La dupla realizó un peligroso viaje de 56 horas a través del Mar del Norte, desde los Países Bajos hasta Reino Unido, para salvar su vida
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Siempre que Niels Peteri visita una playa, piensa en su padre, Henri. Fue uno de los “Engelandvaarders” que, el 21 de septiembre de 1941, llegó a tierra después de haber remado a través del Mar del Norte desde los Países Bajos ocupados por los nazis para unirse al esfuerzo bélico de Reino Unido.
Niels Peteri era un adolescente cuando se enteró por primera vez del peligroso viaje de 56 horas de su padre a través del Mar del Norte. Como la mayor parte de su generación, Henri Peteri hablaba poco sobre la Segunda Guerra Mundial o su papel en ella.
Después de 80 años del cruce, Niels recuerda cómo le contaron toda la historia de una vez. Fue, dice, una historia de comienzos desfavorables, hermandad y valentía increíble.
“Pensó ‘hoy es el día’”
Henri Peteri, que practicaba remo desde la universidad, había oído hablar de otros neerlandeses que intentaban escapar a Reino Unido en barco de pesca. También sabía que muchos habían sido capturados antes de llegar a la costa o que habían muerto cuando las patrullas costeras nazis hundían sus barcos.
Pero, asimismo, había oído hablar de personas que lograron llegar a Reino Unido desde países escandinavos en canoa. ¿Podría él también, se preguntó, cruzar el Mar del Norte en una embarcación mucho más pequeña que un barco de pesca? Henri convenció a su hermano Willem para que se arriesgaran.
Compró un kayak plegable de fabricación alemana en la ciudad portuaria neerlandesa de Rotterdam antes de que ambos se dirigieran a una casa de huéspedes en Katwijk, un pueblo que los hermanos conocían bien porque habían estado de vacaciones allí anteriormente.
Una noche, los hermanos comenzaron a armar el kayak.
¿Quiénes eran los “Engelandvaarders”?
Más de 2000 hombres y mujeres llegaron a Reino Unido desde Países Bajos durante la Segunda Guerra Mundial, de los cuales aproximadamente 1700 hicieron el viaje por mar. Muchos otros se ahogaron o fueron arrestados, encarcelados o fusilados mientras se preparaban para partir. Gran cantidad de los que hicieron el viaje se alistaron en las fuerzas armadas británicas o neerlandesas, la marina mercante o se fueron a trabajar para el gobierno.
Más de 100 “Engelandvaarders” -la palabra se traduce como “viajeros de Inglaterra”- regresaron al país ocupado por los nazis como agentes secretos. Casi la mitad fueron capturados.
“Mi padre miró por la ventana y pensó que hoy era el día”, dice Niels. “No quería que las noches se hicieran más cortas y pensó que era su última oportunidad; era ‘ahora o nunca’”. Pero hubo un problema inesperado, dice Niels.
“Una vez que terminaron de armar su kayak, se dieron cuenta de que les faltaba una parte”, cuenta. “Así que lo desarmaron y lo reconstruyeron de nuevo desde cero. Esta vez, todas las piezas estaban en el lugar correcto”.
“Había viento del este y el agua estaba en calma. Así que partieron”.
En realidad, lo hicieron dos veces. “Cuando partieron de Países Bajos”, dice Niels, “inmediatamente volcaron y perdieron una de sus dos brújulas”.
Pese a este segundo inconveniente, Henri convenció a Willem de continuar con el viaje.
“Le gritó a un guardia para preguntarle si podía parar ahí”
Después de 56 horas, los hermanos vieron una boya en el agua. En la boya leyeron la palabra “Sizewell”, el nombre de un pequeño pueblo en la costa de Suffolk, en el sur de Reino Unido. En ese momento supieron que habían llegado a Inglaterra y continuaron remando a lo largo de la costa.
“La primera persona que vieron fue un policía con uniforme”, dice Niels. “Mi padre me contó que le gritó al alguacil para preguntarle si podía parar ahí”.
Por un lado, Henri estaba siendo educado al pedir permiso. Pero también quería asegurarse de que no estuvieran a punto de dirigirse a un campo minado. “El alguacil dijo ‘no hay problema’ y terminaron en una estación de policía en Leiston, en Suffolk”, dice Niels.
De los 32 hombres que se sabe que intentaron navegar en kayak desde Países Bajos a Inglaterra durante la guerra, los hermanos Peteri estaban entre los ocho que sobrevivieron. De ese número, solo tres seguían vivos al final de la guerra.
Henri fue el último sobreviviente. Murió en 2007.
“Siempre que vaya a la playa”, dice Niels, “pensaré en sus experiencias”. “Es bastante aterrador imaginarse hacer eso”, añade.
“Tuvo mucha suerte”
“Una vez, mi padre me dijo que nunca se sintió tan libre como la primera noche que pasó en una cárcel británica”, dice Niels.
Una vez examinado y liberado por las autoridades británicas, Henri se encontraba entre los que habían huido con éxito de Países Bajos para ser recibidos por la reina holandesa Guillermina, que vivió en Londres durante la guerra y dirigió al gobierno neerlandés en el exilio.
Durante el resto de la guerra, se desempeñó como oficial en la marina neerlandesa a bordo del buque Jacob van Heemskerck, que tenía la tarea de proteger a los buques de la marina mercante en los océanos Atlántico y Pacífico, así como en el Mar Mediterráneo.
“Tuvo mucha suerte”, dice Niels. “Habían sido atacados mucho, pero, debido a problemas en el motor, se perdieron la Batalla del Mar de Java, donde toda la flota neerlandesa fue destruida por los japoneses”.
Henri fue condecorado dos veces por su servicio durante la guerra.
Ataque alemán
“Mi tío Willem fue menos afortunado”, dice Niels.
Willem, mientras esperaba para unirse a la Marina Real Neerlandesa, pasó una noche a bordo de un barco de motor británico frente a la costa neerlandesa cuando fue hundido por un ataque alemán.
“El 3 de octubre de 1942, mi padre recibió un breve telegrama que decía: ‘El almirante lamenta anunciar que el MGB 78 no regresó de una patrulla ofensiva’. Henri pensó que había perdido a su hermano, ahogado o asesinado por los alemanes”, dice Niels.
Su padre estaba especialmente preocupado por Willem porque este iba vestido de civil a bordo del barco y “por lo tanto, sería tratado como un espía”.
Pero Willem sobrevivió tanto a la lluvia de balas como al hundimiento y tocó tierra en la provincia holandesa de Zelanda.
Tras ser trasladado a Berlín, la capital alemana, Willem estuvo en una celda durante tres semanas antes de ser enviado a un campo alemán cerca de Lübeck, en el norte de Alemania.
Fue aquí donde Willem pasó el resto de la guerra.
Carrera de inventor
En 1946, Henri regresó a Países Bajos y trabajó para Unilever hasta la década de 1970 cuando, como padre de seis hijos, decidió que estaba harto de su carrera empresarial y se convirtió en inventor. Su objetivo era crear un dispositivo que diera a las personas acceso instantáneo al agua hirviendo.
Niels, de 10 años, observaba a su padre trabajar en el sótano de la familia y se interesó cada vez más en el proyecto, que consistió en crear una canilla que suministrara agua hirviendo al instante. Ese proyecto muchos años después se convertiría en el dispositivo Quooker.
El primer Quooker estaba listo para el mercado en 1992 y en 2000 se había convertido en un aparato popular en Países Bajos. La empresa produce ahora 300.000 Quookers cada año y tiene una red de más de 10.000 distribuidores y filiales en Europa y Asia.
Cuando le preguntamos cómo era trabajar con su padre, Niels dijo que Henri siempre lo alentó a aprovechar su “energía y talento”.
Según Niels, nunca intercambiaron una palabra dura durante sus muchos años de trabajo juntos. “Mi padre decía que sentía que nuestro mayor logro era que él, Walter [el hermano menor de Niels que se unió a ellos en 1993] y yo nunca tuviéramos ningún conflicto”, cuenta. “Mi padre no solo era un hombre valiente, era un hombre extraordinario”, dice.
El épico viaje emprendido hace 80 años sigue siendo recordado en el pequeño pueblo de Suffolk en el que desembarcaron los hermanos.
Hay un pequeño monumento con tres remos. Dos de los remos conmemoran a los hermanos. Un tercer remo, roto, está ahí para recordar a los muchos que no sobrevivieron al viaje.
Además “el kayak completo se exhibe en la empresa que fundamos Henri y yo”, señala. “El propósito es mantener viva la memoria de quienes hicieron este intento, sin importar si lo lograron o no”.
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