Sigue la tensión: ya son cuatro las escuelas secundarias tomadas en la ciudad
Los estudiantes protestan contra la calidad de las viandas, las prácticas profesionalizantes, las reformas educativas y la “persecución política”; el gobierno porteño denunció a ocho adultos que consintieron la participación de sus hijos en la protesta
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Esta mañana un auto frenó en la puerta de la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas N°2 Mariano Acosta, situada en Urquiza 277, en Balvanera, encendió las balizas y esperó a que una adolescente ingresara al colegio. La escena parecía parte de la rutina habitual de una chica que iba a clases, pero no lo era porque desde el viernes pasado la escuela está tomada por los alumnos. De las rejas del edificio colgaban carteles pintados a mano que decían “con hambre no se puede estudiar” y “basta de persecución política”, entre otras frases. El ingreso se encontraba bloqueado por bancos y los únicos que podían entrar y salir eran los estudiantes y sus padres.
La escena no fue aislada. El Ministerio de Educación de la ciudad confirmó que los colegios tomados hoy fueron cuatro. Además del Mariano Acosta, la Escuela Normal Superior en Lenguas Vivas Sofía E. Broquen de Spangenberg, conocida coloquialmente como “Lengüitas”; la Escuela Superior de Educación Artística en Arte Cerámico N°1 y la Escuela de Educación Media Nº1 Federico García Lorca también se sumaron a la medida de fuerza. Las tomas se dan tras los dichos de la ministra Soledad Acuña en los que responsabilizó al kirchnerismo y a la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) por el accionar de los jóvenes. “Los alumnos y alumnas están siendo fogoneados a tomar a estas medidas violentas”, dijo la funcionaria. Esta noche, el ministerio confirmó que la Ciudad, a través de la Procuración General, denunció en el fuero penal contravencional a ocho padres por infringir el artículo 58 del Código Contravencional porteño, que sanciona a quien ingrese o permanezca contra la voluntad del titular del derecho de admisión en un lugar público, tal como Acuña había advertido más temprano.
Isabela Espátola, alumna del Mariano Acosta y coordinadora de turno de la toma, dijo a LA NACION que la medida tiene como objetivo visibilizar cuatro reclamos. “Por un lado, el tema de las viandas, que no nos llegan en cantidad ni en calidad porque somos alrededor de 850 personas en el colegio y nos llegan solo 120, que son una vergüenza. El sándwich de jamón y queso es cada vez más chico y, a veces, ni quisiera trae jamón. Para muchos estudiantes esa vianda significa la comida que van a ingerir durante la jornada y nosotres (sic) entendemos que, con hambre, no se puede estudiar. Por otro lado, el tema de las reformas inconsultas. [Horacio Rodríguez] Larreta y Acuña planean proyectos por atrás sin consultar con la comunidad educativa y así es como hoy en día tenemos que ir a hacer pasantías a empresas privadas para terminar la secundaria o los docentes tienen que capacitarse los fines de semana. Por eso, en tercer lugar, queremos que el modelo educativo incluya a toda la comunidad educativa. Y por último, que termine la persecución política en los centros de estudiantes”, explicó Espátola, que esta mañana se encontraba en la puerta del establecimiento junto a Carla Andrade, presidenta del centro de estudiantes.
Como parte de la persecución política que denuncian, Andrade dijo que el viernes pasado, tras anunciar la medida de fuerza, sufrieron un “atentado” para intentar frenar la toma. “El día que arrancó la toma tuvimos un corte de luz intencional para que les pibes nos fuéramos del colegio”, dijo. Sin embargo, la falta de luz no impidió que las cerca de 150 personas que forman parte de la toma se quedaran a dormir en la escuela viernes, sábado, domingo y esta noche también. Según Andrade, hoy fue el último pernocte de toma en el Acosta ya que mañana a las 7 se prevé levantar la medida para que puedan ingresar y tener clases el resto de sectores.
Julio Pasquarelli, vicerrector de la escuela, dijo que, a pesar de no estar de acuerdo con la medida de fuerza, apoya los reclamos de los estudiantes, por lo que estuvo en las inmediaciones de la escuela durante toda la toma para asegurarse de que los chicos estuvieran bien.
Con respecto a las medidas, Acuña dijo a LA NACION: “Tomar una escuela es una medida absolutamente violenta que vulnera el derecho a la educación del resto de los chicos y chicas de la escuela. Lo que es llamativo es que no son reclamos que se venían discutiendo desde antes, pasaron de cero a 100 en una sola semana. No hubo ninguna instancia de pedido de diálogo; fueron directamente a asambleas para votar tomar las escuelas y entre el listado de consignas que motivan las tomas hay reclamos insólitos. Por ejemplo, la exigencia de poder faltar a clases todo lo que ellos quieran”.
Además, Acuña denunció la circulación de un manual en el que, según dijo, aparecen los discursos que los chicos repiten y todas las instrucciones sobre cómo tomar una escuela. “Estos manuales están siendo repartidos por el kirchnerismo a través de su sindicato UTE, y de distintos legisladores del Frente de Todos de la Legislatura porteña. Son ellos quienes están incitando a los chicos a tomar estas medidas violentas”, dijo.
El “Lengüitas”
En el “Lengüitas” la toma comenzó este mediodía, cuando desde la vereda se podían escuchar los cánticos de los estudiantes que decían “que se vayan”, en referencia a las autoridades que aún permanecían en el colegio.
Según informó el Ministerio de Educación, el llamado “protocolo antitomas” implementado en 2018, establece que el rector debe permanecer en el colegio hasta que todos los padres sean comunicados de la situación para que, en caso de que lo desearan, puedan retirar a sus hijos del establecimiento.
Inés Quiroga fue una de las madres que este mediodía se llevó a su hija del colegio. “Ella está enojada porque no quería irse, pero nosotros como familia ya vivimos cómo es una toma y no estamos de acuerdo. Se cómo afecta a, por ejemplo, las familias de primaria y no me parece”, dijo. Fuentes del Ministerio agregaron que el mismo protocolo establece la suspensión de clases en todos los niveles educativos de la institución ya que no están garantizadas las medidas de seguridad e higiene correctas.
Así, mientras algunos padres retiraban a sus hijos del colegio, una docente que tuvo que irse y prefirió resguardar su identidad dijo a LA NACION: “Estoy muy enojada. Esta toma es un delito y una vulneración a mi derecho a trabajar y los derechos de muchas otras personas. Creo que los chicos se pusieron superfundamentalistas y no piensan. Además, durante las tomas están absolutamente solos y se pasan de alcohol, se pasan de porro. Trasladan la previa a una institución pública”.
Por el contrario, Nancy Vega, madre de un estudiante y parte de la cooperadora que apoya la toma, dijo: “El motivo principal del reclamo es el tema de las prácticas [profesionalizantes] que tienen que hacer los chicos obligatoriamente. Estas no tienen nada que ver con lo que los chicos están estudiando. Por ejemplo, una de las prácticas fue ir a un hotel donde los mandaron a lavar los platos porque no estaban vestidos acorde, cuando la idea original era que atendieran el teléfono en inglés. Además, no los acompaña ningún docente. La idea no es mala, pero esta mal implementada. Por otro lado y al contrario de lo que se dijo, esta no es una medida sorprendente, ya se sabia que esto era una posibilidad después de haber hecho tantas sentadas, cartelazos, caravanas educativas, paros estudiantiles y otras manifestaciones”. LA NACION intentó comunicarse con la presidenta del centro de estudiantes, pero no recibió respuesta.
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