Sex offender, un polémico libro de ficción que compila las confesiones de un violador serial
"Un lector bien informado sabe distinguir entre una novela erótica y la mía, que busca la denuncia social", dijo su autor, el italiano Eugenio Cardi; el escritor se presentó durante la Feria del Libro y generó controversia
"Yo estaba detrás, ella tenía mi respiración sobre su cuello y una mano apoyada sobre sus caderas, de modo que, a través del delgado vestido que llevaba puesto, podía sentir el elástico de su tanga; esto me excitaba locamente, tenía que poseerla enseguida, no podía esperar ni un minuto más. Salimos de la fila de asientos del teatro, en el pasillo que nos separaba de los baños la acerqué todavía más a mí, abrazándola con la mano izquierda que estaba libre de la pistola. Éramos una sola cosa, la podía sentir toda, su cuerpo caliente estaba todo en mis manos. Con la mano derecha mantenía la semiautomática con más fuerza aún; estaba cargada y sin seguro, si no tenía cuidado, corría el riesgo de matarla de verdad ahí, frente a todos."
El texto de la solapa del libro Sex offender es elocuente. Hace pocos días, esta novela del escritor italiano Eugenio Cardi, se presentó en la Feria del Libro y despertó la controversia. A tal punto que la editorial que lo publicó en Argentina, De Ciutiis ediciones, tuvo que publicar una aclaración en las redes sociales acerca de la índole del libro. "De ninguna manera se pretende defender o justificar al agresor en estas páginas; el intento realizado es el de querer ampliar el radio de observación, para poder captar mejor todas las variables de este tristísimo y alarmante fenómeno social", publicó la editorial.
El propio Cardi lo explicó durante una entrevista con LA NACION sobre su polémico libro. "He querido tomar el tema pero esta vez desde una perspectiva distinta del fenómeno del abuso sexual. Cambiando el punto de vista en 180 grados, ocupando el rol del verdugo y no el de víctima, como en mi anterior novela", asegura en el prólogo del libro.
–En el prólogo afirmás que el abusador también es una víctima. ¿Suscitó polémica tu declaración?
–No, puedo decir, con seguridad, que nadie ha negado mi declaración, aunque entiendo que puede parecer un poco fuerte. Pero hay que entender el verdadero significado de lo que quería decir. El abusador es una víctima en el sentido de que, estadísticamente, a menudo era abusado antes de abusar de alguien que, a su vez... Es una cadena real, que va destruyendo. Quizás el abuso no haya sido sexual o físico. El abandono, la negligencia también son formas de abuso. Tengo trato frecuente con psiquiatras y criminólogos. Hace poco di un seminario en la Universidad de Roma Tre precisamente sobre los "sex offender". Y los especialistas coinciden en el punto de vista sobre el que avanza mi novela: el abusador es en sí mismo una víctima de esta sociedad violenta, una persona a la que se le ha robado una infancia feliz. Presenta una compulsión a la repetición. ¿Por qué? Porque sustancialmente uno hace con los demás lo que le hicieron.
–¿Cómo trabajaste la psicología del personaje para lograr ponerte en la piel de un violador?
–Durante muchos años trabajé en la cárcel y llegué a conocer delincuentes de todo tipo. Particularmente para este libro, estudié casos clínicos, tanto en Italia como en los Estados Unidos. El modus operandi se repite, con las variantes de cada caso. Esto me permitió delinear un patrón de conducta: todos entran en una especie de espiral que los lleva a aumentar progresivamente el nivel de violencia y sangre, buscando situaciones cada vez más graves. Se arriesgan cada vez más y más, hasta llegar a una situación en la que puedan ser descubiertos, aunque esto no siempre ocurre. Pero además, conté con el apoyo de un amigo que es psiquiatra y criminólogo, catedrático en esa materia, que trabaja con este tipo de casos en el día a día y que me ayudó a construir la psicología del protagonista y a entender cómo su mente entra en esta escalada de violencia.
–Dejás en claro que no buscas defender ni justificar a quien abusa. ¿Te atacaron por asumir el relato desde ese lugar?
–No, no tuve problemas. El libro en Italia ha ido muy bien, tanto en forma impresa como en formato digital, y encabezó los rankings de ventas de e-books. Creo entender bien mi medio. Mi objetivo no es ofender sino hacer frente a este fenómeno y sus causas a través de una novela que tiene un alcance mucho más amplio que un libro técnico.
–¿Por qué creíste importante contar la historia desde el punto de vista de un violador?
–Porque en mi libro anterior (Irene F. Diario de una borderline) se había enfrentado el punto de vista opuesto: el de una niña maltratada, durante cinco largos años, por su padrastro (Irene F. ha sido traducido a varios idiomas y se presentó ante el Senado de la República Italiana hace unos meses). Así que pensé en cambiar la perspectiva y asumir, esta vez, el papel del agresor.
–Tu libro se publica en un momento en el que se vive un boom de la literatura erótica. ¿No temés que se interprete como parte de esa tendencia?
–Ciertamente este peligro existe, pero yo creo que el lector bien informado puede distinguir una novela erótica y que la mía (aunque muy humilde) tiene fines de entretenimiento, por supuesto, pero ayuda a la información y la difusión. Por lo menos es una novela que, en mi opinión, nos quiere hacer pensar en un grave problema social generalizado y presente en todo el mundo.
–Incluiste una frase de Henri Michaux en el arranque del libro: "Ve profundamente dentro de ti para olvidar cómo eras y cómo escribes". ¿Lo lograste? Es decir, ¿conseguiste hallar dentro tuyo rasgos que te pudieran identificar con un violador?
–En este caso, creo que la primera habilidad de un escritor debe ser esa, ser capaz de hacerse pasar por personas muy diferentes a uno mismo. Es el mayor desafío. Creo que era lo que quería decir Michaux con sus palabras. La escritura realista implica tener que enfrentarse a un largo viaje en el interior de un alma, hasta el punto de olvidarse, incluso que él es algo distinto.
–¿Cuál fue el feedback del libro entre las víctimas de abuso sexual?
–Muy positiva, en el sentido de que las mujeres que han sufrido abuso sexual, al sentirse identificadas, están más dispuestas a hablar de lo que les pasó. De otra forma, desde otro ángulo. El abuso sexual es un delito que a menudo se tiende a subestimar o la víctima se termina sintiendo juzgada. En estos años, a causa de mi trabajo en el ámbito social y también a causa de mis libros, estoy constantemente en contacto con mujeres, en su mayoría muy jóvenes, que han sido abusadas. Yo me animo y les pregunto su historia, para poder después representarlas. Me han convocado en la cámara de senadores y otras ocasiones públicas para representar su reclamo. Esta es una forma de que la voz de ellas no sea silenciada, porque absurdamente este es el único crimen en el que la víctima, de algún modo avergonzada por lo que le ocurrió, trata de ocultar a su agresor en vez de gritar su denuncia con violencia y desesperación.
–¿Es reversible la "mente enferma" de un violador, como la llamás en la novela?
–Creo que es posible trabajar en la psicología de un violador para garantizar que no vuelva a atacar. Personalmente, he trabajado mucho tiempo en la cárcel y tengo contactos con una organización de psicólogos y criminólogos que realizan justamente ese trabajo, con el objetivo de garantizar que los culpables de un crimen tan pesado como este no vuelvan a cometerlo en el futuro. Sin duda, no es una tarea fácil y no siempre se tiene éxito, pero creo que es importante, por lo menos, intentarlo.
–¿Cuál es la mayor confesión de un violador?
–Sin duda, la de abusar de su propia hija, especialmente a una edad temprana.
–¿Por qué creés que este libro puede colaborar a que más mujeres denuncien el abuso?
–Las mujeres tienden a soportar en silencio el abuso. Lo ocultan. Humildemente espero que mi libro sirva para perforar ese velo de secreto y asegurarse de que las mujeres se animen a denunciar a sus agresores.