Segunda ola. Entre errores repetidos y algunos aprendizajes
Varias lecciones de 2020 pueden ayudar a enfrentar esta nueva etapa de la lucha contra el coronavirus; para los expertos, uno de los equívocos clave fue no haber cerrado las fronteras frente a las variantes del Covid-19
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La pandemia es un hecho de un dramatismo singular, pero que permite aprender. Algunas lecciones de 2020 son de algún modo una base desde la cual tratar de enfrentar la segunda ola: se acepta que las cuarentenas tienen que empezar y tener fecha de final; que los testeos tienen que ser masivos, pero tener un objetivo y ser parte de una estrategia integral, no al voleo; que el virus se transmite sobre todo por el aire y que conviene ventilar; que hay que atacar el problema desde múltiples ángulos, no solo los propios de la infectología y la epidemiología.
Otras, en cambio, más que lecciones son errores que resultan repetidos: entre ellos, el más notorio en el país fue dejar nuevamente abiertas las fronteras (sobre todo las aéreas) por las cuales no solo volvió a ingresar el virus, sino también algunas de sus variantes más peligrosas; que convenía ir hacia “covid cero” y no meramente “aplanar la curva” de contagios que evita el colapso sanitario, mas no las muertes por la nueva enfermedad (un error de todo Occidente); que el mundo es una selva y que conseguir insumos y vacunas es más difícil que sacarle un hueso a un león; y que para autorizar ensayos clínicos internacionales convendría tener un preacuerdo para en caso de que los tratamientos y vacunas sean exitosos los envíos estén garantizados.
Y no solo en lo que tiene que ver con las decisiones de gobiernos u opiniones de especialistas. También para lo micro, como señala Ana Crinejo, médica infectóloga, a cargo del área de emergencia del hospital Rawson de Córdoba: “El aprendizaje debió haber sido social. Ahora que conocemos cómo prevenir la infección y tenemos la ventaja de la vacunación en un porcentaje bastante alto, debemos hacer las cosas bien respecto de la protección personal, lavarnos las manos, usar bien los barbijos. Pero está todo muy relajado, con reuniones sin protección, con más personas de las recomendadas, más horas en lugares cerrados. Gente que no toma conciencia, incluso entre profesionales de la salud”, dijo a LA NACION. Desde luego, ahí entran reflexiones acerca de la necesidad de “vivir la vida” y necesidades adolescentes, pero, como señala la canciller alemana Angela Merkel: el virus no perdona. Ni los alemanes –pese al estereotipo- pueden mantener la disciplina.
No aprendido
“El error que se cometió las dos veces exactamente igual fue dejar entrar el virus sin controlar a los viajeros. En febrero-marzo-abril de 2020 fue un error gravísimo, pero se podía justificar por lo nuevo de la situación. Repetirlo exactamente igual con las variantes, que ingresaron al país entre diciembre 2020 y marzo 2021, es gravísimo y muestra no haber aprendido nada en ese sentido”, se lamenta el sociólogo Daniel Feierstein. En igual sentido opina Ernesto Kofman, investigador del Conicet y profesor de la Universidad Nacional de Rosario. Para él, permitir viajes al exterior fue inexplicable, porque ni siquiera generó beneficios económicos en el país. “Dejar abierto en Semana Santa y priorizar la recuperación económica no lo comparto, pero es entendible. Haber permitido viajes a Brasil y Cancún, por ejemplo, no tiene sentido. No cerrar fronteras ante las nuevas variantes fue un error grande y no tenía costo a nivel socioeconómico porque es una minoría ínfima la que viaja”, indicó.
De todos modos, para Kofman, “el principal error es actuar de manera reactiva y no proactiva, no anticiparse. Después podes errarle en el diagnóstico, pero lo que es esencial es anticiparse porque cualquier medida tiene 15 días de retraso en sus efectos; veo en todos los países lo mismo”.
Respecto de la cuarentena, para Feierstein ahora la restricción llega un poco tarde respecto de lo que se hizo en 2020. “La cuarentena temprana de 2020 logró eliminar el virus de casi todo el territorio nacional. Al no hacerse nada así al inicio de 2021, hubo que aplicar medidas demasiado tarde, lo cual las vuelve más difíciles de ser exitosas con semejante cantidad de casos”, agrega Feierstein, que acaba de publicar el libro Pandemia. Un balance social y político de la crisis del COVID-19 (FCE), y fue presentado el viernes de manera virtual.
Según Kofman, las cuarentenas “deben ser cortas, contundentes y planificadas, para recuperar la confianza. Esta suba de casos se ve desde hace un mes, no es sorpresa. Entonces es mejor tomar medidas cortas y contundentes, antes que largas y que se desarmen de a poco”. Crinejo coincide: “Los cierres programados deben ser por un tiempo fijo, no prolongados como el año pasado, de dos o tres semanas cada vez. Pero para evaluar esa estrategia hay que tener una política sanitaria apuntada al testeo y el control de las personas que tienen que cumplir aislamiento. Si se abre todo y no se testea, la herramienta no sirve; también hay que buscar a los asintomáticos”. Lo dicho: el testeo tiene que tener un sentido; si no, resulta como en los Estados Unidos que generó una enorme cantidad de testeos en función de la población a la vez que una epidemia desbordante, como señala Kofman.
Según Hugo Magonza, director del Cemic y miembro de la comisión directiva de la Unión Argentina de Salud, “cualquier modelo que se parezca a una cuarentena o restricción de circulación es útil en la medida en que los recursos sanitarios sean escasos o estén al borde de la saturación. Las cuarentenas son herramientas usadas hace siglos, es un método extremo”. Para él, habría que complementarla con otras estrategias; es decir “una cuarentena administrada, que es poner a las poblaciones de más riesgo en modo protegido, testear y vacunar y evitar la circulación focalmente, de modo de evitar inteligentemente las cuarentenas masivas y prolongadas por los otros efectos que conllevan, económicos y psicosociales”.
Por último, un error de todo Occidente: se apostó a aplanar la curva de contagios, en lugar de llevarla a cero, indica Kofman. “Suprimir cuesta, pero Australia ahora vive en normalidad total; también Nueva Zelanda y China. Eso significa que aparece un caso y cierran todo. Parece exagerado, pero la ganancia es infinita. En vidas, pero también en economía y normalidad”, dijo. Respecto de vacunas e insumos, también la pandemia deja en evidencia que conviene tener desarrollos propios ante la acción egoísta de los países centrales, apenas suavizada por mecanismos como el Covax de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que busca repartir las vacunas de manera equitativa.
Aprendido
Una importante es que las vacunas solas no alcanzan. Esta semana lo subrayó la directora de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), Carissa Etienne, que habló de una estrategia integral, de inmunizaciones junto con otras medidas de salud pública. Ese es un camino que recorren o recorrieron con cierres (escuelas incluidas) y aperturas alternadas, además de inmunizaciones, países como Inglaterra e Israel, y están en camino otros como Chile y Francia, Uruguay, Alemania y la ahora la Argentina. “Para la mayoría de los países, las vacunas no van a detener esta ola de la pandemia. Sencillamente, no hay suficientes vacunas disponibles para proteger a todo el mundo en los países con mayor riesgo”, remarcó Etienne, que agregó que hay que “detener la transmisión por cualquier medio posible con las herramientas a mano”. Para Feierstein, “pese a toda la campaña en contra, sin duda las gestiones para conseguir vacunas y la logística de vacunación ha sido bastante buena en una perspectiva comparado, hemos conseguido vacunas más eficaces que la mayoría de nuestros vecinos y en cantidades significativas y se trata de la única variable que permite tener un horizonte en una situación verdaderamente difícil”.
Otro asunto tiene que ver con la convocatoria a opinar y decidir a expertos no solo de los distintos rubros médicos. Tanto el ministro de Salud de la ciudad de Buenos Aires, Fernán Quirós, como su homólogo de la provincia de Buenos Aires, Daniel Gollán, cada uno con su estilo, han señalado en los últimos días que la pandemia excede a sus carteras. “La pandemia no es un problema sanitario sino gubernamental”, dijo Quirós esta semana en un foro de la Cámara de Comercio de los Estados Unidos (Amchan). “Los sanitaristas y los epidemiólogos somos los malos de la película que queremos cerrar, pero hay otras instancia en juego, políticas y económicas”, dijo Gollán en declaraciones radiales cuando se le preguntó por el riesgo de haber dejado correr las vacaciones y el movimiento interior hasta Semana Santa.
Así, se sumaron otras disciplinas no médicas que trabajaron en cómo se transmite el virus, por ejemplo. “Creo que en los últimos meses los gobiernos apostaron fuertemente a comunicar mejor cómo se transmite el virus y cuáles son las principales medidas de prevención”, dijo Andrea Pineda Rojas, especialista en calidad de aire, investigadora del Conicet en el Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA). “El año pasado no estaba ampliamente difundido que el virus se transmitía principalmente por aire; entonces las medidas estaban orientadas a la prevención para evitar el contagio por superficies o por gotas. Ahora se reconoce a los aerosoles cómo principal vía de contagio en nuestro país. Y tenemos la campaña VentilAr (www.argentina.gob.ar/ciencia/unidad-coronavirus/ventilar) que está contribuyendo a difundir el tema y a dar herramientas para que la gente se pueda proteger mejor”, dijo y admitió que quizá falte que se conozca más, pero su impresión es que por ejemplo cada vez más negocios lo toman en cuenta.
Como fuera, y como dice Kofman, la pandemia interpela a todos y las decisiones se toman con un conjunto de variables difíciles de sopesar y coordinar. “Es clave aprender a dialogar, porque hablamos idiomas distintos y tenemos intereses distintos; incluso formas de ver la realidad. Desde lo epidemiológico a veces creemos que si no cerramos es un desastre, pero un político mide cuestiones que van mucho más allá, que son económicas, sociales, de climas políticos, de alianzas que tienen que ver con sostener la estructura sobre las que deciden. No sé si está bien o mal, es así”, remató.
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