Ser original también es un valor
Durante un congreso mundial de educación realizado en Qatar, diversos expertos señalaron que las evaluaciones estandarizadas no bastan por sí solas para definir el desempeño de los niños y que hay que analizar los rasgos de personalidad que les permitirán tener éxito en la vida
QATAR.– La validez de los resultados de las evaluaciones estandarizadas, de las que el ejemplo más conocido son las PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) , fue un tema recurrente en la sexta Cumbre Mundial de Innovación para la Educación de la organización catarí WISE realizada en noviembre último en esta ciudad y que convocó a 1.800 participantes y 138 expositores de 120 países bajo el lema "Creatividad en el corazón de la educación".
Si bien no les quitaron valor, muchos de los disertantes llamaron a no convertir estas métricas en el único parámetro para medir el desempeño de los niños. El canadiense Paul Tough, autor del libro "How Children Succeed: The Hidden Power of Character" ("Cómo tienen éxito los chicos: el poder oculto del carácter"), dijo que hay una obsesión global con los puntajes que resultan de las evaluaciones y que "existe una idea compartida aunque no admitida de que el coeficiente intelectual (IQ) es una habilidad deseada". "Para mí –señaló– lo que vale tanto o más que el IQ es la persistencia, la creatividad y el compromiso, entre otras particularidades que fortalecen el carácter."
Ronald Beghetto, profesor de Psicología educacional de la Universidad de Connecticut, Estados Unidos, también fue crítico con la realidad de las aulas. "Los alumnos aprenden qué deben responder y cómo deben hacerlo según lo que espera el maestro. ¿Y qué pasa cuando se introduce la originalidad? Que los resultados son diferentes a los esperados. Aprendemos a creer que el aprendizaje y la creatividad son contradictorios. Y un síntoma de ello es que se propone agregar tiempo creativo en la jornada de aprendizaje cuando en realidad este debería estar presente en todo momento", explicó.
La visión de Tony Wagner, experto del Laboratorio de Innovación de Harvard, es coincidente. Advirtió que "cada día los niños se plantean muchas preguntas, pero cuando tienen alrededor de 11 años se dan cuenta de que es más importante tener las respuestas adecuadas que los interrogantes y entienden que la escuela no está para crear sino para absorber conocimientos".
Wagner fue uno de los varios oradores que subrayaron la necesidad de hacer un cambio en el sistema educativo en beneficio de introducir la creatividad y la innovación en las aulas. "Estudié a un grupo de jóvenes de todo el mundo, de todo tipo de orígenes, y encontré que muchos se habían convertido en innovadores a pesar de la tradición escolar y no gracias a ella. Lo que habían estudiado había contribuido a esa capacidad de resolver problemas pero cuando se les preguntaba por el nombre de los docentes que los habían marcado sólo podían señalar a uno o dos. Esos profesores eran personas que estaban un poco fuera del sistema, que enseñaban de manera distinta a la habitual, fuera de las aulas y más con el sentido de un laboratorio de innovación", señaló.
Según Wagner, el actual sistema educativo debe enfrentar cinco desafíos.
1 Reevaluar la medición de resultados porque la innovación tiene que ver con trabajo en equipo y colaboración y no con notas individuales.
2 Entender el carácter transversal de la educación, que abarca diversas materias (mientras que muchas veces las escuelas se enfocan en especializaciones).
3 Reformular la cultura pasiva y de consumo en las aulas. Los docentes suelen ser quienes llevan el peso de la educación, pero la óptica de la innovación propone que educandos y maestros creen conjuntamente.
4 Repensar el sentido de los traspiés. El fracaso se da cuando no se obtienen los resultados esperados y entenderlo de esa manera crea una atmósfera en que lo importante es cumplir con las reglas y en la que existe aversión al riesgo. La innovación requiere asumirlos y saber que no siempre las cosas salen como se quiere pero que vale la pena probar porque lo que se aprende en ese momento se puede aplicar al esfuerzo siguiente. Por ello, también es importante no aprender de memoria sino reflexionar.
5 Enfocarse menos en la motivación extrínseca e incentivar la aparición de la intrínseca.
Para Tough, hay siete características que hacen a la fortaleza del carácter y que es muy necesario ayudar a desarrollar en la escuela: son curiosidad, optimismo, autocontrol, inteligencia social, grit (que es la capacidad de perseverar y de dilatar disfrutes presentes en pos de un objetivo a largo plazo), capacidad de agradecimiento y entusiasmo. En una escuela de Harlem se decidió evaluar esos rasgos cuatro veces por año. Con esta información llegaron a la conclusión de que quienes eran más flexibles y más aptos para adaptarse a los cambios tenían más oportunidades de éxito y se dedicaron a fomentar esas virtudes. "Esas personas trabajan más duro, tratan más y se llevan mejor con el fracaso convirtiéndolo en aprendizaje", describió Tough.