¿Servidoras de Dios? Según el Opus Dei, sus empleadas domésticas cobraban sueldo
“Quizás la que dirigía la residencia hacía una caja común con todos los sueldos”, dice la directora de la rama femenina de la Obra en Buenos Aires
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Catalina María Donnelly está en una posición difícil. Con 58 años y un título de abogada, es directora de la rama femenina en Buenos Aires del Opus Dei, una institución católica a la que 43 mujeres de origen humilde acusan de haberlas hecho trabajar gratis como empleadas domésticas.
Son exnumerarias auxiliares, una de las categorías de pertenencia a la Obra, con orientación en trabajo de servicio, y dicen que fueron reclutadas cuando eran adolescentes con la promesa de continuar su educación, pero que la instrucción fue en tareas domésticas.
Están patrocinadas por el abogado Sebastián Sal y acusan al Opus Dei de trabajo no remunerado en la limpieza y la cocina de los centros de la Obra durante su instrucción y también en los años posteriores. Aún no presentaron una demanda porque la estrategia del abogado es negociar una compensación económica sin llegar a la Justicia.
Las mujeres hoy tienen entre 40 y 60 años, y el período que denuncian de instrucción y trabajo no remunerado en el Opus Dei fue entre 1980 y principios de los 2000.
Donnelly es numeraria, otra de las formas de pertenencia a la Obra, orientada a personas con carreras universitarias, y dice estar dolida por las acusaciones. “Yo en persona les quisiera pedir perdón de lo que han sufrido y cómo lo han vivido ellas. Me da mucha pena que con la edad que tienen no hayan podido resolver ese aspecto de su vida. No es la experiencia que tengo con otras (numerarias auxiliares) que también se han ido de la Obra”, dice en una entrevista con LA NACION.
Admite, sin embargo, que puede haber habido lo que ella llama “informalidad” en la remuneración. “Quizás la que dirigía la residencia (donde vivían las exnumerarias auxiliares) hacía una caja común con todos los sueldos y de ahí se enfrentaban todos los gastos”, explica.
En un comunicado publicado hoy, desde la Oficina de Comunicación del Opus Dei dijeron que, en septiembre de 2020, un abogado se presentó alegando representar a 43 mujeres que fueron miembros del Opus Dei respecto de su situación previsional en años en los que brindaron servicios profesionales para iniciativas apostólicas promovidas por la Prelatura y que “la escasa información suministrada por el abogado no resultó suficiente para el análisis de la situación previsional de cada caso”.
“Entendemos que los casos podrían ser muy diferentes entre sí, sin embargo, a pesar de no haber ninguna demanda judicial de por medio, de haber quedado a disposición en repetidas oportunidades, de haber manifestado apertura para escuchar y comprender los argumentos y detalles del reclamo presentado, al día de la fecha el abogado no se ha presentado formalmente ni ha brindado más información”, afirmaron.
Y agregaron: “Aunque haya habido algunas experiencias personales negativas, siempre se obró conforme a la legislación vigente y con el propósito genuino de promover el desarrollo humano y social de las personas”.
El Instituto de Capacitación Integral en Estudios Domésticos (Icied), como se llamaba el colegio del Opus Dei cuando se fundó, en 1972, era una escuela de internadas ubicada en el predio más emblemático de la Obra, conocido como La Chacra, que queda en Bella Vista, en el noroeste del Gran Buenos Aires. Muchas de las 43 mujeres representadas por Sal pasaron por el Icied, pero no todas. El Opus Dei tiene colegios similares en otros países, como Paraguay, y allí asistieron las exnumerarias auxiliares nacidas en ese país.
El Icied cerró en 2017, durante la gestión de Donnelly. “Nos pareció que ya no era adecuado a las circunstancias actuales de la mujer en la sociedad. Yo hubiese preferido cerrarlo antes”, aclara.
Eso no impide que rescate el trabajo del colegio durante sus más de 40 años de existencia. “Se trataba de mejorar la situación en que estaban las chicas. Buscábamos brindarles lo que teníamos a nuestro alcance para su mejora integral, como nos enseñó san Josemaría (Escrivá de Balaguer, el fundador del Opus Dei)”, explica.
-¿Hubo trabajo no remunerado de numerarias auxiliares en centros del Opus Dei, como acusan siete mujeres entrevistadas por LA NACION?
-Nunca vi trabajo no remunerado en centros de la Obra. Siempre fue remunerado. Y lo que se hacía durante la cursada de las alumnas en el colegio no era trabajo; eran prácticas profesionales aprobadas por el Ministerio de Educación y fiscalizadas por los inspectores.
-Pero las numerarias auxiliares entrevistadas dicen que, después de su formación, tampoco recibían sueldo por su trabajo.
-Lo que puede ser es que se llevara todo muy familiarmente. Las numerarias auxiliares no son empleadas del Opus Dei, son el Opus Dei, es su propia familia. Ahí puede ser que no haya habido prolijidad, pero cada centro tiene un presupuesto aprobado. Ahora que después la caja se llevara más a nivel familiar, como una caja común, puede ser. Hoy en día está mucho más ordenado. Todas tienen sus recibos de sueldo.
-¿Entonces es factible que estas mujeres nunca hayan recibido su sueldo en mano?
-Estoy segura de que lo recibieron siempre, pero viste que a veces las personas más grandes se encargan de todo; por ahí teníamos un proteccionismo que está mal. Sí había una informalidad, hoy no lo hacemos así. Lo que sí estoy segura es de que nunca les faltaba nada a nivel de médicos, ropa, todo lo que necesitaban.
-Las exnumerarias que entrevistamos ponen en duda la condición de familia y su vocación. Hablan de una relación asimétrica, en la que dicen haber sido engañadas siendo adolescentes. Una dice que les hicieron un “lavado de cerebro con guante blanco”.
-Había muchas alumnas en el colegio y no todas pidieron la admisión al Opus Dei. No era condición ser miembro del Opus Dei para entrar al colegio. Además, muchas de las contemporáneas de estas mujeres hoy están en el Opus Dei y no tienen esa visión. Tenemos experiencias positivas, aunque no niego que hubo otras experiencias negativas y lo he vivido con mucho dolor, me da pena. He tratado con gente que se fue de la Obra y ha sufrido. Estamos hoy disponibles para poder ayudar en lo que se pueda.
-¿Le parece adecuado el trato que recibían esas chicas que podían tener 15 años y estaban lejos de su casa y, según lo que dicen, las instaban a asumir compromisos religiosos que luego derivaron en el trabajo no remunerado que denuncian?
-Eso es parte de la evolución que hemos tenido. No es infrecuente que una persona siendo joven se plantee una vocación, como un Messi, que empezó a entrenarse a los 12 años, o la nieta de Palito Ortega, que a los 15 años ya quiere ser modelo. Que vos te plantees una vocación dentro de la Iglesia siendo joven es bastante frecuente, pero la maduración que había de las personas hace unos años ahora es mucho más lenta. Antes se podía pedir la admisión desde los 14/15 años. Ahora no se puede ser del Opus Dei hasta la mayoría de edad.
-¿Hacen autocrítica o piden perdón por la experiencia que denuncian estas mujeres?
-Yo en persona les quisiera pedir perdón de lo que han sufrido y como lo han vivido ellas. Me da mucha pena que con la edad que tienen no hayan podido resolver ese aspecto de su vida. No es la experiencia que tengo con otras mujeres que también se han ido de la Obra.
-Son 43 mujeres las que representa el abogado y todas coinciden en las acusaciones.
-Sí, claro, es un número. ¿Las 43 son denuncias previsionales por falta de aportes? Porque muchas de ellas son amigas nuestras.
-¿Por qué cree que hacen estas acusaciones?
-Este abogado se ha intentado comunicar con muchas, hace muchos años que está rondando. Además, es lógico que cuando llegan a cierta edad empiezan a ordenar los papeles para jubilarse. No es la primera vez que personas se acercan para ordenar sus papeles. Las hemos atendido siempre.
-Pero la acusación excede la falta de aportes previsionales. Las siete mujeres con las que hablamos no solo tienen aportes faltantes, también dicen que nunca cobraron un sueldo.
-Para responder eso habría que ver los casos concretos.
-¿Por qué quiere pedir perdón entonces?
-Por cómo lo vivieron, por cómo lo sintieron. Así como tengo experiencias positivas también soy consciente de experiencias negativas
-¿El perdón es por cómo lo vivieron ellas, o hay algo específico en su educación o en su trato con el Opus Dei por lo que considera que debería pedir perdón?
-A mí me parece muy importante el perdón. Me es difícil juzgar situaciones particulares si no estoy con las personas que lo vivieron. No puedo pedir perdón por tal persona porque no sé lo que le pasó. Me parece que es de cristiano pedir perdón, que es un deber mío y si tengo la oportunidad de hacerlo, lo haré. Pero no me gusta banalizar el pedido de perdón, hacerlo así no más.
-¿El trabajo no remunerado que denuncian estas mujeres es parte del pedido de perdón?
-Por supuesto que hoy no admitiría que fuera así, con el trato familiar que explicaba antes. De hecho, hace muchos años que esto se ordenó. Pero como siempre he visto en el presupuesto de las residencias que todas recibían un sueldo no puedo decir que les quiero pedir perdón porque no tenían sueldo, porque para mí sí lo tenían.
-¿Y por qué cree que las siete nos dijeron que no cobraron?
-Quizás la que dirigía la residencia hacía una caja común con todos los sueldos y de ahí se enfrentaban todos los gastos.
-Parece un acuerdo poco habitual.
-Hoy en día es inentendible y está muy mal hecho, pero en ese momento se hizo como se hacía en las familias. Yo también trabajé desde los 15 años y les entregaba a mis padres el sueldo. Por ahí se vivía así, esa era la intención. Hoy decimos que eso está mal hecho y son cuestiones que tienen incidencia previsional y se pueden arreglar. Lo que pasa es que este abogado (Sal) está obstaculizando mucho.
-¿Por qué?
-El abogado lleva bastante tiempo haciendo que unas exnumerarias busquen a otras. Algunas se indignaron.
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