Guillermo Roux: "Luz dorada, sillones de madera tapizada y el teclear de máquinas de escribir; ese fue el momento en que llegué a la Redacción"
Mi memoria no acumula datos y precisiones. El tiempo pasa y deja sensaciones que están guardadas en un presente atemporal. ¿Fue en la calle Florida o quizás en el edificio que vi construir? No creo que esos datos sean necesarios para traer una luz dorada, sillones de linda madera tapizada y el teclear de máquinas de escribir. La puerta de madera robusta con picaporte brillante. Ese fue el momento en que llegué a LA NACION.
El periodista José Daniel Viacava me dio la mano, afectuoso, sonriente, sin apuro, dándome tiempo. No recuerdo para qué había ido al diario. Lo importante para mí fue conocer a Viacava y aprender; él abrió la puerta por la que entré. Claudio Escribano me explicaba con precisión el trabajo que debía realizar. Él hacía que lo difícil fuera más fácil, que los apuros no entorpecieran el trabajo. Me llamaba seguido para hacer ilustraciones; recuerdo especialmente aquellas que se daban a toda página.
Me viene a la memoria una dedicada a Cristo, que no era asunto fácil. Y se me ocurrió hacer el dibujo basándome en un modelo. Encontré que en Buenos Aires hay quien hace de Cristo en procesiones. No recuerdo ahora dónde ni en qué barrio parroquial. El caso es que me llegó un catálogo con fotos de actores parecidos a Jesús. Pude encontrarlo y combinamos el día y la hora para que viniera a mi taller.
Sonó el timbre de casa y quien atendió la puerta, entre sorprendida y un poco asustada, me dijo que había llegado Cristo. "Bueno, hágalo pasar", le dije. Cuando subí al taller, encontré a Cristo vestido con una áspera túnica blanca. El modelo hablaba muy poco y miraba intensamente; me pareció que estaba en trance cuando dijo que le gustaba el desierto. "Bueno, Jesús en el desierto", le dije cuando le puse una piedra adelante y le indiqué que mirara allí. Su mirada no era de este mundo. Estaba en el desierto. Terminé la carbonilla rápido, ese mismo día. No habló, ni saludó antes de irse. Apenas movió los labios y murmuró algo que no entendí. Palabras que eran un extraño sonido.
A este Cristo de Buenos Aires lo vi irse por la vereda con su áspera túnica blanca. No supe más de él. Al otro día entregué el dibujo en LA NACION, a Escribano le gustó y se publicó a toda página en el diario.
Me gustaba ir al diario, me atraía la variedad de temas. Naturalmente, no era poco publicar algo a una página en LA NACION
El San Martín fue también complicado. Como siempre, tratando de no caer en lo tradicional, hice dos: uno para el diario y otro para la tapa del libro de Jorge Fernández Díaz sobre el Libertador, cada uno con su historia. Para el diario conseguí un modelo en las fotos que vi de extras de cine y TV. Vino un extraño personaje que fumaba como un energúmeno. Le dije: "San Martín, no fumes más". Y lo tuve quieto una tarde. Vivía en una villa donde todos lo conocían como San Martín. Lo hice señalando al que mira. El de la tapa del libro lo busqué entre los granaderos; fueron tan buenos conmigo que cuando fui al regimiento me encontré con varios modelos. Lo hice sable en mano.
En fin, siempre traté de hacer lo mejor que podía, y de entregar mi trabajo en el tiempo convenido. Me gustaba ir al diario, me atraía la variedad de temas. Naturalmente, no era poco publicar algo a una página en LA NACION.
Estas líneas serían más largas de lo que se puede si nombrara a cada uno de los grandes periodistas, escritores, críticos de arte, diseñadores y fotógrafos que conocí. Pienso en Hugo Beccacece, por el que siento un especial afecto; María Paula Zacharías, con quien compartí tantas horas de trabajo; Alicia de Arteaga; la diseñadora Jesica Rizzo, siempre con buenas ideas, y mi querido Rafael Squirru, quien fue tan generoso conmigo. Los fotógrafos, sorprendentes y pacientes.
El diario se modifica y vuelve siempre con novedades. Hoy veo lo que hacen los nuevos ilustradores, tan talentosos. Los textos de Pablo Gianera, de Joaquín Morales Solá, de Jorge Fernández Díaz. Y los escritores, queridos amigos que ya no están y que injustamente no nombro. Todos profesionales que ayudaron a despejar mi camino. LA NACION me acerca a ellos cada mañana, cuando llega el diario a mi casa.
* Artista
Guillermo Roux
Temas
- 1
- 2
Un vuelo de Aerolíneas Argentinas tuvo problemas cuando pasaba por Río de Janeiro y debió regresar a Buenos Aires
- 3
La advertencia de un psicólogo sobre los festejos en Navidad: “No hay que forzar a nadie”
- 4
En la ciudad. Lanzan un programa para que los mayores de 25 terminen el secundario en un año: cómo inscribirse