"Ser Einstein o Mozart es posible con un adecuado entrenamiento"
Lo asegura el físico Andrés Rieznik, autor de Atletismo Mental, técnicas para entrenar el cerebro y mejorar la memoria (Sudamericana); un libro en donde se fusionan ejercicios milenarios con recientes descubrimientos científicos
Sabe que su auditorio, en este caso lectores, quedarán boquiabiertos. ¿Cuán rápido se puede elevar al cuadrado un número de tres dígitos? Él lo hace en, aproximadamente, unos tres segundos, y dice -muy seguro- que si bien existen diferencias genéticas entre las personas, "ser un Einstein o un Mozart es posible con una adecuada guía de entrenamiento".
Andrés Reiznik es físico, investigador del Conicet y de la Universidad Torcuato Di Tella. Protagoniza, además, el espectáculo Matemagia (en cartel desde 2012) y hay decenas de videos en YouTube donde se lo puede ver en acción y constatar que cuando alguien del público lo pone a prueba y le pregunta cuánto es, por ejemplo, 746 x 746, su respuesta llega antes que el tiempo que uno tardaría en tipearlo en la calculadora: "556.516". Pero él insiste en que cualquiera puede hacerlo, como también asegura que se puede memorizar el orden de las cincuentas y dos cartas de un mazo recién mezclado en 27 segundos, marca que fue registrada por un atleta mental, en 2015.
Los periodistas de LA NACION desafían a Andrés Reiznik
"Quienes ostentan estos récords no son ni autistas con habilidades especiales, ni personas con memoria y capacidades matemáticas congénitas ni extraterrestres -dispara en los primeros párrafos del libro-. Son nada más y nada menos que atletas mentales, practicantes de una disciplina que nos enseña que todos podemos mejorar enormemente nuestra capacidad de memorización y de cálculo con algo de práctica, paciencia y valiéndonos de algunas técnicas milenarias que permiten evocar rápidamente cantidades enormes de datos y realizar operaciones matemáticas mentales a velocidades inimaginables".
-¿Qué es el atletismo mental y cómo se entrena?
-Es una disciplina poco conocida en la Argentina, pero que cuenta hasta con campeonatos mundiales. Los atletas mentales profesionales consiguen realizar proezas que para alguien que no conoce las técnicas parecen sobrenaturales.
-¿Es cierto que cualquiera puede tener una memoria privilegiada o resolver un complejo cálculo matemático en pocos segundos?
-Sí, absolutamente. Es cuestión de entrenar mucho y conocer las técnicas.
-¿Además de impresionar a otros, qué beneficios reporta el entrenamiento?
-Existe un concepto que es el de “reserva cognitiva”. En la década del 80 varios científicos notaron en autopsias que dos personas con un mismo daño cerebral habían tenido en vida un deterioro cognitivo muy diferente. Frente a un mismo daño cerebral, hay personas que pierden mucha menos capacidad de memoria, concentración o razonamiento que otras. Se dice que tiene una mayor reserva cognitiva. Desde entonces se estudia de qué depende tenerla. ¿De los genes? ¿De la alimentación? ¿De qué aspectos del estilo de vida? Y lo que sabemos hoy es que depende, fundamentalmente, del esfuerzo mental que se haya hecho durante toda la vida. Cuánto más te esforzás en mejorar en algo, cuánto más aprendés, cuanto mayor es tu deseo de educarte permanentemente, mayor tu reserva cognitiva.
Entonces, respondiendo tu pregunta: el entrenamiento de las técnicas que propongo en el libro, si es hecho con rigor y un deseo de mejora permanente, te ayuda a construir reserva cognitiva. Tampoco quiero vender humo: cualquier cosa que hagas y te apasione al punto de que te obligás a vos mismo todo el tiempo a mejorar, te va a servir. Pero hay en las demostraciones de memoria y cálculo algo que parece ser intrínsecamente fascinante para muchos.
-¿Por qué es una buena herramienta para que un docente aplique en sus clases?
-Es algo que justo estamos empezando a estudiar con algo más de rigor en el Laboratorio de Neurociencia de la Di Tella, donde trabajo. De mi experiencia personal te puedo decir dos cosas: es buena porque genera sorpresa y fascinación en los chicos y, dos, porque los hace interesarse y genera en ellos curiosidad sobre la matemática, algo que no es fácil de lograr en niños. El otro día me mandaron un video de un nene de 8 años en Córdoba haciendo demostraciones de cálculo, me contaron que desde que me vio se puso a practicar y hoy está asombrando a otros con estas técnicas. Yo me derretí de ternura.
-Salir de la zona de confort se convirtió en un latiguillo de moda de muchos oradores. ¿Vale apenas con el esfuerzo o existe una ventaja genética determinante que les permite sólo a algunos escapar de esa zona?
-En el aprendizaje de la matemática eso está bien estudiado: se han encontrado incluso marcadores genéticos que correlacionan con una mayor facilidad innata para su aprendizaje. Y sabemos que las variaciones en esa facilidad son, cuando todos tienen acceso a una buena educación, 50% genéticas. Pero, y esto es lo más importante, se demostró también que el esfuerzo se puede aprender. De hecho, en eso consiste en gran medida la educación, aprender a aprender. De manera que, aunque haya variaciones innatas en la facilidad para el aprendizaje y la realización de esfuerzo, cualquier persona a la que le guste la matemática puede llegar a niveles de excelencia con la educación adecuada.
-¿Qué es el Palacio de la memoria y cómo se construye?
-Es la más antigua técnica de memoria, nemotecnia. La inventó el griego Simónides de Ceos en el siglo V antes de Cristo y es la base de todas las otras técnicas que se desarrollaron luego a lo largo de la historia. Un palacio de la memoria es una lista de objetos que memorizás en cierto orden. Esa lista te sirve luego para recordar rápidamente, a través de asociaciones visuales, cualquier otra lista. Por ejemplo, mi palacio de la memoria es una lista en que el primer elemento es “cama”, el segundo “comedor”, el tercero “bicicleta”, y así por delante. Ahora, si alguien me pide que memorice las palabras “jugo”, “zapatilla” y “dentífrico”, en ese orden, lo que hago es imaginar tres imágenes, lo más bizarras y diferentes a todo lo que vi en mi vida posibles, entre una cama y un jugo, un comedor y una zapatilla, y una bicicleta y un dentífrico. Una vez creadas esas tres imágenes, la evocación es automática: si alguien me pregunta cuál era el segundo objeto que debía recordar, voy a la segunda habitación de mi palacio (“comedor”), y enseguida recordaré la imagen bizarra y podré responder “zapatilla”.
-¿Qué es el bucle fonológico y para qué sirve?
-Es la forma más básica e intuitiva de memorizar, por simple repetición. Podés recordar una lista de, digamos, ocho números repitiéndola sin parar una y otra vez. El problema es que, apenas dejás de repetir la lista, es probable que se te olvide algún elemento. Es interesante que parece haber un cierto intervalo temporal que podemos memorizar, independientemente de la cantidad de información codificada. Entonces, como en mandarín, la lengua principal de China, los números son más cortos de pronunciar, los chinos generalmente pueden recordar más números utilizando el bucle fonológico que nosotros.
-¿El síndrome del genio o del autista con capacidades mentales superiores, como Rain Man, son mitos?
-Yo pienso que la creencia de que hay personas con memoria o capacidad de cálculo muy superiores debido a algo raro en su cerebro o sus genes no es solamente falsa sino también peligrosa. Sí, lo de Rain Man es un mito que Hollywood nos quiso hacer tragar. Lo debato con algún detalle en el libro. Cualquier persona, sea autista o no, que realiza proezas de cálculo o memoria, lo hace como fruto de un esfuerzo mental enorme y muchas horas de concentración y práctica. Y, vale decir, ninguno de los campeones mundiales de atletismo mental ha sido diagnosticado dentro del espectro autista.
-En el libro ponés una cuestión en duda: ¿Finalmente el método resulta más beneficioso para mejorar la capacidad de cálculo o para tener la habilidad de responder de inmediato cuando tu pareja te sorprende y te dice: 'En qué estabas pensando'
-[Se ríe] Confieso que los chistes no me salen muy automáticamente. Mis editores siempre me insisten en que meta humor en medio de mis textos tan sesudos y racionales. En un momento del libro digo eso de que ser rápido mentalmente sirve, también, para responder a esa típica pregunta de tu novia. Supongo que no pasa de un chiste. En el amor, más que con el cerebro hay que contestar con el corazón, ¿no?