia de Santa Cruz. La noticia, que fue enviada a través de un sistema satelital de emergencia, era más que esperada: hacía cuatro años que este ave marina en peligro crítico de extinción no se reproducía.
“Cada verano es un desafío en sí mismo. Hacía tiempo que no teníamos ni una sola colonia, pero este año ya son cuatro las que están activas, con pichones que nacieron, con los técnicos trabajando sin mayores problemas logísticos y con un pichón en recría”, cuenta Ignacio ‘Kini’ Roesler, coordinador del Programa Patagonia de Aves Argentinas e investigador del Conicet en la Fundación Bariloche.
El cambio climático es la principal causa que impide la reproducción de esta especie. Las nevadas cada vez más irregulares, las sequías en las lagunas y la variación de temperaturas afectan no solamente su ecosistema, sino también a la vinagrilla, una planta acuática que usan los macá tobianos para construir sus nidos. Sin ella, es imposible su reproducción.
Además de esta amenaza global, este ave acuática también se ve amenazada por el visón americano, su principal depredador; la gaviota cocinera, que ataca desde el aire y se alimenta de sus huevos y la trucha arcoíris, que impide el crecimiento de la vinagrilla.
Por eso, como lo hacen todos los veranos desde que se implementó el Proyecto Macá Tobiano en 2010, los Guardianes de Colonia –un equipo de especialistas en manejo y conservación de especies– se instalan, junto a voluntarios de diversas partes del mundo, con la tarea de preservar a los ejemplares de macá tobiano que hoy no superan los 800.
No es una tarea fácil. “Viven en el medio de la nada, acampando en la meseta que está ubicada a 1000 metros sobre el nivel del mar. El clima es muy ventoso y frío. Por la noche, tienen temperaturas bajo cero”, cuenta Roesler. Y su tarea también resulta particular. “No pueden quitarle la vista a la laguna porque puede aparecer una gaviota cocinera o un visón americano”, agrega.
La infraestructura creada por el ser humano también se agrega a la larga lista de amenazas de esta especie. La más alarmante es la construcción de dos represas en el río Santa Cruz que podrían significar la extinción irreversible de esta especie.
Según un informe de impacto ambiental, ambas represas “producen impactos que se reflejan aguas arriba, en la formación de reservorios como resultado de la inundación de ambientes ribereños y terrestres; así como aguas abajo, con el cambio en los flujos de agua y consecuente alteración de depósitos de nutrientes o ciclos de inundaciones naturales”. A su vez, afirma: “Los impactos predecibles serán dados por la interrupción de la dispersión de fauna a causa de la propia represa, pero también, por una destrucción de 51% de los ambientes”.
Un símbolo patagónico
Desconocido hasta hace relativamente poco (fue descubierto en 1974), el macá tobiano acumula motivos de sobra para no pasar inadvertido. Sus ojos rojos, su característico penacho color anaranjado y su plumaje de colores blanco, gris y negro disimulan su pequeñez –pesa solo medio kilo– y sus escasos 30 centímetros de tamaño. Exótico, carismático y sociable, atrae a especialistas en aves de todo el mundo que miran embelesados sus vistosos “bailes” de cortejo.
Para Roesler, el atractivo de esta especie debe ser aprovechado para reforzar la importancia de conservarlo y por ello, buscan convertirlo en el símbolo de conservación nacional. “Es importante tener símbolos. Por eso, queremos lograr que cuando la gente mencione al macá tobiano piense en conservación, como ocurre con el oso panda”, dice.
Con el tiempo, el macá tobiano se fue convirtiendo en un símbolo emblemático de Santa Cruz. Además de declararlo como Monumento Natural Provincial, la imagen de este característico animal puede verse ploteada en colectivos y una agencia de turismo, un almacén, una cerveza y hasta un equipo de rugby han sido bautizadas con su nombre. Incluso, un festival se celebra cada agosto en Río Gallegos para expresar una exitosa temporada de nidificación y reproducción.
“La gente lo ha tomado como un emblema de la provincia. Hay mucha identidad con el macá tobiano. Es un símbolo local. Es muy raro que alguien en Santa Cruz no lo conozca”, señala Roesler.
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