Seis de cada 10 chicos sufren múltiples tipos de vulnerabilidades
Sheila tuvo una vida difícil y una muerte que horroriza. En apenas diez años, en su casa de San Miguel ocurrieron casi todos los males que suelen asociarse a la pobreza : abandono, abusos, venta de drogas, deserción escolar, violencia familiar y desidia. El peor final parecía anunciado. Los detalles de su muerte resultan escalofriantes: una ventana desde donde la clase media se asoma al mundo de los suburbios. Pero Sheila no es la única niña a la que le tocó crecer en la hostilidad. "Hoy, el 40% de los chicos son pobres. Y eso si se mide solo en términos económicos. Pero la pobreza entraña múltiples vulnerabilidades en el acceso a derechos básicos. Y esa pobreza alcanza a seis de cada diez chicos argentinos", detalla Ianina Tuñón, coordinadora del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, sobre la base de los datos la última medición de este año.
Seis de cada diez chicos padecen desigualdades en sus hogares. Son chicos a los que no se les cuentan cuentos, sus padres no juegan con ellos ni les festejan el cumpleaños. Viven a diario situaciones de violencia física y verbal. Pasan hambre, no los llevan al médico, algunos no van al colegio o se retrasan, sus padres no están presentes en su crianza.
"El caso de Sheila da cuenta de eso. Pero también de un Estado que no comprende que los niños son sujetos de derechos. Sheila dejó de ir a la escuela y nadie la fue a buscar. Vivía a cuatro cuadras de un centro de acogida y nadie le firmaba la autorización. Los padres se peleaban no por tenerla, sino por cobrar el plan. Para todos, fue invisible", dice Tuñón.
¿Cómo impacta sobre el desarrollo del cerebro de los niños la violencia familiar en un contexto de pobreza?, será uno de los temas centrales del simposio Familia y Políticas Públicas, hacia un Acuerdo de Largo Plazo, organizado por la Asociación Civil Observatorio Social, la Universidad de San Andrés y la Fundación Konrad Adenauer, en el que Tuñón presentará su informe.
El encuentro es hoy y mañana en el CCK, con entrada gratuita e inscripción previa. Convocará a especialistas de distintos ámbitos. Habrá jueces, funcionarios, especialistas e investigadores. Uno de los platos fuertes será la presentación del trabajo "6000 días más: evidencia neurocientífica acerca del impacto de la pobreza infantil", de los investigadores del Cemic-Conicet Sebastián Lipina y María Soledad Segretin.
El estudio apunta que el impacto de las carencias materiales y simbólicas por pobreza desde la concepción puede limitar las oportunidades de desarrollo e inclusión social de las personas durante su vida. Sin embargo, apunta que el impacto no es igual en todos los casos, y tampoco implica un déficit del desarrollo. En cambio, existen posibilidades de intervenir en forma anticipada para proteger el desarrollo. El trabajo apunta a las competencias de aprendizaje que no se limitan a los primeros 1000 días de vida, como suele afirmarse, sino a los primeros 7000 días, llegando casi hasta la pubertad.
"Amenazas, exposición a peligros ambientales, violencia familiar y comunitaria, cambios en la dinámica familiar, pérdida de empleo, inestabilidad y deprivación económica son fenómenos que activan de diferente manera los sistemas de regulación del estrés y que tienen mayor probabilidad de ocurrir bajo condiciones de pobreza", dice el informe.
La hipófisis, el hipocampo, la amígdala y diferentes áreas de la corteza prefrontal forman parte del denominado eje HPA y son los sistemas neurales asociados a la respuesta ante las señales de estrés desde la etapa prenatal. Diferentes investigadores exploraron la activación de redes neurales asociadas a la pobreza y experiencias tempranas de adversidad por medio de técnicas de resonancia magnética estructural. Encontraron variaciones volumétricas y de grosor cortical en el hipocampo y la amígdala en diferentes poblaciones de niños, adolescentes y adultos con historias infantiles de pobreza.
Los estudios demostraron que los chicos que nacen y crecen con elevados niveles de cortisol (que es la manifestación del estrés crónico en el cuerpo) tienen con más frecuencia problemas para ejercer la autorregulación de sus conductas más adelante.
Si bien la etapa prenatal y la infancia temprana podrían ser períodos sensibles para el desarrollo de los sistemas de regulación del estrés, la evidencia neurocientífica sugiere que no serían las únicas, dado que durante la pubertad se evidencian incrementos importantes en la producción de cortisol.
¿Qué protege el desarrollo de un niño de los efectos devastadores de la pobreza? En la investigación se demostró que los niveles de cortisol en combinación con las prácticas de crianza parentales adecuadas eran mediadores del efecto del bajo ingreso familiar. Lo mismo que la educación materna sobre el desempeño en tareas con demandas autorregulatorias.
Crecer en un hogar donde los adultos cuidadores son sensibles a las necesidades emocionales de los niños, sus competencias sociales y de autorregulación es un factor clave que regula o modula los impactos de la pobreza en el desarrollo. Por el contrario, crecer en un entorno donde las necesidades emocionales de los chicos son invisibles, resulta devastador.
"La salud mental materna modula la respuesta de regulación del cerebro al estrés", apunta el trabajo. "En cambio, las experiencias de abuso físico y sexual durante etapas tempranas han sido asociadas con un patrón complejo de respuesta al estrés, y con el incremento de la susceptibilidad para el desarrollo de trastornos psiquiátricos en la vida adulta", agrega.
"El problema es que las madres en contexto de pobreza, también sufren el estrés por la falta de trabajo, los bajos recursos, los malos tratos de los que son víctima y muchas veces no pueden ser ese adulto atento a las necesidades emocionales que ejerce el cuidado de sus hijos como ellos necesitan", dice Mariano Tommasi, economista y docente de la Universidad de San Andrés, coordinador del simposio.
"Lograr pobreza cero de un día para otro es imposible. Incluso si hiciéramos hoy el experimento de darle a cada familia el dinero que necesita para saltar la línea de pobreza, el esfuerzo sería irrelevante en el largo plazo. La pobreza, al igual que la riqueza, no se refiere a una situación de flujos sino de stocks. Las personas pobres sufren privaciones en términos de múltiples stocks de capital: financiero, físico, social y, fundamentalmente, de capital humano", agrega.
Es por eso, que crecer en un hogar de bajos recursos y en un contexto violento, mina las posibilidades de desarrollo de los más chicos. "La violencia es exactamente lo contrario del clima ideal para el desarrollo de cualquier persona, construcción de confianza y habilidades socioemocionales. Hacen falta esfuerzos transformacionales para modificar trayectorias de vida y promover así una verdadera movilidad social, único camino sostenible para terminar con la pobreza. Específicamente, Argentina necesita ya un shock de capital humano, con foco en niños y jóvenes en contexto de pobreza", remata Tommasi.
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