Seduca, el sindicato docente afín a Larreta que apoya la presencialidad y rechaza hacer paro
Defiende el regreso a las aulas en la Capital y lo exige en toda la provincia de Buenos Aires; según su secretario general, los gremios hegemónicos y el Gobierno buscan que “10 de cada 10 niños sean pobres”
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En un aula rodeada de computadoras, donde antes de la pandemia funcionaba el profesorado en Tecnología de la Información (TIC) del Sindicato de Educadores Unidos (Seduca), Facundo Lancioni, el secretario general, sirve café y explica en pocas palabras su visión sobre la coyuntura educativa: “El Gobierno, en alianza con los principales gremios de la provincia y la Capital, está destruyendo el sistema educativo, y nosotros no queremos ser cómplices”.
Seduca no supera los 5100 afiliados, 3500 en la ciudad y 1600 en Buenos Aires, pero, según Lancioni, la asociación defiende los intereses de una mayoría silenciosa y no sindicalizada de los educadores de ambas jurisdicciones, que apoyan la presencialidad y se muestran reacios a la línea central de los gremios educativos hegemónicos, de la cual Seduca busca diferenciarse.
“Están invisibilizados. Muchos docentes quieren ir a trabajar, pero tienen miedo de decirlo por la persecución ideológica sindical que existe en las escuelas –afirma el dirigente, que además es profesor de TIC–. La comunidad educativa está acostumbrada a escuchar hace 20 años la voz de los mismos dirigentes gremiales, cuya principal medida de fuerza es el paro docente”.
Este año, Seduca cumple 35 años en la Capital y dos en la provincia de Buenos Aires; desde sus inicios, la asociación se manifestó en desacuerdo con la interrupción de la continuidad pedagógica como modo de reclamo sindical. Esta postura es uno de los factores principales por el que los docentes se afilian a este gremio, sostienen los educadores consultados por LA NACION durante un recorrido por el sindicato, ubicado en Balvanera. Últimamente, destacan, el acercamiento de nuevos afiliados también tuvo que ver con la postura de la asociación respecto del regreso a la presencialidad.
Desde junio del año pasado, cuando el sindicato comenzó a abogar, junto al gobierno porteño, a favor de un retorno parcial a las aulas, la cantidad de afiliados creció un 30%. En ese mismo período, sus seguidores en Facebook también se incrementaron más de lo usual y hoy superan los 17.000.
Su cantidad de aportantes en la Capital se asemeja a la de la Asociación de Enseñanza Media y Superior (Ademys), que tiene alrededor de 3000. Pero se encuentra muy por debajo de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y la Unión Docentes Argentinos (UDA). La primera tiene 17.000 afiliados en la ciudad; la segunda, 9000 en territorio porteño y alrededor de 30.000 en la provincia de Buenos Aires.
Valores
Juan Ignacio Vedani, licenciado en ciencia política y docente del Centro de Formación Profesional 31, que depende de Seduca, se unió a este gremio hace un año porque comparte “los mismos valores”. “Durante toda mi carrera en la UBA, sufrí los paros docentes. Por eso, siempre fui reacio a afiliarme a un sindicato. En mi imaginario, sindicato implicaba paro docente, hasta que me enteré de la existencia de Seduca”, recuerda.
Todos los cursos y profesorados que ofrece esta asociación se cursan de manera virtual desde marzo de 2020, debido a las restricciones a la presencialidad que continúan vigentes para este tipo de educación no obligatoria. Vedani, sin embargo, se acerca al establecimiento para dar clases remotas desde ahí, donde tiene mejor conectividad que en su casa. Mantener a sus estudiantes motivados con su formación profesional a la distancia, afirma, es cada vez más complicado. “La formación profesional tiene un rol social muy importante y es muy difícil mantenerlo sin presencialidad. Muchas veces hay que estar corriendo detrás de los alumnos para no perderlos”, destaca.
En los colegios de la Capital, que ya volvieron a la presencialidad, también está siendo difícil lograr que los alumnos se comprometan con sus clases, señala Lorena Rodríguez, que trabaja como profesora de instrucción cívica en una escuela de Villa del Parque. Según la docente, los niños todavía sufren las secuelas del encierro de 2020 y por ello siguen desmotivados y desorientados. “Están en proceso de superar lo que significó el año pasado”, destaca.
Esta semana, este sindicato envió una carta al Gobierno exigiendo la aceleración en la vacunación de docentes, que –según afirma Lancioni– “se encuentra bastante estancada”. De acuerdo con los datos recolectados por Seduca, el 13% de sus afiliados de la ciudad y el 11% de los de provincia fueron inoculados con las dos dosis. En tanto, según información del Ministerio de Educación porteño, el 15% de la población docente de la jurisdicción se encuentra vacunada, todos con ambas dosis y mayores de 60 años. En los próximos días, adelantan, comenzarán a aplicar la primera dosis a los docentes de entre 59 y 55.
“Ahora, ese es nuestro principal reclamo. No apoyamos los paros porque siempre priorizamos que docentes y alumnos estén en las aulas. Estamos convencidos de que los consensos se logran a través del diálogo”, dice Lancioni.
El dirigente no esconde su cercanía con el gobierno porteño, especialmente con la ministra de Educación de la ciudad, Soledad Acuña, a quien por momentos llama “Sole”. El sindicato comparte una reunión semanal con la cartera educativa.
Junto al gobierno porteño, Seduca confeccionó durante la segunda mitad de 2020 distintos protocolos para el regreso a la educación presencial. En octubre finalmente obtuvieron el aval del Ministerio de Educación de la Nación para comenzar con los primeros encuentros de revinculación en las escuelas, pero sin la posibilidad de dictar contenido académico.
“Estamos alineados a Cambiemos en el trabajo, no en la política. Siempre llegamos a buenos acuerdos”, aclara Lancioni. El secretario general busca marcar una diferencia entre su afinidad con el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta y el que los principales sindicatos de la Ciudad y de la provincia mantienen con el oficialismo, el cual considera excesivo. “Estos sindicatos funcionan más como un partido político que como un sindicato. Detrás de la defensa del cierre de los colegios, hay intereses políticos”, manifiesta.
“Todo lo que sucede es político. Parece que el Gobierno quiere que 10 de cada 10 niños sean pobres, en vez de 6 de cada 10, como es ahora”, denuncia.
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