Sólo colecciones de animales cautivos
Cuando un zoológico no rescata fauna, no reintroduce especies amenazadas, no genera conocimientos biológicos ni sanitarios, no educa y no garantiza el bienestar de sus animales, la situación tiende a perpetuarse. Pero buena parte de la sociedad ya no lo tolera, y espera que alguien lidere el rescate de la biodiversidad, como una suerte de Cruz Roja para las especies amenazadas.
Es indiscutible que los aportes científicos, educativos y conservacionistas de la enorme mayoría de los zoológicos son anecdóticos o excepcionales. Y un mal zoológico no es un zoológico. En todo caso será una colección de animales vivos en cautiverio, por lo general, al servicio de la boletería.
Este problema es reversible si prima una política de Estado inteligente. En todo país serio los zoológicos, acuarios y oceanarios, los jardines botánicos, los museos de ciencias naturales, los bancos de germoplasma y las áreas naturales protegidas son herramientas poderosas para resguardar su patrimonio ambiental. Resulta anacrónico que los zoológicos decanos de Buenos Aires, La Plata, Córdoba y Mendoza no lideren los buenos ejemplos. Y en la medida en que las autoridades retarden su transformación, más les costará sobrevivir. Pero no se trata de zoológicos sí o zoológicos no: necesitamos instituciones que cumplan con su misión. Incluso es necesario renovar la denominación. Los malos ejemplos fueron tantos que la palabra "zoológico" tiene una connotación negativa. Más apropiado será llamarlos centros de conservación, de conocimiento o de educación ambiental.
Aunque es difícil identificar un zoológico ideal, existen quienes hicieron las cosas bien. Por ejemplo, la ONG Wildlife Conservation Society (WCS), que maneja los zoológicos del Bronx, Central Park, Prospect Park, Queens Zoo y el Acuario de Nueva York, gestó unos 500 proyectos en más de 60 países. Y no sólo eso: también apoyó la creación de unas 100 áreas naturales protegidas.
Otros buenos ejemplos son la ambientación selvática del Zoo de Leipzig (Alemania), la elección de especies no "carismáticas" que busca salvar el Zoo de Jersey (UK), los programas educativos como el dedicado a los murciélagos en el Zoológico de Chapultepec (México), los planes de reintroducción de Conservation Land Trust (CLT) en los Esteros del Iberá (Corrientes), los del Parque M'Bopicuá (Uruguay), y las tareas de rescate y rehabilitación del centro Güirá Oga (Misiones). No es casualidad que los mejores ejemplos no los lideren las empresas sino organizaciones de bien público.
El autor es naturalista y museólogo
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