“Si tocan a los trabajadores, va a haber lío”. Silencio, afiches que ya no están y empleados divididos por la grieta en Pami y Anses
En ambos organismos estatales, hay quienes creen que un ajuste sería necesario, como también quienes temen un recorte de personal. “Toda nueva gestión trae gente. Si llegan 1000 nuevos, con el cambio de gobierno se van 300 y se quedan los otros 700”, argumenta un empleado.
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En la sede central de PAMI ya no quedan afiches contra el presidente Javier Milei. Los quitaron la semana pasada, justo antes de su asunción, detalla un empleado que salió a la vereda microcéntrica a fumar. Si hasta hace pocas semanas, el clima dentro de este organismo era de efervescencia política, ahora parece reinar el silencio, los rumores y, sobre todo, la incertidumbre de quién se quedará y quién no.
“Los de las jefaturas altas seguro van a volar. Después, hay mucha gente nombrada por el Gobierno anterior que se está escondiendo entre los distintos equipos de trabajo para que no los echen”, afirma Verónica, de 57 años, quien trabaja en este organismo estatal desde hace 34 años. Mientras ella fuma, en el interior del coloso de la avenida Corrientes se reúnen el director ejecutivo entrante, Esteban Leguizamo, y las autoridades actuales, pertenecientes a la gestión de Luana Volnovich.
A pocas cuadras, en la central del Anses, donde asumió como titular el economista Osvaldo Giordano, el hermetismo de los empleados es mayor. En su sede central, ubicada frente a la residencia temporaria de Milei –el Hotel Libertador–, algunos trabajadores aseguran tener órdenes de no dar declaraciones. Entre quienes sí acceden a hablar, al igual que en el PAMI, hay quienes creen que un ajuste sería necesario, como también quienes temen un recorte de personal. Pero por sobre cualquier diferencia política, todos concuerdan en algo: “Si tocan a los trabajadores, va a haber lío”.
ATE, que es el sindicato más importante dentro de PAMI, ya convocó a los trabajadores a una marcha para el 19 y 20 de diciembre contra el ajuste en el sector público, una de las principales consignas de campaña del flamante Presidente.
“El clima está tenso. Si las medidas llegan a no gustar, ya te digo que va a haber resistencia”, dice una empleada de la Anses al ingresar al edificio. No quiso dar su nombre, al igual que la mayoría de los empleados, por temor a represalias.
Entre ellos, muchos vuelven a hablar del menemismo, cuando el gobierno intentó realizar un ajuste en el sector público y se encontró con la resistencia de los trabajadores. “Hicimos una medida grosa, me acuerdo, muchas marchas, y así impedimos que echaran a muchos compañeros”, cuenta Diego, de 51 años, que trabaja desde hace 31 en la gerencia económica financiera de PAMI.
Me acuerdo que nos vestíamos todos de negro para manifestarnos y que no hubiera más despidos”, suma Verónica, a la vez que afirma que hoy sí estaría de acuerdo con un achicamiento del organismo. “Estamos rodeados por La Cámpora”, dice. Y agrega: “Cada Gobierno contrata a más gente, y cada vez hay más y más”.
La grieta dentro de los organismos
Los empleados con décadas de antigüedad en la empresa estatal que fueron entrevistados por LA NACION no se muestran temerosos: “Los que están preocupados son los últimos que entraron y los que tienen cargos altos, nosotros no”, explica Daniel, en camino al quiosco de la esquina. Él cree, aunque no se anima a decirlo dentro del edificio, que sería necesario un recorte de personal: “Toda nueva gestión trae gente. Si llegan 1000 nuevos, con el cambio de gobierno se van 300 y se quedan los otros 700. Y así se van acumulando”, argumenta.
Entre los nuevos empleados que suma cada gobierno, según Jorge, abogado, que trabaja en el sector de auditoría médica hace 40 años, hay “muchos militantes”.
“En las últimas décadas desplazaron a los que realmente sabían para poner a gente no competente, todo por razones políticas. Hace unos años, pusieron en la gerencia de auditoría médica a una abogada especialista en derechos humanos. Creo que hay que achicar, volver todo más eficaz”, opina.
Según los empleados consultados, los sindicatos que hasta hace unas semanas pasaban por los escritorios advirtiendo sobre los riesgos del nuevo gobierno nacional, ahora se mantienen expectantes a las nuevas medidas. Mientras, dentro del Anses, los empleados se debaten entre el temor al ajuste y la incredulidad. “Muchos tienen miedo. Otros dicen que al final Milei no va a poder hacer nada de lo que prometió”, suma Adriana, de 30, al ingresar a la sede de la calle San Martín.
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