Sin stock hace 15 días: alertas por WhatsApp y otras estrategias para conseguir repelentes en plena epidemia de dengue
En supermercados y farmacias, es casi imposible comprar el producto; el Gobierno señaló que se “generó un cuello de botella que se va a solucionar”
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“Te hago la pregunta del millón…”, dice una clienta al entrar a la farmacia Nueva Social Fénix, en el barrio de Villa Pueyrredón. “No tenemos”, contesta de manera automática la empleada, desde atrás del mostrador. No necesita escuchar la pregunta, ya sabe cuál es. Desde hace dos semanas que el local donde trabaja no tiene stock de repelentes, pese a los pedidos matutinos y vespertinos que ella y sus compañeros hacen a diario a los diferentes proveedores con los que trabajan. “¿Cuándo va a ingresar?”, sigue la clienta. Para esta pregunta la farmacéutica también tiene una respuesta de rutina: “No sabemos”.
Este comercio todavía no ha colocado el cartel de “sin stock” que tienen sobre las góndolas de repelentes gran parte de los supermercados y farmacias de la zona. Hace por los menos un mes que conseguir estos productos se ha vuelto una odisea para todos en la ciudad y la provincia de Buenos Aires. Los faltantes se vuelven cada vez más evidentes, y hasta el mismo ministro de Salud de la Nación, Mario Russo, admitió ayer que en algunas regiones como el área metropolitana de Buenos Aires (AMBA) se ha generado “un cuello de botella que se va a subsanar”. “Es un problema entre la oferta y la demanda”, agregó el funcionario, en diálogo con Radio Continental.
En municipios como Vicente López y en diferentes barrios de la ciudad, los vecinos tienen grupos de Facebook, algunos incluso de WhatsApp donde el principal tema de conversación es la llegada esporádica de repelentes a alguna farmacia o comercio de la zona. “Me voy fijando. Los vecinos postean cuando consiguen. La otra vez dijeron que había llegado una carga al Carrefour de Mosconi, pero cuando llegué ya no quedaba más”, cuenta, sentada frente a su computadora, la librera Celeste Gómez, desde el mostrador de su comercio, ubicado en la intersección de la avenida Mosconi y Artigas.
A unas 20 cuadras, en la vereda de una sucursal de una cadena de supermercados de Villa Urquiza, el sábado pasado se formó una fila de unos 30 metros, luego de que una vecina informó en un grupo de Facebook que había conseguido repelente allí. “Nos habían llegado justo 240 unidades, y la gente llegó enseguida. Hasta que no se terminaron, la fila no paró. Después de eso no volvimos a tener”, cuenta el encargado del comercio, desde el mostrador. Para él, es lógico que se genere tanta expectativa alrededor del producto, dada la escasez de la oferta y la necesidad de los clientes. “Acá, en el barrio, está explotado de dengue. Cuando ya tenés un pariente con dengue, como le pasa a muchos clientes, sabés que, si les vuelve a agarrar la enfermedad, puede ser muy grave. Entonces tienen que cuidarlos especialmente”, explica.
En un recorrido por 13 comercios de diferentes barrios de zona norte del conurbano y la Capital, LA NACIÓN solo encontró repelentes en uno. En este local, ubicado en el barrio de Olivos, no había stock de ninguna de las principales marcas, sino solo uno de segunda marca a base de aloe vera y con un Deet (el principio activo del producto) de apenas 5%; los más vendidos tienen entre 10% y 25%. En tanto, los farmacéuticos consultados afirmaron que más del 70% de las consultas que reciben a diario son de clientes que buscan repelentes.
“¡No hay!”, le confirma Marcela Perroti, de 55 años, a su marido, al llegar a la góndola vacía de un importante supermercado de zona norte. Con el changuito en mano, la vecina de Vicente López muestra en su celular un grupo de WhatsApp que comparte junto a otros 20 conocidos de la zona, en el que comparten datos de dónde conseguir repelente y diferentes soluciones alternativas en caso de no poder abastecerse.
“En la anterior ola, una amiga nos compró a todos los del grupo en una distribuidora, pero ahora no consigue ni siquiera ahí. Así que nos pasamos recetas caseras”, cuenta la mujer, que optó por llevarse un insecticida de ambientes. “Si no consigo para mí, al menos voy a tirar por mi casa”, explica. “Dicen que agua con ajo sirve para ahuyentarlos”, suma Jorge, un cliente jubilado que pasa minutos después por la misma góndola vacía.
La falta de repelente en las casas de familia no solo se debe a la dificultad de conseguir el producto, sino también al precio del mismo. Algunos de los vecinos de Jorge optan por comprar en la principal aplicación de compras online a domicilio, pero hasta ahora él se ha rehusado debido a los precios, que describe como exorbitantes. “Al naranja, lo vendían a $20.000 la unidad o seis por $90.000. ¡Es impagable!”, suma.
En los comercios, dicen los clientes consultados, también han detectado precios llamativamente altos en las últimas semanas. “Llegaron a pedirme $18.000 por uno en un almacén de Olivos. Es carísimo –dice el arquitecto Matías González, de 40 años, mientras camina bajo la lluvia por las calles de Núñez–. Por suerte, tengo unos amigos de zona sur que venden, entonces cuando nos vemos me dan uno. Ya me queda poco, pero una semanita más tiro”.
Los mismos farmacéuticos y comerciantes advierten que hoy es más probable conseguir repelentes y espirales en sucursales de cadenas de supermercados que en farmacias y almacenes. Esto se debe, afirman, al tipo de compras que realizan. “Los supermercados compran producciones enteras, por eso llegan. Los pedidos que llegan ahora están hechos de hace meses. En cambio, las farmacias y los pequeños comercios se manejan con un stock regular”, afirma el encargado de una sucursal de una reconocida cadena de supermercados. De todas formas, advierte, estos locales están desabastecidos de repelente.
Lo que actualmente preocupa a los comerciantes es la falta de previsibilidad sobre cuándo volverá a entrar este producto y también los espirales. “Hace dos semanas recibimos por última vez. Habíamos pedido 400 y llegaron 200, y a media mañana no había más. Los clientes están desesperados. Entramos a las páginas de las droguerías y está todo en rojo”, afirma Jorge Luna, encargado de una farmacia de Villa Pueyrredón. Su colega, a cargo de la Farmacia Artigas, ubicada a pocos metros, dice que recibe hasta 50 consultas por día de personas que buscan este producto. “Yo les digo que ni lo busquen, porque no lo van a encontrar”, dice, resignado.
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