¿Adicción a las redes? Riesgos, un test rápido y cómo superar la dependencia a las pantallas
Los especialistas hablan de una epidemia silenciosa en adultos, niños y adolescentes que abusan del tiempo en las pantallas; recomendaciones para lograr despegarse del celular
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Scrollear al despertarnos, antes de irnos a dormir; mientras conversamos con nuestra pareja en casa; con nuestros amigos en una reunión; esperando el colectivo o mientras el semáforo está en rojo. Para muchas personas, reposar la mirada sobre el celular se ha convertido en sinónimo de matar las horas o minutos ociosos, pero también esta costumbre ha pasado a interrumpir sus jornadas de trabajo e incluso sus reuniones sociales. Mucho se suele hablar del consumo tecnológico de los niños y adolescentes: de lo que les genera compararse con sus pares en las redes, de la falsa felicidad que les devuelven las pantallas y de los potenciales riesgos para su salud mental. Pero, según los especialistas, poco se discute sobre las consecuencias del consumo excesivo en los adultos, por ejemplo, la ansiedad, la impaciencia y la pérdida de la capacidad de estar aburridos –esencial para la salud cerebral–, así también como lo perjudicial que es para la concentración, la atención y la creatividad.
Los especialistas alertan sobre el gran potencial adictivo de las pantallas para las personas de todas las edades, a la vez que afirman que nos encontramos frente a una pandemia silenciosa. Aunque en la Argentina todavía no se realizaron grandes investigaciones que confirmen esta tendencia, la psicóloga Laura Jurkowski, directora de reConectarse –centro especializado en adicciones a las pantallas– afirma que los argentinos se encuentran dentro de los que más utilizan el celular y las redes sociales en la lista mundial. Y entonces los datos de los usuarios estadounidenses, los principales consumidores, pueden ayudar a dar contexto a la realidad en la que vivimos: allí las personas miran sus celulares un promedio de 47 veces por día –los jóvenes de entre 18 y 24 años, unas 82–, y pasan más de cuatro horas por día en su teléfono, lo que equivale a 28 horas por semana, 112 por mes y 56 días al año, según estudios citados por la divulgadora científica Catherine Price.
“Estamos constantemente distraídos de nosotros mismos, de nuestras vidas”, destaca Anna Lembke, psiquiatra y máxima autoridad en Medicina de las Adicciones de la Universidad de Stanford, en diálogo con LA NACIÓN, a la vez que plantea: “Exponemos nuestros cerebros a dosis altísimas de dopamina para las cuales nuestros cerebros no están preparados”. Junto a otros especialistas, ayuda a entender cómo reconocer la adicción a las redes sociales, a la vez que ofrece ejercicios y prácticas para superarla y prevenirla.
Cómo saber si soy adicto: un ejercicio simple
Jurkowski plantea una práctica simple para detectar un consumo problemático de las redes. El primer paso es lograr registrar cuánto tiempo pasamos a diario en las plataformas digitales, para qué las utilizamos y en qué momentos del día. “En general, todas las personas creemos que consumimos menos tiempo del real, entonces primero es fundamental tener un registro”, dice. Y agrega: “No es lo mismo dedicar un ratito a mirar las redes que estar permanentemente interrumpiendo una actividad para hacerlo”.
Si la persona descubre, de esta manera, que está utilizando el celular más horas de lo que pensaba, que interrumpe constantemente actividades para chequear las notificaciones, o que recurre al celular para calmarse en momentos de nerviosismo o angustia, entonces la especialista recomienda un segundo paso: intentar autorregular el consumo. Proponer limitar su uso de redes sociales a determinados momentos del día. Y así llega al tercer paso: “Si vemos que, luego de los primeros días, no nos acostumbramos, el recorte del uso de las redes nos sigue generando mucho malestar y ansiedad y no podemos cumplir la propuesta, entonces estamos ante un problema”, afirma.
“La verdad es que la mayoría de las personas son adictas. Parecemos máquinas. Lo ves en la calle: la gente va mirando el celular por todos lados. Hay muy pocas personas que no sacan el celular en el colectivo, por ejemplo. Además, la gente se junta y está con el celular al lado, sobre la mesa. ¿Por qué el mensaje no puede esperar?”, se pregunta la neuropsicóloga Cynthia Zaiatz, jefa del departamento de Salud Mental del Sanatorio Modelo de Caseros. Destaca también que mientras en general los adolescentes y adultos jóvenes tienden a compartir contenido y a estar pendientes de las reacciones de los demás usuarios, los adultos mayores suelen pasar horas consumiendo contenido de otros de manera pasiva.
El líneas generales, al igual que con cualquier droga o comportamiento, se considera que una persona es adicta a las redes sociales cuando su consumo daña a ellos mismos o a su entorno, destacan los especialistas.
El riesgo neurológico del sobrestímulo constante
Generalmente se habla de la ansiedad como el principal resultado de la adicción a las redes, pero los expertos consultados señalan otros daños colaterales generados por este consumo compulsivo, por ejemplo, la impaciencia ante los procesos naturales de la vida.
“Las redes sociales buscan la satisfacción inmediata, y así nos vamos acostumbrando a obtener la satisfacción ya, y empezamos a no tener tolerancia a los procesos, digamos, a que las cosas vayan ocurriendo. Las redes entrenan nuestro cerebro en esta búsqueda de tener todo ya, a buscar satisfacción a través del consumo en vez de hacerlo a través de otro tipo de actividades que toman más tiempo”, destaca Jurkowski.
También subraya que interrumpir las actividades que estamos haciendo para mirar el celular produce problemas de atención y concentración, ya que de alguna manera “desentrenamos” a nuestro cerebro. “El cerebro no es multitasking. Puede ser que parezca que uno puede hacer muchas cosas a la vez, pero no. Por ejemplo, si estamos mirando una película o estamos estudiando y en el medio empezamos a mirar el celular, en ese momento perdemos la atención y la concentración”, indica.
Uno de los hechos que más preocupa a los especialistas es que los adultos hemos perdido, en gran parte, la habilidad de estar aburridos, de no necesitar recurrir al celular durante el tiempo libre. “Realmente perdimos la habilidad de estar en un estado de ocio sin estar constantemente estimulados de manera externa. Siempre estamos en este modo reactivo, lo que significa que estamos constantemente teniendo una respuesta de estrés. Dejar que nuestro cerebro se calme y descanse es muy importante para su salud y para sentirnos tranquilos, con una sensación de estabilidad y serenidad”, afirma Lembke.
También destaca que muchas veces, al recurrir a las pantallas, lo que las personas evitan es el vacío que genera no tener algo que hacer. “Creo que realmente necesitamos permitirnos a nosotros mismos sentarnos en tranquilidad, estar aburridos, y dejar que los pensamientos y sentimientos aparezcan. Algunos pensamientos pueden asustarnos, como ‘¿de qué se trata la vida?’. Pero vale la pena tenerlos. Y creo que como individuos y como cultura estamos constantemente evitándolos. Estamos constantemente distraídos de nosotros mismos, de nuestras vidas. Lo que tenemos que hacer es apagar estos dispositivos un rato”, dice. También destaca que la falta de aburrimiento, de tranquilidad mental, afecta de manera negativa, por ejemplo, en la creatividad.
Superar la adicción
“Cuando detectás una alerta roja, la primera solución es borrar la aplicación de la que sos adicto”, subraya Zaiatz. Esta técnica, que a primera vista parece drástica, es la misma que se usa para el tratamiento de muchas otras adicciones. Se trata de la abstención. Las especialistas destacan la importancia de, al menos por un tiempo, evitar el uso de la red social que genera mayor dependencia para reconfigurar su consumo. Luego puede ser incorporada, pero limitando su uso.
En la práctica no es fácil: “A una mujer de 40 le hice cerrar el Instagram. Y duró un día. Eso es una alerta roja terrible. La mayoría de mis pacientes no lo logra”, afirma la psicóloga, aunque también destaca casos exitosos: “Un paciente pudo eliminarla por una semana y mejoró un montón. Me decía: ‘La verdad es que me puse a leer, presté más atención a mi casa, a mis plantas, fui a pasear a la plaza’. Después la reincorporó y pudo usarla mucho menos. Y es que, al ver lo bien que se sentía, no quiso volver a los niveles de consumo anteriores”.
Lembke aconseja, por lo menos, extender la abstinencia por un par de semanas. “Claro que necesito usar el celular para mi trabajo, pero quizás no necesito estar en TikTok. Entonces me puedo comprometer a eliminar esa aplicación y abstenerme de utilizarla por un período suficiente para lograr este reseteo. Hay que realmente abstenerse, reconocer que son drogas y que estoy esclavizado por estas aplicaciones. Las personas recuperadas comienzan a tener vidas mucho más plenas”, afirma.
Además de limitar el consumo, los especialistas destacan la importancia de descubrir la razón detrás de la adicción. “El uso compulsivo de estas herramientas muchas veces viene a llenar un vacío de la persona o bien busca en estas una satisfacción o una gratificación que de otra manera no puede encontrar. Es importante trabajar este vacío o este problema que llevó a la adicción, buscar otras maneras más saludables de sentir satisfacción”, concluye Jurkowski .
En la página web de ReConectarse, los especialistas han creado un test rápido para que una persona pueda verificar si es o no adicto a internet. La prueba puede encontrarse en el siguiente link: https://reconectarse.com.ar/adicciones/soy-adicto-a-internet/
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