Sin clases. "Me tienen muy mal no saber si tendré una graduación"
Con un panorama aún incierto sobre la vuelta a las aulas, durante estos meses, los colegios hicieron el foco en el acompañamiento no solo pedagógico y psicológico de los alumnos. La modalidad virtual no solo cambió la forma de enseñar sino también la llegada de los equipos de orientación a los alumnos. Estos no dejaron de funcionar, sino que, por el contrario, reforzaron su atención frente a la situación inédita que planteó la pandemia. Ante la ausencia de la presencialidad, el contacto con los chicos se hizo de múltiples formas: a través de una clase por Zoom con tutores, o una reunión virtual con psicólogos y psicopedagogos, una llamada telefónica o incluso a través de las mismas plataformas de estudio o el correo electrónico.
"Nuestro principal desafío en estos momentos fue sostener la escuela en dos aspectos, en lo que tiene que ver con el aprendizaje, pero también en lo que respecta a los vínculos de los chicos entre ellos y con los docentes y directivos. Por eso establecimos tutorías semanales por Zoom, para que pudieran conectarse desde los afectivo, desde sus realidades diversas, contar qué les pasa", explica Roberto Tallarico, rector del nivel secundario del Instituto Ceferino Namuncurá de Villa Urquiza. También se tuvo en cuenta el hecho de que muchos no se animaban a hablar en el contexto de una clase virtual, y entonces, lo hacían en privado con el tutor o psicólogo.
"En el caso de nuestro colegio, lo que más manifestaron fue la preocupación por la salud de sus familiares, especialmente de los mayores, y por la situación económica de los padres", señala Tallarico. Otras inquietudes recurrentes estuvieron relacionadas con la sensación de un año que se pierde, de extrañar la rutina, a los amigos y el tema de cómo cambiaron también sus casas a partir de que conviven más tiempo.
Nacional Buenos Aires
En líneas similares se encuentran las conclusiones de Valeria Bergman, rectora del Colegio Nacional de Buenos Aires, quien encuentra que las preocupaciones de los alumnos tienen que ver con la relación con sus pares, con sus docentes, a la pérdida del espacio compartido del aula, en algunos casos a la dificultad para participar de las propuestas pedagógicas por cuestiones técnicas vinculadas con los recursos informáticos o con la organización familiar. "También manifiestan mucha incertidumbre por la situación actual, si se volverá a las aulas, cuándo y de qué manera, cuál será la modalidad de acreditación de sus saberes", asegura.
Por su parte, Lucía Feced, subsecretaria de coordinación pedagógica de la ciudad de Buenos Aires, asegura que durante estos meses los Equipos de Orientación Escolar (EOE) y Equipos de Asistencia Socioeducativa (ASE), trabajaron en distintas cuestiones relacionadas con las dificultades escolares que planteó la pandemia y el consecuente aislamiento. En los últimos meses, en CABA, ambos equipos realizaron más de 10.000 intervenciones vinculadas a la falta de contacto de los estudiantes (2960), seguimiento (1945), con dificultades para sostener la tarea pedagógica (1558), necesidades sociales como alimento o alojamiento (490), situaciones de Covid-19 (463), dificultades emocionales (365), situaciones de vulneración de derechos (311), falta de conectividad (269), entre otros.
Tanto a nivel primario como secundario en la ciudad de Buenos Aires, una cuestión que apareció a partir del testimonio de los chicos fue una identificación muy clara de la escuela como espacio de sociabilización. "En palabras de los chicos: extrañar a la escuela como el ámbito de encuentro con los amigos, con otros adultos, la necesidad no solo de que la escuela funcione como un lugar para aprender contenidos sino para entablar vínculos", advierte Feced.
Jardín de infantes
"Tanto los chicos de jardín de infantes, como los de primaria o secundaria piden volver a encontrarse con sus amigos", dice Santiago Tiscornia, coordinador de Orientación Escolar del Colegio Northlands de Olivos. "Es claro que los púberes y adolescentes logran soslayar esta situación mediante el uso de la tecnología, que al día de hoy suple en gran medida algo de esa interacción social, pero teniendo en cuenta que nada puede reemplazar el encuentro físico. Y esto último se ve muy claramente en los más pequeños quienes piden poder jugar con otros niños y niñas, y no mediante las pantallas sino en el patio y en las aulas del colegio, donde ese encuentro físico mediado muchas veces por el juego, es tan importante para su desarrollo psico-afectivo".
Desde el Colegio Saint George, en Zona Norte, Alexander Cherry, coordinador del equipo de orientación y bienestar, asegura que el colegio hizo foco en un programa de bienestar socio emocional que tienen desde 2018, por el cual cada alumno puede ponerse en contacto con su tutor a diario. "La principal preocupación de los alumnos es estar encerrados y aislados de sus amigos y familiares, privándose de la familiaridad y de muchas de las actividades que están acostumbrados a hacer y que habían planeado", aclara.
Así lo expresa Martina Macchia, de primer año del Saint George: "Cuando en marzo nos dijeron que el colegio iba a cerrar me empecé a preocupar por cosas que en este momento parecen insignificantes, como que no iba a poder ver a mis amigas todos los días, que recién me estaba acostumbrando al nuevo mundo de la secundaria, que iba a estar aburrida. Después de unas semanas me di cuenta que los problemas que derivan de esta pandemia son mayores, por la cantidad de gente que no puede ir a trabajar, que no recibe ingresos, en la cantidad de muertes, en los abuelos totalmente aislados. Lo que más me inquieta en este momento es no saber cuándo todo volverá a ser como antes", cuenta.
Incertidumbre
"A mí lo que más me afecta es la incertidumbre que todo esto genera. Aparte de estar constantemente preocupada por la salud de mis familiares que son parte de grupos de riesgo, no saber si voy a tener una graduación me tiene muy mal. Me genera mucha desilusión cursar mi último año vía internet. Un día estoy perfecta y motivada para hacer mis trabajos, pero al día siguiente me cuesta salir de la cama. Me encuentro constantemente en un ciclo de días buenos y malos pero mi familia, amigas y colegio siempre me ayudan a seguir adelante", dice Sol Bardessono, alumna del último año del secundario del Northlands de Olivos.
Sin duda, los últimos años están entre los más afectados por la pandemia porque llegan al fin de su escolaridad de una manera inédita. "Esta situación repercute en su mundo interno, en sus emociones. No pudieron hacer la presentación del buzo, ni el viaje de egresados, y probablemente tampoco tendrán fiesta. Muchos de ellos nos dicen: ‘ustedes saben que van a volver en algún momento, pero nosotros no sabemos si vamos a volver’. La secundaria les queda inconclusa, les falta lo que corona la trayectoria escolar", analiza Tallarico. En todos los niveles, lo que más manifiestan los alumnos es una revalorización de lo cotidiano que hoy no tienen. "El valor de la escuela como espacio de contención, acompañamiento y sociabilización es irremplazable, porque las cosas que los chicos comparten allí no las comparten en ningún otro lado", finaliza.
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