Coronavirus: qué dicen los infectólogos sobre las posibles nuevas restricciones
A la par de un eventual cierre de la circulación, los expertos recomiendan aumentar los testeos, la vacunación y la prevención, así como aplicar sanciones a los incumplimientos
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Los números son altos, por donde quiera que se los mire. Alto el número de muertes. Alta la positividad de los testeos, alto el número de casos, alta la ocupación en las terapias intensivas, con estadías muy prolongadas y alto el porcentaje de cepas de alta transmisibilidad, como la británica y la de Manaos. En la ciudad y la provincia de Buenos Aires los números muestran una meseta, también alta y que en los últimos días rebotó y volvió a mostrar una tendencia en alza. Además, provincias como Córdoba, Río Negro , Catamarca, Chaco, Entre Ríos, Formosa, La Pampa y San Juan viven por estos días su pico de contagios desde que empezó la pandemia. Los infectólogos y epidemiólogos consultados por LA NACION están divididos en cuanto a las nuevas restricciones que se deben adoptar. Pero están de acuerdo en un punto: con estos indicadores hay que tomar nuevas medidas. Y no todas son el cierre de actividades. Hay que aumentar los testeos, la vacunación y la prevención, así como aplicar sanciones reales a los incumplimientos.
Esta mañana, el viceministro de Salud de la provincia de Buenos Aires, Nicolás Kreplak, fue tajante y pidió un cierre fuerte en las próximas semanas. “Es cada vez más lógico tomar una medida de cuidado más fuerte, por un tiempo más acotado ante la suba de los contagios”, dijo. Algunos especialistas creyeron ven en sus declaraciones alguna intencionalidad de anticipar una prórroga a la suspensión de clases que vence el viernes. Es que no hay consenso en la afirmación de que los casos estén aumentando. En cambio sí en que el número es alto. Pero horas más tarde, el gobierno porteño reconoció la preocupación por el aumento de los contagios y que están analizando nuevas medidas que incluyen el cierre de escuelas, algo muy resistido por la gestión de Horacio Rodríguez Larreta.
“Volver a la fase 1, por un tiempo acotado. Los números que se plantean no dejan otra salida. En esto parecería haber cierto consenso entre la Ciudad y la Nación. Y esta es una medida que se ha tomado en Europa para períodos concretos. Un confinamiento total, sin clases ni desplazamientos. Pero a la vez hay que aumentar fuertemente los testeos, hacer un plan de aislamiento de los contactos estrechos y redoblar la vacunación, que baja mucho los fines de semana. Si no se hace esto, fase 1 significa meter el virus en el placard”, apunta Eduardo López, infectólogo miembro del equipo de especialistas que asesora al gobierno nacional. “Hoy, en la práctica, solo se testea a quienes tienen síntomas, no a los contactos estrechos”, agrega.
“En la segunda quincena de abril tuvimos el pico de casos a nivel nacional, por arriba de 29.000 casos. En CABA, más de 3000 casos diarios y hasta 14.000 en la provincia de Buenos Aires. Después, se observa que empezó a haber un descenso, sobre todo los primeros días de mayo. Hubo una disminución en las consultas de guardia, pero siguió alta ocupación en terapia intensiva. Lo preocupante es que la semana pasada, a partir del martes y en dos oportunidades, los casos superaron los 27.000 diarios”, explica Pablo Bonvehí, jefe de Infectología del Cemic. “Hay varios indicadores para mirar. Uno de ellos es un aumento en la cantidad de hisopados. Hacía varios días que no se veían colas para hisoparse como en abril y hoy volvieron a verse. Todo indica que en los próximos días vamos a vivir un nuevo aumento en el número de casos. Pero la diferencia con el pico anterior y con la primera ola es que hoy las terapias intensivas están con alta ocupación. Y las estadías en las terapias son más prolongadas”, dice.
Lo que hay que hacer en los próximos días, dice Bonvehí, es acelerar fuertemente la vacunación. No solo tomar medidas de aislamiento. “La población de mayores de 60 años que tiene las dos dosis es muy baja. Mendoza, Santa Fe, Córdoba y La Pampa están al máximo de su capacidad de atención. Hay un fuerte aumento de casos en el interior. Y no sabemos si ese fue el pico o pude ser más alto. Puede volver a subir en la medida que se relajen los cuidados. No hay un límite. Entramos en una meseta porque se supone que la población adoptó mayores medidas de cuidado. Si se afloja, los casos vuelven a subir”, dice.
Anunciar nuevas medida que no se puedan hacer cumplir no tiene impacto epidemiológico, opina Bonvehí. “Las medidas actuales son un balance entre bajar el nivel de circulación contra el impacto económico y social. El cumplimiento no es completo. Si no se pueden controlar no tienen sentido”, suma.
El frío, la llegada de las nuevas cepas de mayor transmisibilidad, el relajamiento de las burbujas a medida que se aleja el pico de abril, todas con malas noticias. Según los números que maneja López, en la última semana se detectó que el 30% de los nuevos contagios respondían a cepas de alta contagiosidad como la británica o la Manaos. “En lugar de que se contagien un par de personas, se están contagiando muchas por cada contacto estrecho”, explica.
“En la ciudad y en el AMBA no hay aumento de casos. Son oscilaciones. La media móvil está estabilizada. El aumento es un desplazamiento del pico a los centros urbanos del interior, como Córdoba, Rosario, Formosa”, describe Adolfo Rubinstein, exministro de Salud de la gestión de Mauricio Macri. “Después de Semana Santa, el crecimiento de casos en el AMBA fue exponencial. Y llegó el amesetamiento alto. Persiste la alta circulación. Es problema es que ya no hay margen social ni político para implementar más restricciones”, apunta.
“Es contradictorio lo que dice Kreplak. Es wishful thinking [pensamiento ilusorio]. Suena inviable. Realmente lo que se ve es una estabilidad de la curva y un aumento en el interior de la provincia de Buenos Aires y del país. La única salida es acelerar la campaña de vacunación. Hay que ampliar los testeos. Están bajando mucho en la provincia. La única manera de aislar efectivamente es testar más”, agrega.
Elena Obieta, infectóloga de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), también se inclina a creer que no estamos ante un repunte de casos. “Yo no hablaría de un segundo pico, es un aumento sostenido desde una meseta alta. En este contexto, la no presencialidad de clases debe ser acompañada por medidas de la fase 1. Esto es, no que se cierren escuelas y la nocturnidad y el resto sigan. Cerrar escuelas tiene impacto demostrado solo si significa cerrar todo. Todo. No el fútbol abierto y las escuelas, cerradas”, enfatiza.
Además, señala, las medidas hay que analizarlas para cada jurisdicción. “Yo estoy convencida de que ninguna medida aislada sirve. No hay peor medida que la que no se cumple. Aun cuando hubo medidas fuertes, la calle estaba repleta. Hacer un cierre de todas las actividades, sin aumentar los testeos ni el aislamiento del contacto estrecho y sus contactos, es ocuparse de sola una pata de la mesa. Si no se sanciona el incumplimiento de las normas, al que no usa barbijo o al que no respeta la distancia o al que hace juntadas, o al bar que pone las mesas juntas o al que organiza fiestas clandestinas, no sirve de nada. Y sobre todo, hay que acelerar la vacunación”, dice.
“Hay un cúmulo de factores que nos hacen candidatos a la fase 1. Los casos quedaron amesetados en un número alto y se resisten a bajar. En la ciudad, que parecía que iba a bajar, volvió a aumentar en estos días. Por otro lado, se vive el aumento de casos en las grandes urbes, pero también provincias como San Luis. Además, hay un aumento importante de la mortalidad. En las últimas cuatro semanas, el promedio es de 300 fallecidos por día. La mortalidad sigue ocurriendo en mayores de 60 años, en el 80%. Porque la cantidad de adultos mayores con vacunación completa es del 25% todavía. Algo está pasando, porque la mortalidad sigue alta. Se internan menos, pero igual mueren muchos más”, detalla López. Y resume la fórmula que lleva a la fase 1: “Casos altos, muertes por encima de lo esperado, menos testeos que los óptimos según la OMS y vacunación incompleta para la población de riesgo. No veo otra salida”, apunta.
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