Esteban Bergner habla de Rudolf Kastner, el abogado judío que negoció con el jerarca nazi Adolf Eichmann para salvar a 1000 familias judías a cambio de dinero. Bergner hoy vive en la provincia de Buenos Aires. A Kastner lo mataron en una calle de Israel en 1957, cuando ya pesaba sobre sus hombros una condena a muerte por estar acusado de colaborar con los nazis. Eichmann y otros altos oficiales alemanes recaudaron cerca de un millón de dólares por el trato, dinero que usaron para escapar de Europa. "A mí y a muchos otros Kastner nos salvó la vida. Esto es lo único cierto que te puedo decir sobre su persona", dice Bergner.
El hombre de sweater azul y jogging gris abre la puerta, sonriente, con sus ojos celestes abiertos de par en par: "Hola, soy Esteban Bergner, mucho gusto, bienvenido". Bergner tiene 92 años. Camina por su casa, agarra un libro que escribió, muestra fotos de sus padres, de su negocio de marroquinería en Buenos Aires.
Dice que fue atravesado por la Historia, que la suya no es la más triste ni la más trágica. Que tuvo suerte. De todos los trenes que salieron desde Hungría cargados de familias judías, Bergner pudo tomar el único que no fue al campo de extermino Auschwitz, en Polonia, gracias a la corrupción del propio partido nazi: "Hitler jamás hubiera aceptado negociar con judíos. Estoy seguro de que él no estaba al tanto de estos acuerdos clandestinos", asegura.
Nació en Cluj, una ciudad de construcciones medievales ubicada a 350 kilómetros de Budapest, que en 1940 fue anexada por Hungría. Ahí vivía con su madre, Juliana, su hermana, Eva, y su padre, Desiderio, quien importaba cueros desde otros países europeos.
El 19 de marzo de 1944 las tropas alemanas ocuparon Hungría. De a poco, las casas del pueblo empezaron a quedar en silencio. Los nazis solían llevarse a las familias y tapiar las casas. "Tenía 18 años y hacía trabajos forzados en un aeropuerto. Siempre volvía despacio a casa por temor a lo que me pudiera encontrar al llegar. Mi corazón solo se calmaba cuando llegaba y abrazaba a mis padres. Un día llegué y no la pude abrir. Me había quedado solo, a mi familia se la habían llevado al gueto", cuenta Bergner en Stefan, el libro que escribió junto a la escritora Luz Vítolo.
Bergner se alistó en el ejército húngaro para poder sobrevivir. Solían aceptar judíos para hacer los trabajos que los soldados húngaros evitaban. Durante esos meses vivió con Bishop, su amigo íntimo, quien estaba en su misma situación.
Una tarde decidió escapar. Aprovechó la distracción de dos soldados y corrió hasta el negocio de cueros de su padre."En el local me crucé con la que era una empleada del negocio. Ella tenía una carta para mí. La había escrito mi tío. Decía que estaban todos en Budapest, que fuera para allá. La carta tenía una dirección. Entonces viajé con el documento de un amigo y un poco de dinero que me prestó".
El lugar indicado en la carta era un instituto para sordomudos, ahí lo recibieron dos soldados de la SS: "No me lo esperaba, eso me asustó. En alemán pregunté por mi padre y luego de cinco minutos eternos salió a darme un abrazo. Había 1684 personas en ese instituto. Todos estaban bien, pero yo me preguntaba por qué estábamos ahí y qué estábamos esperando. Claramente éramos privilegiados". En ese lugar fue que Bergner escuchó por primera vez el nombre Rudolf Kastner,
Faltaba poco más de un año para que finalizara la guerra y los alemanes ostentaban un poder en Hungría que no se condecía con lo que sucedía en el frente de batalla contra los soviéticos. Esos judíos estaban ahí por las negociaciones que llevó adelante el Comité Internacional de Rescate. Este era un comité formado por judíos que oficiaban de mediadores entre las embajadas de países neutrales y los miembros de la SS. Un documento del Museo del Holocausto de Israel, explica que Eichmann quería intercambiar judíos por camiones y provisiones.
Eichmann mandó a Joel Brand, un miembro del Comité, con esa oferta a negociar con Estados Unidos e Inglaterra, lo que los británicos llamaron: Blood for goods (sangre por bienes). La propuesta era la siguiente: un millón de judíos a cambio de 10.000 camiones y provisiones.
Esos judíos estaban ahí por las negociaciones que llevó adelante el Comité Internacional de Rescate. Este era un comité formado por judíos que oficiaban de mediadores entre las embajadas de países neutrales y los miembros de la SS. Querían intercambiar judíos por camiones y provisiones.
"Era imposible que los Aliados fueran a acceder. Nadie quería alimentar al monstruo alemán, además, lo que pedía Eichmann era demasiado", dice Bergner. El Comité mandó emisarios a Estambul, Londres, Washington, pero en todos lados fueron rechazados. A Brand lo detuvieron porque sus movimientos por Europa le causaron problemas a los Aliados. Entonces Kastner se puso al frente de la negociación con los nazis.
"Kastner fue a negociar con Eichmann y le mintió en la cara. Se metió en la cueva del lobo. Le dijo que las negociaciones con los Aliados estaban avanzadas, le mintió acerca de los camiones y lo convenció de que tenía más poder del que en realidad tenía. Es cierto que en ese juego, Kastner apostó nuestras vidas, muchos se lo reprocharon, pero también es cierto que nuestras vidas estaban casi perdidas. Auschwitz estaba muy cerca".
Si bien en un principio negoció con Eichmann, luego Kastner trató con Kurt Becher. Según indica el mismo documento del Museo del Holocausto israelí, Becher era un oficial de alto rango de las SS y fue parte de las SS-Totenkopfverbände, las unidades de la muerte que dirigían los campos de concentración nazi. Cuando lo enviaron a Budapest, Becher se encargó de extorsionar a judíos ricos en nombre de Heinrich Himmler, el líder de las SS. Becher es un actor central en esta historia, se dice que acumuló más de ocho millones de francos suizos que provenían de familias adineradas a las cuales extorsionó para salvar sus vidas.
Kastner apostó nuestras vidas, muchos se lo reprocharon, pero también es cierto que nuestras vidas estaban casi perdidas. Auschwitz estaba muy cerca
El 30 de junio se despertaron con la noticia de que debían armar su equipaje. Nadie sabía cuál iba a ser el destino. En un primer momento pensaban que irían a Palestina, otras versiones hablaban de España o Portugal. "Como un ejército de mendigos, caminamos las calles de Budapest hacia la estación. Las personas nos miraban. En esos ojos vimos desconcierto, odio y lástima. Cuando llegamos a la estación había un tren para transportar animales y todos lo abordamos".
El tren tenía cerca de treinta vagones con lugar para ocho caballos cada uno. En ese espacio viajaban entre 60 y 70 personas. "Se cerraron las puertas y todo fue oscuridad. Habían colocado un balde que hacía de baño para todos. El vagón era inhabitable". Bergner tuvo la sorpresa de encontrarse a Bishop, su amigo de Cluj, en el instituto para sordomudos de Budapest. Hasta el día de hoy, ninguno de los dos tiene muy en claro por qué sus familias fueron en ese tren. No eran adinerados. Bergner cree que fue porque Kastner era de Cluj y conocía a su padre.
El tren iba por vías secundarias para que nadie lo viera. El 9 de julio de 1944 llegó al campo de concentración Bergen-Belsen, en Alemania. "No sabíamos cuánto tiempo íbamos a estar ahí. La SS nos arengaba con látigos y ovejeros alemanes. Luego nos enteramos que ese era un campo especial. El único objetivo era mantener con vida a judíos con privilegios. Lo único que hacíamos era salir a la mañana para el recuento. No trabajamos, no hicimos nada. El 18 de agosto llegó un oficial de la SS con un librito y empezó a nombrar personas. Me nombró a mí, y a mi familia. En total nombraron a más de 300 personas que fuimos subidas a un tren y el 21 de agosto llegamos a Suiza. Los que se quedaron en Bergen-Belsen fueron a Suiza unas semanas más tarde".
Después de la guerra, Kastner fue a Palestina. Con la creación del Estado de Israel, se convirtió el portavoz del Ministerio de Comercio e Industria en 1952. Al año siguiente, Malchiel Gruenwald, un periodista, lo acusó de haber colaborado para que miembros de la SS se escaparan de Europa o no fueran condenados en los Juicios de Núremberg. También lo culpó de no haberle advertido al grueso de la población judía de Hungría que serían deportados a Auschwitz y solo beneficiar a judíos acomodados.
De hecho, Kastner declaró a favor de Kurt Becher en Núremberg y este no fue condenado: "No hay dudas de que Becher fue uno de los pocos SS que tuvieron el coraje para oponerse al programa de aniquilamiento de los judíos e hizo todo lo que pudo para salvar vidas humanas", dijo Kastner en el juicio. No queda claro por qué Kastner defendió a Becher, ya que todo indica que él se hizo rico presionando a judíos adinerados a cambio de protección. El motivo de su defensa es una duda histórica sin resolver.
Una corte israelí encontró a Kastner culpable de ser cómplice de los nazis en el asesinato de más de 700 mil judíos húngaros. El veredicto decía que "le vendió el alma al diablo" negociando con los nazis, una sentencia que él apeló. En 1957 Kastner fue asesinado en una calle de Israel por un miembro de la ultra derecha israelí. Al año siguiente, la Corte Suprema de ese país anuló la sentencia contra Kastner y limpió su nombre, excepto por el artículo en el que habla sobre la defensa que hizo de Becher.
"Antes de terminar, me gustaría decir unas palabras sobre Kastner. En mi familia lo recordamos como un héroe. En esos meses oscuros, sus gestiones nos consiguieron el salvoconducto que nos permitió todo lo demás. Las infinitas posibilidades que nos dio nuestra vida, incluyendo a mis cuatro hijos y seis nietos, fueron gracias a él", concluye Bergner.
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