“Siempre es un desastre”. Burocracia y falta de médicos en el conurbano: el lado B del colapso de los hospitales porteños
Los pacientes denuncian problemas de diversa índole para atenderse en los centros de salud municipales, provinciales y nacionales ubicados en el Gran Buenos Aires
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Marcela Mendoza –ama de casa, 55 años– abre su celular y muestra su extensa conversación de WhatsApp con la central de turnos del Hospital Dr. Alberto Balestrini, principal centro médico de Ciudad Evita, de gestión provincial. “Desde junio que les mando mensajes, y siempre es lo mismo: me envían una respuesta automática preguntándome la especialidad médica que necesito, les cuento y después no me vuelven a contestar. Ahí atiende el único especialista en columna que hay en todo La Matanza, desde que se jubiló el que me atendía a mí”, cuenta la mujer, que desdey se acercó joven sufre fuertes dolores de espalda debido a su escoliosis.
Por esta falta de respuesta, hoy viajó hasta el Hospital Posadas, dependiente de la Nación, en Morón. “Me dieron turno para dentro de un mes. No doy más del dolor”, cuenta la vecina de San Justo, desde la sala de espera de este centro de salud.
En la guardia del hospital, a unos metros, unas 50 personas esperan ser atendidas; entre ellas Valeria, quien este mediodía se abanicaba con un papel para paliar el calor. “Siempre es un desastre acá. La vez pasada vine con un dolor fuertísimo de panza y me mandaron a hacer dieta, ni ecografía me hicieron. Después fui a otro hospital y me dijeron que en verdad eran piedras en la vesícula. Me hubiese gustado irme a tratar a la Capital, pero no puedo ni caminar del dolor”, comentó a LA NACION, echada sobre una de las sillas de la sala, con el rostro desencajado.
Axel, de 30, también iría a atenderse a la ciudad si la situación lo permitiera: “Siempre voy al Argerich. Ahora estoy acá porque mi novia está intoxicada desde hace tres días y se sentía muy mal como para viajar hasta allá. Tiene vómitos y cólicos con sangre. Ya vinimos acá ayer y le dieron un remedio, pero no le hizo efecto”, cuenta el vecino de Gregorio de Laferrere, quien prefirió resguardar su apellido.
Los pacientes lo repiten una y otra vez: prefieren atenderse en la ciudad de Buenos Aires, inclinación que en los hechos se constata en las largas filas y la sobredemanda que se registran cada vez más en los hospitales porteños. El domingo, el fenómeno cobró especial trascendencia pública luego de que se viralizara un video de un médico del Hospital Argerich, en el barrio de La Boca, colapsado, pidiendo paciencia a las decenas de personas que esperaban a ser atendidas en la guardia. La problemática fue mencionada esta mañana por el jefe de gobierno, Jorge Macri, quien culpó a la Provincia por no “asumir su responsabilidad” en el asunto.
LA NACION recorrió hoy distintos hospitales del conurbano y pudo detectar que, según personal médico y pacientes, las principales razones detrás de este fenómeno son la falta de médicos de especialidad en algunos municipios bonaerenses, la demora para conseguir turnos y la “mala atención”, además del cierre de algunos servicios, como es el caso de la guardia del Hospital del Niño de San Justo, el único centro pediátrico de La Matanza, que dejó de funcionar en junio del año pasado debido a la baja de 45 especialistas y que, desde entonces, solo atiende casos de riesgo de vida. Especialistas de otros municipios suman a la lista otras trabas, como falta de insumos médicos y profesionales que no dan abasto.
“Tenemos un solo endocrinólogo y un solo diabetólogo, entonces el exceso de pacientes dificulta que se dé turno a pacientes nuevos. Hay que derivar a la gente nueva a otro lado porque un único médico no da abasto”, comentó esta mañana una enfermera del Hospital Arturo Oñativia, ubicado en el partido de Almirante Brown y de gestión provincial. Entre las especialidades con disminución de personal, dice, también se encuentran psiquiatría y, en menor medida, pediatría.
En el mismo hospital, esta mañana una vecina enfurecida daba un portazo de salida luego de no conseguir insulina para su hija de 12 años, que tiene diabetes. “Vengo del Garrahan [un hospital de gestión mixta], me dijeron que tenía que venir acá, pero me tienen dando vueltas hace una hora y nadie me dice nada. Mi nena necesita su medicación. Sin eso, no vive”, contó al borde del llanto a LA NACION antes de abandonar el centro médico.
A esa misma hora, la guardia del Hospital del Niño de San Justo, dependiente de la municipalidad local, se encontraba desierta. “Solo emergencias”, se leía en una cartulina que colgaba en la puerta de entrada. “La guardia volverá a abrir cuando vuelva a haber médicos. Ahora hay un pediatra por día en la guardia, entonces solo atendemos casos graves, como convulsiones, por ejemplo. Así funcionamos todos los días menos los domingos, cuando no hay ningún médico de guardia”, sumó un empleado del triage. “Se fueron unas 45 personas, por mal pago y otras situaciones. Antes la guardia estaba desbordada. Ahora no queda nada”, detalló otra empleada del centro de salud, en cuya fachada cuelga una gigantografía del Ministerio de Obras Públicas de la Nación que anuncia la “Ampliación del Hospital del Niño”, como parte del Plan Argentina Hace.
Es por eso que los pacientes pediátricos que llegan al hospital sin turno deben dirigirse a la sala de espera de Demanda Espontánea, un servicio que, según informan los recepcionistas, hoy abrió al mediodía y que da una determinada cantidad de turnos por jornada. “Se le recomienda a los pacientes venir bien temprano para ya anotarse”, dicen. “Es complicado que no haya guardia. Vinimos a las 8 a anotarnos, pero abren después de las 13. Si venís a las 12, tenés que volver otro día”, comentó María Lasarte, de 30 años, que trajo a revisar a su hija, Chiara, de 3 años, que se lastimó la cabeza.
Consultados sobre cuándo volverá a funcionar la guardia pediátrica, voceros de la Municipalidad de La Matanza niegan que el servicio se encuentre fuera de funciones y afirman que “se están atendiendo todas las emergencias que llegan”. A su vez, mencionan que la crisis de médicos de especialidad es una situación general que atraviesa a todo el sistema de salud pública.
En la sala donde esperaban quienes tienen turno para ver a un pediatra, también se registran largas esperas: “Siempre son cuatro o cinco horas de espera. Llegamos a las 10, para un turno que tiene mi hijo a las 11, que tiene BCGitis [una reacción a la vacuna BCG]. Son las 12.30 y todavía no aparece en pantalla”, menciona la mujer, que es docente y destaca que es mejor atenderse en este hospital y no a través de la obra social IOMA. “Si voy por IOMA, me dan turno para dentro de tres meses”, agrega.
La visión de Kreplak
“Los hospitales en la provincia están trabajando a full. Y hacen falta más”, sostuvo Nicolás Kreplak, ministro de Salud bonaerense, ayer en diálogo con LA NACION a propósito de la demanda de servicios de residentes de la provincia en centros de salud porteños. “Es histórico”, agregó, y lo atribuyó a varios factores, como, por ejemplo, al hecho de que los medios de transporte son centrípetos” y entonces “a veces, hay localidades en la provincia en las que el tren o el colectivo tienen un trayecto que hace más cómodo ir a la Capital que atravesar el mismo distrito para llegar al centro de salud local”.
“También hay tres millones de bonaerenses que ingresan a diario a la ciudad a trabajar, y muchos se atienden antes o después del trabajo –continuó el funcionario–. Hay más oferta [de atención] en la ciudad y tienen más hospitales [que la provincia] por población”, y terminó por enumerar una disparidad económica entre ambos distritos que adjudicó a “la diferencia en la coparticipación”. Repasó que también vecinos porteños se atienden en la provincia, incluidas cirugías en centros de alta complejidad, como trasplantes.
Además, Kreplak admitió debilidades del sistema de salud en las zonas más densamente pobladas del conurbano: mencionó hospitales, centros de salud y más trabajo en red. “Falta aún la integración de los sistemas nacional, municipal, provincial y privado”, agregó.
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