Soledad Acuña: "Hay docentes y dirigentes sindicales que usan el aula como un espacio de militancia"
"Yo entiendo que algunos hacen política de esa manera, que las reglas del juego son estas", dijo la ministra de Educación porteña, Soledad Acuña, en una entrevista con LA NACION, desde su despacho en el Barrio 31.
También se refirió a la polémica que provocaron sus declaraciones sobre los docentes y la reacción de sectores sindicales y políticos."Lo que buscaban era que yo perdiera el foco y dejase de pelear por lo que estoy peleando", sostuvo, y anticipó que en diciembre todos los chicos van a tener evaluación con calificación y que está trabajando para que las clases presenciales en la ciudad de Buenos Aires regresen el 17 de febrero.
-¿Cómo era el colegio Primo Capraro, en Bariloche, al que usted asistió y que un medio periodístico vinculó con el jerarca nazi Erich Priebke?
-Bariloche es una ciudad que se caracteriza por todas las colectividades que la construyeron, y la colectividad alemana es una comunidad muy fuerte. Priebke formaba parte de la asociación directiva de la escuela, pero no tenía injerencia en lo pedagógico. El director pedagógico era otro. Fue una educación donde estaba muy marcado el orden y el estudio, una educación muy estructurada, las formas de estudio eran innovadoras, con mucho énfasis en la enseñanza de los idiomas alemán e inglés. Yo fui presidenta del centro de estudiantes; había una construcción de una educación en libertad, nada que ver con lo que dicen.
-¿Cómo la afectaron emocionalmente estas acusaciones?
-Entiendo que es parte de mi trabajo, y lo importante para mí fue no perder el foco, sabiendo que lo que buscaban era que yo perdiera el foco y dejase de pelear por lo que estoy peleando. Lo único que se logró es que yo me ponga más en sintonía con lo que tengo que hacer. Lo que más me duele es que yo no fui sola a la escuela, tenía compañeros, docentes y amigos que fueron a ese colegio. Yo entiendo que algunos hacen política de esa manera, que las reglas del juego son estas, pero me afecta que haya afectado a mis compañeros y a mis amigos y a mis docentes, a quienes respeto y a quienes agradezco la educación que me dieron. Pero insisto, siempre tuve claro que tengo que tener el foco en mi tarea.
-¿Cuál es el foco hoy?
-Hoy el foco está en los próximos 100 días, en que los chicos puedan volver el 17 de febrero a clase. Este año fue muy difícil, y los chicos son los que más perdieron durante esta pandemia, los más afectados en todo sentido. El año que viene cuando iniciemos las clases, va a ser un inicio de clases más desafiante que cualquier otro, porque los chicos no van a ser los mismos después de esta pandemia, las aulas van a ser profundamente diversas. Este año estudió el que pudo, no el que quiso. Las realidades de cada una de las familias fueron lo que hizo que los chicos pudieron estudiar más o menos; va a haber muchas diferencias dentro del aula, muchos desafíos profesionales para los docentes y para las instituciones al llevar adelante la vuelta a clases de forma presencial pero con distanciamiento social. Vamos a empezar la escuela con el virus y creemos que vamos a convivir con el virus un tiempo largo, entonces tenemos que aprender y habituar a nuestra escuela a esa realidad. No tenemos ni que esperar la vacuna, ni estar viendo si viene o no viene el rebrote. Ya vimos el daño que les genera a los chicos no haber ido a la escuela durante tanto tiempo.
-Pero en un principio apoyaron al Ministro de Educación de la Nación, Nicolás Trotta.
-Lo que hicimos en ese tiempo fue poner el foco en que pudiese seguir habiendo continuidad pedagógica, en que los chicos sigan aprendiendo y sigan teniendo clases de forma remota. La ventaja de la Ciudad es que, según nuestras encuestas, el 80% de las familias tenían conectividad. El único lugar donde no hay internet es en las villas. A quienes no tenían les fuimos entregando más de 32.000 computadoras desde el mes de abril. Definimos a nivel curricular cuáles eran los temas que sí o sí se tenían que enseñar, aún en pandemia y de forma remota, los contenidos prioritarios los transformamos en cuadernillos para que quienes no tenían internet pudiesen hacerlo. Estos cuadernillos los entregamos en las escuelas cada 15 días, cuando iban a buscar los alimentos, y después devolvían los cuadernillos completados con toda la tarea.
-¿Cuántos chicos dejarán la escuela después de la pandemia?
-Nosotros pensamos que al finalizar el receso escolar, a fines de julio, íbamos a poder volver a la presencialidad, por eso les pedimos a las escuelas que nos informaran quiénes eran los chicos que no habían podido continuar su vínculo pedagógico y ese número era 6500, que son los que discutimos con el Gobierno nacional.
-¿Por qué el Gobierno nacional dijo que no?
-Hasta mitad de año hubo una concentración de poder en las decisiones del Gobierno nacional; las provincias delegamos la toma de decisiones en materia educativa. A mitad de año empezamos a ver que había diferencias entre cada una de las jurisdicciones y que las decisiones tenían que ser distintas; la Ciudad había establecido los datos del contagio, había una respuesta del sistema sanitario muy positiva, no había desbordes, entonces creíamos que necesitábamos dar pasos hacia la presencialidad; en ese momento dijimos 'déjennos abrir las escuelas para utilizar los espacios digitales' y ahí empezó la discusión que estuvo signada, por un lado, por la necesidad de controlar todo a un nivel central, y después una cuestión política vinculada con lo sindical. Los sindicatos más importantes, como CTERA, manifestaron desde un principio que no querían que se volviera a la presencialidad por un temor a exponer a los trabajadores de la educación.
-¿Cómo se retoma la relación con los docentes después de sus declaraciones?
-Con los docentes yo hablo todos los días, lo que estuvo circulando no son opiniones mías, son datos de la realidad que están basados en encuestas y en informes que se dieron a nivel nacional. Hablan de una realidad que es dolorosa, pero que si no se habla tampoco se trabaja para solucionarlo. Yo se los expliqué en una carta y no siento que esto rompa nuestro vínculo.
-Los sindicatos estaban enojados.
-Una cosa son los dirigentes sindicales y otra los docentes en general. Los dirigentes sindicales, muchos de ellos, hacen política partidaria; CTERA responde al Gobierno nacional. Una cosa es hablar con actores políticos partidarios y otra cosa es hablar con representantes de los trabajadores. Mi vínculo con los docentes es el vínculo del trabajo que venimos realizando todos los días, recorro escuelas todos los días, tenemos espacios de diálogo y estas realidades dolorosas de las que yo hablé en ese video, son realidades que converso con ellos todo el tiempo y sobre las que venimos trabajando. Pasamos de 20 horas de capacitación a 100 horas por año; un docente de la Ciudad tiene dos horas y media de capacitación por semana sobre lengua, matemáticas, tecnología. Esa capacitación que les damos es para estar preparados para enseñar a estudiantes que ahora tienen la información en el celular y tenemos que enseñarles cómo articularla, desarrollar habilidades que les permitan insertarse en un mercado laboral que cambia cada vez más. No fueron formados para eso los docentes.
-En las declaraciones que hizo también habló de la bajada de línea, de adoctrinamiento, de hacer militancia en la escuela. ¿Eso es algo que se pueda cambiar?
-La enorme mayoría de los docentes de la Ciudad entienden el aula como un espacio de pluralidad, un espacio para enseñar a pensar y tener miradas diferentes, tener pensamiento crítico y tener su propio punto de vista, pero hay un grupo de docentes y dirigentes sindicales que usan el aula como un espacio de militancia.
-¿Qué medidas se toman con respecto a eso?
-El principal vínculo entre una familia y la escuela es la confianza: dejan a su hijo, que es lo más importante que tienen en la vida, en una escuela durante seis, ocho horas, y si una mamá o un papá cree que lo que está pasando dentro del aula no corresponde, lo primero que tiene que hacer es ir a la escuela a hablar con el docente, con la conducción de la escuela; lo que no tiene que romperse nunca es la confianza.
-La ciudad de Buenos Aires es uno de los distritos más ricos del país. ¿Por qué la educación sigue siendo pobre?
-No sé si la educación es pobre, no la definiría así.
-Las pruebas Aprender siguen diciendo que hay un gran porcentaje de chicos que no pueden entender las matemáticas.
-Somos la jurisdicción que mejor rendimiento tiene en esas pruebas, pero aún siendo de las mejores ciudades de América Latina en las pruebas PISA, que son las internacionales, sabemos que nos falta mucho, creo que gran parte del problema tiene que ver con cómo enseñamos, cómo enseñamos a enseñar y las estructuras de la escuela que no se adecuan al siglo XXI. Cuando empezamos la propuesta de Secundarios del Futuro lo que buscábamos era otra forma de enseñar.
-¿Hubo resistencia de los docentes?
-En general hubo resistencia. Uno de los aspectos que generó rechazo fue el tema de las prácticas profesionalizables. Estamos convencidos que hay que vincular la escuela con el mundo del trabajo. Sobre todo con las áreas de desarrollo productivo que la Ciudad está impulsando, industrias basadas en el conocimiento; necesitamos que los estudiantes desarrollen vocaciones vinculadas con esas profesiones para poder potenciar el desarrollo económico y social y necesitamos que haya un vínculo mayor entre la escuela y ese mundo del trabajo.
-¿Esas prácticas funcionaron?
-El primer rechazo fue a ese modelo, pero fue un sector politizado. Cuando hablaba con los estudiantes de las escuelas técnicas y de otras zonas de la ciudad, nos pedían que no saquemos las prácticas profesionalizables y había muchos docentes que apoyaban ese modelo. Las escuelas que más resistencia opusieron son las que mejor implementaron el modelo de Secundaria del Futuro.
-¿Cómo será la vuelta al colegio?
-Lo primero que tenés que hacer es conocer que es lo que no aprendieron. Por eso establecimos que en diciembre todos los chicos van a tener evaluación con calificación. Para determinar si necesitan espacios para recuperar y tener nuevas oportunidades para aprender. Por eso vamos a hacer la escuela de verano, donde los chicos que no pudieron alcanzar algún conocimiento van a tener una nueva oportunidad, con cosas divertidas en predios al aire libre y con pileta, con un espacio de recreación. Luego van a volver de manera anticipada el 17 de febrero. Queremos ganar 15 días al inicio del ciclo normal para que los docentes puedan hacer una evaluación del punto de partida de cada estudiante y establecer una progresión para cada uno de esos chicos y así tengan la oportunidad de alcanzar el mismo nivel mínimo.
-¿Se pudo hacer algo en lo edilicio en este tiempo?
-Ya tenemos un relevamiento de las reformas necesarias en términos de adecuación de la ventilación para que pueda volverse a la presencialidad. Además, en la primera quincena de diciembre vamos a abrir un proceso participativo de discusión para especialistas y pensar cuál es el modelo escolar en un año donde hay que hacer adecuaciones curriculares, enseñar a planificar a los docentes de otra manera. Que especialistas de FADU y el colegio de ingenieros nos ayuden a ver las reformas necesarias para adecuarnos a una escuela con distanciamiento social y a convocar a directivos, docentes y estudiantes en instancias participativas para pensarla organización escolar. Las familias van a tener miedos, entonces queremos hablar con ellas para tener certezas a la hora de la llegada al aula. Esta pandemia además de una crisis nos deja muchas oportunidades en materia educativa. Somos la generación que tiene la oportunidad de pensar una nueva escuela.
-Es obligatoria ahora la educación en sala de 4 y 5. ¿Qué pasa con las vacantes en ese sentido?
-Nosotros hace años ya garantizamos las vacantes en lo que es la educación obligatoria desde sala de 4 a secundaria y trabajamos para aumentar la cobertura en sala de 3, y cuando lo logremos iremos para abajo. Es más, el 86% consigue vacante entre la primera y la segunda opción que eligen. Estamos muy bien en términos de vacantes. También se da que los padres que tienen a sus hijos en jardines privados los pasan a los públicos porque estamos abriendo unos muy lindos jardines con muy buen nivel pedagógico, con jornada completa, con comida, siempre gratis.
-¿La educación perdió esa fuerza que tenía en la Argentina de generar movilidad social?
-Creo que como país dejamos de valorar la educación y de ponerla como prioridad y sustento de la movilidad social; dejamos de creer que la educación nos va a hacer crecer; es el principio del fin de la buena educación. Tenemos que volver a creer que no creceremos como país si no valoramos que lo más importante es que los chicos estén en la escuela, que tienen que ir obligatoriamente, que no nos dé lo mismo que aprendan o no aprendan, que siempre hay que evaluar para poder mejorar, ver la evaluación como una forma de mejorar y no de estigmatizar.
-¿Cómo se piensa a futuro? ¿Tiene algún sueño o deseo de ocupar algún otro lugar, de crecer dentro de la política?
-Yo disfruto mucho el día a día de la gestión, y estoy muy comprometida con el proyecto político de Horacio Rodríguez Larreta. Trabajo con él hace más de 20 años, yo creo en su proyecto, en su modelo de país, creo en su modelo de desarrollo, en su modelo de sociedad y trabajo para que ese modelo se pueda cumplir; mi proyecto político hoy es poder acompañarlo. En términos personales no sé que quiero ser cuando sea grande.
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