“Será la más grande”: los imprevistos desafíos que demanda instalar una planta potabilizadora de agua en la Antártida
Un equipo de especialistas de la UBA y el Comando Conjunto diseñó la central que funcionará en la renovada Base Petrel
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“El mayor desafío es el clima”, dice Roberto Serafini, docente de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y uno de los responsables del diseño de una planta potabilizadora de agua de la Antártida.
En aproximadamente dos años, la Base Petrel de la Antártida contará con una con capacidad para abastecer a 140 personas, pero antes tendrá que afrontar el enorme desafío del clima antártico: temperaturas que solo en circunstancias muy excepcionales superan los 0ºC y vientos que pueden alcanzar velocidades de más de 70 km por hora, que arrastra la nieve y anulan completamente la visibilidad.
El proyecto surgió a partir de la firma de un convenio entre la Facultad de Agronomía, el Comando Conjunto Antártico (Cocoantar) de la Argentina y el Grupo IFES (Innovaciones para un Futuro Energético Sustentable) —una empresa privada creada en la incubadora de proyectos de la facultad—. A partir de este acuerdo, un equipo de trabajo diseñó una planta de potabilización y tratamiento de aguas residuales para la Base Petrel, que será renovada integralmente para convertirse en el centro logístico de las 13 bases argentinas en la Antártida. Además, se buscará complementar el sistema con un biodigestor para el tratamiento de residuos orgánicos y que la energía de esa planta sea 100% renovable a través de paneles solares y aerogeneradores.
“La Antártida es un lugar muy difícil para trabajar, porque uno puede pensar y planificar muchas cosas, pero cuando uno va a campo las inclemencias del clima son realmente importantísimas, el frío, los vientos. Entonces, tener en cuenta esas características fue muy importante a la hora de diseñar la planta”, dijo Guido Casanovas, socio fundador de Grupo IFES y egresado de la Facultad de Agronomía.
Sin embargo, a pesar del enorme desafío que representa el clima, los responsables de la iniciativa se mantienen positivos y entusiasmados. “Este convenio es el desembarco de la facultad en la Antártida por primera vez, así que para nosotros es un hecho importante”, dijo Serafini, que es docente de la cátedra de Química Inorgánica y Analítica de la facultad.
Casanovas considera que la importancia del proyecto radica en el vínculo entre la casa de altos estudios, una empresa privada y el Comando Antártico, “demostrando que instituciones privadas, públicas, de investigación y académicas pueden trabajar juntas en pos de la sustentabilidad en la Antártida”.
Renovación
La Base Conjunta Antártica Petrel (BACP), ubicada en la isla Dundee, fue establecida como centro naval de ocupación permanente en 1967 y así funcionó hasta 1976, cuando un incendio destruyó por completo la casa alojamiento principal y la instalación pasó a ser de carácter transitorio. Este año, como parte de un proyecto de renovación integral, volvió a ser una instalación permanente.
De acuerdo con la información del Ministerio de Defensa de la Nación, la nueva infraestructura pretende favorecer la investigación científica para ofrecer servicios logísticos con instalaciones apropiadas para el alojamiento del personal de investigación y del que se encuentre en tránsito. La nueva casa será una vivienda de última generación, diseñada bajo el concepto de autosustentable, donde se innovará con tecnología que permita emplear las energías alternativas.
La edificación ocupará una superficie mínima de 1920 m², distribuida en dos plantas y tendrá una capacidad operativa de 60 personas de la dotación permanente y 80 que se encuentren en tránsito y alcanzará una capacidad total de 140 plazas. Entre sus comodidades incluirá una enfermería con consultorio para atención de pacientes, odontología, sala de Rayos X, shockroom, salas de internación y farmacia; cocina, panadería, gimnasio de usos múltiples y una radioestación para comunicaciones satelitales e informáticas.
Como parte del concepto de sustentabilidad en la renovación de la base, surgió la posibilidad de diseñar la planta potabilizadora de agua, que se convertirá en la más grande de las bases permanentes argentinas.
Actualmente, las dotaciones consumen agua potable en todas las bases que la Argentina tiene en la Antártida ya que todas tienen algún sistema de potabilización, pero este proyecto será el más grande y además abarcará otras soluciones: la planta contaría con un módulo de paneles solares aerogeneradores y termotanques solares para proveer de energía y calor a los reactores que llevarían a cabo el proceso secundario, que es uno de tipo biológico que se denomina biodigestión anaeróbica. El último paso de este proceso es la generación de biogás, a partir de los diferentes residuos, tanto de las aguas residuales, de otros residuos orgánicos como podrían ser los de la cocina, entre otros.
Con respecto al tratamiento de residuos, Casanovas explicó: “El proyecto de la planta de tratamiento de efluentes arrancó desde la necesidad de tratamiento de los residuos. Actualmente, en la Antártida se separan los residuos en categorías y se trasladan a Tierra del Fuego para ser tratados. Nos preguntamos qué podemos hacer con estos residuos y la idea inicial fue transformarlos en energía y así, reducirlos, tratarlos y tener una fuente de energía, en este caso biogás. Este proyecto derivó en un proyecto más grande, que es la planta de tratamiento para toda la base Petrel”.
“El mayor desafío es que esta planta debe tener una serie de características muy precisas, como su robustez y la temperatura a la que debe estar, debido a las características extremas del lugar en el que va a funcionar”, concluyó Serafini.
El proyecto será presentado en la reunión consultiva del Tratado Antártico en septiembre próximo. Si es aprobado, tal como estiman sus responsables, se asignarán las partidas presupuestarias y se pasará a la fase de construcción, que calculan demorará algo más de dos años.
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