Ser solidario en defensa propia
El filósofo dice que uno de los ejes de la educación global es enseñar para la formación ciudadana
Tiene humor, agudeza intelectual, una pluma intensa y una sensatez abrumadora en sus planteos. El filósofo español Fernando Savater estuvo en la Argentina, invitado por el Instituto de Cooperación Iberoamericana (ICI) para cerrar su ciclo de conferencias y asistir a un seminario organizado por la Universidad Di Tella.
Hubo en su trajinada agenda una apretada pausa:los quince minutos en que dialogó con La Nación .
Al explicar los efectos de "la mundialización", Savater dice: "Antes nos enterábamos de cosas sobre las cuales podíamos influir, de lo que ocurría en el barrio o en la ciudad. Pero cada vez influimos menos sobre lo que ocurre tan lejos. Esto le da ese tono tan patético y atroz a nuestra época. Tenemos una retórica de lo terrible y una cierta idea de que las cosas nos conciernen. Me pregunto si las cosas son más atroces hoy que en otro tiempo, o es que somos más conscientes de esas atrocidades".
En la búsqueda de valores que permitan recrear el sentido de identidad frente a la mezcla de lo diverso en la globalización, el autor de "La voluntad disculpada" (Alfaguara) dice: "Ante la falta de esos comunes denominadores, el dinero se convierte en un valor que busca todo el mundo. Es la representación de una función social, pero también es un elemento disgregador. Y es la única cosa que carece de valor, salvo cuando están los demás".
Reflexiones de nuestro tiempo
-¿Es la comunicación global uno de los hitos que resumen este siglo?
-Claro, aunque esa conciencia de cada ciudadano sobre casi todo lo que ocurre en el mundo es un hecho de final de siglo. Esa conciencia planetaria sobre acontecimientos muy lejanos, de proyectos vitales, ideas o religiones distintos, de catástrofes, es desde luego una novedad. Todos nos sentimos hoy muy motivados por cosas que ocurren a miles de kilómetros.
-¿Qué es hoy ser sabio o ignorante?
-Un sabio es alguien con conocimiento vital, una persona que sabe vivir, y no alguien que sabe cosas. Luego, hay grandes sabios en el sentido moderno, que tienen conocimientos muy especializados y profundos. Prefiero hablar de la persona culta, que se diferencia del ignorante por su capacidad para expresar de modo inteligible sus demandas sociales y para comprender las de los otros. El problema del ignorante es su falta de capacidad de expresión y de razonamiento sobre las demandas sociales, y, por lo tanto, su tendencia a aplicar métodos brutales, dogmáticos o demagógicos.
-Se habla mucho de la actualización permanente en el nivel educativo, ¿qué pasa con la enseñanza de los valores?
-Es más difícil enseñar valores hoy porque vivimos en una sociedad más light y posmoderna. Se piensa que los valores deben ser optativos. Cualquier intento de educar en valores parece una especie de imposición ideológica. Yo no lo veo así. La democracia tiene valores que no son optativos. No creo que la tolerancia, el rechazo de la violencia política, la xenofobia, el racismo o la tortura sean optativos. Son valores fundamentales y obligatorios de transmitir. Todos sabemos lo que son los conocimientos técnicos (la química, la física), pero ¿cuáles son los valores? Entre los de una mentalidad neoliberal a ultranza y los de una mentalidad más socializante y solidaria, hay un reto.
-A la luz de los casos ocurridos en distintos países, ¿cree que la violencia escolar también se ha globalizado?
-Es verdad que si la sociedad es violenta, la escuela también lo será, porque no es una burbuja aislada. De alguna manera está traspasada de todo lo que ocurre en ella. Esa violencia debe combatirse por medio de la sociedad; no puede quedar en manos del maestro que sólo puede colaborar en su medida. Un medio de acabar con la violencia no es terminar con los violentos sino con las injusticias. Las sociedades más inseguras y más desequilibradas son las más injustas.
-¿Dónde termina el vértigo por la competencia y el consumo en que vivimos?
-Es parte de la educación en valores. Debería haber una reflexión sobre lo que es verdaderamente valioso en la vida. Lo valioso no es exclusivamente tener, acaparar o guardar y defender frente a los demás. Hay otras cosas como establecer vínculos, complicidades, una interacción emocional y solidaria con los otros que se convierten en valores importantes y hay que fomentarlos.
-La tecnología aplicable en la educación y las comunicaciones, ¿es neutra o tiene ideología?
-La tecnología suscita unos usos ideológicamente sesgados. Primero porque muchas veces es cara y entonces tiende a crear escisiones. La ideología usa la tecnología. No en todas las escuelas puede haber determinados aparatos. Y el hecho de insistir en que la educación depende de tal o cual ordenador es segregar y convertirla en algo elitista. Convertir la educación en un problema tecnológico es un error. Por otra parte, la tecnología sirve a veces para enmascarar la falta de verdadera relación y compromiso humano. En general, las cosas importantes de la vida -el amor, la guerra, la enseñanza- se hacen cuerpo a cuerpo. No se pueden establecer por mecanismos virtuales. Pero, en general, la tecnología es un instrumento y una oferta de posibilidades.
-¿Cuáles deberían ser los ejes ineludibles de la educación global para el próximo milenio?
-No podría decirlo en el sentido de formación de la personalidad. Hay conocimientos objetivos imprescindibles. Creo que hay que educar para la ciudadanía, es decir, para la autonomía personal, para la cooperación, la participación y la solidaridad. Cada uno debe aprender a dirigirse a sí mismo, sin necesidad de una tutela paternalista del Estado que le impida llevar determinado tipo de vida o tomar determinada sustancia. Luego, los hombres deben ser capaces de entender las demandas de los otros y los proyectos comunes. Por otra parte, las democracias no pueden sobrevivir si los ciudadanos se desentienden de la participación. Finalmente, la solidaridad no sólo debe entenderse como caridad cristiana o laica, sino como la búsqueda de una sociedad rentable y beneficiosa para todos. Hay que ser solidario en defensa propia.
-¿Comparte usted con Umberto Eco que las migraciones serán el gran fenómeno del próximo milenio?
-Evidentemente será uno de los grandes problemas. La gente se está enterando de lo que pasa en otros lugares. Antes, las migraciones -siempre las ha habido- estaban relativamente frenadas porque era ir hacia lo desconocido. Pero hoy la gente va hacia lo conocido. La mayor inseguridad hoy es el desequilibrio humano. Hay en el planeta 6000 millones de seres humanos, de los cuales un 10% está amenazado de muerte por la indigestión y el colesterol, y un 70% está a punto de morir de hambre. Allí está la verdadera cuestión de lo que producen las migraciones.
-¿Cuáles serían las utopías de cara al próximo milenio?
-Vamos a entrar en un siglo donde seremos un número excepcionalmente alto de seres humanos que podemos alterar el medio ambiente y crear desequilibrios feroces, como las matanzas y las hambrunas que ya estamos viendo. Hay que ver si el hombre elegirá crear pequeñas balsas de prosperidad individual que defenderá por la fuerza frente al océano de los desdichados, o intentará construir un mundo relativamente seguro y equilibrado. En una palabra, si creará un mundo que se parezca a lo que hoy es Colombia o a lo que hoy es Holanda.