Secretos de una azafata: la etiqueta para los asientos del medio, el dilema del alcohol y la clave contra el jet lag
Una azafata con 20 años de experiencia responde las preguntas que más le hacen en redes sociales
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NUEVA YORK.— Ahora que en el hemisferio norte terminó el verano, los viajeros seguramente esperan poder decirle también adiós al endiablado tráfico aéreo de la temporada alta.
Y como azafata con 20 años de experiencia, puedo asegurarles que para el personal de cabina esta temporada de demoras y cancelaciones de vuelos tampoco fue nada fácil.
Hace unos días, llegué a mi turno con el médico con unas ojeras más grandes que mi cara, totalmente exhausta por la demora de un vuelo la noche anterior. “Nunca pensé que las demoras también afectaban tanto a la tripulación”, dijo mi médico.
Aunque algunos pasajeros se enojan con la tripulación de los aviones, lo ciertos es que a nosotros también nos molestan las demoras, y como explicaré más abajo, por lo general tampoco nos pagan ese tiempo perdido.
Hace unos meses empecé a compartir por las redes mi conocimiento interno del funcionamiento de un vuelo, para que todos viajemos más cómodamente.
Estas son algunas de las preguntas que recibo en las redes sobre la mejor manera de tener un vuelo plácido.
¿Dormir durante el vuelo ayuda a reducir el jet lag?
Para los que tienen la bendición de poder dormir en los aviones, en los vuelos largos dormir un poco es una manera inteligente de usar ese tiempo. En los vuelos transatlánticos, lo mejor es cenar y a continuación tratar de dormir, aunque yo, en lo personal, casi nunca lo logro. Al aterrizar, me quedo levantada hasta la hora de dormir en ese lugar. Si antes de eso me caigo de sueño, hago una siesta corta, para asegurarme de dormir esa noche. Eso ayuda al cuerpo a ajustarse al nuevo horarios al despertarnos descansados al día siguiente. Pero en los vuelos de más de 12 horas, hay que tratar de dormir lo más que se pueda.
Los que viajan solos y tienen alguna enfermedad “invisible”, como diabetes, ¿deben informárselo al personal de cabina, por si tienen algún problema durante el vuelo?
Si viajan solos y no tienen un brazalete médico de alerta, por favor háganoslo saber, porque eso nos permitirá ayudarlos más rápido y mejor si tienen algún problema. Si un pasajero nos avisó que tiene diabetes y en pleno vuelo presenta síntomas de hipoglucemia, que son parecidos a los de una borrachera, podemos proporcionarle ayuda médica inmediata, en vez de pensar que está alcoholizado.
Una vez un pasajero me informó que solía tener convulsiones y cómo debía manejarme en caso de que ocurriera. El vuelo no iba completo, así que lo cambié de asiento y lo senté solo en la última fila, al lado de la cocina donde yo estaba. Efectivamente, tuvo varias convulsiones suaves durante el vuelo, pero yo estaba atenta y me aseguré de que no le pasara nada.
El pasajero del medio siempre ocupa los dos apoyabrazos, abre las piernas y nos roza constantemente. ¿Qué etiqueta rige para el asiento del medio?
El así llamado “despatarramiento masculino” (manspreading) es inaceptable en cualquier asiento. Dicho lo cual, hay que admitir que el asiento del medio es el más temible aparato de tortura del avión. Así que la regla no escrita es que el pasajero del asiento del medio tiene derecho a ambos apoyabrazos. Tanto el pasajero del pasillo como el de ventanilla tienen un apoyabrazos propio y un poco más de espacio para inclinarse.
Si alguien invade su espacio, lo mejor es decírselo amablemente. La mayoría de las veces, la persona ni se dio cuenta y no tuvo intención de ser maleducada. Se puede hacer un comentario al pasar, como “Estos asientos son cada vez más chicos”. El problema entonces no es personal, sino con el asiento, algo que sufren ambos. Mientras la situación no escale, es mejor manejarlo uno mismo antes de involucrar al personal de cabina.
Si el pasajero sentado en el medio es realmente muy alto y se lo ve completamente encogido en su sitio, podemos ofrecerle intercambiar asientos. Todos odiamos sentarnos en el medio, pero puede terminar siendo más cómodo para ambos.
¿Llevan la cuenta de cuánto alcohol toma cada pasajero durante un vuelo? ¿En qué momento dicen “hasta acá”?
Yo llevo la cuenta: a partir de que un pasajero pide su tercera o cuarta bebida alcohólica, empiezo a tomar nota mentalmente. Antes de intervenir, tomo en cuenta la duración del viaje y cómo maneja la situación el propio pasajero. Las luces de alerta se me encienden cuando la persona se pone agresiva y demandante, usa palabras vulgares o simplemente empieza a hablar en voz demasiado alta. Durante un vuelo, los efectos del alcohol se potencian, debido al menor nivel de oxígeno en la cabina.
A lo largo de mi carrera me ha tocado tener que frenar a varios pasajeros, y las cosas casi nunca terminan bien. Casi todos discuten, insisten y dicen que están perfectamente bien. Si la situación escala, les informamos que las inconductas en vuelo pueden ser una violación a las leyes federales y que si no desiste las fuerzas de la ley lo estarán esperando al desembarcar. Con esa advertencia, el problema suele resolverse.
¿Alguna recomendación para los que nos mareamos en los aviones, sobre todo con los cambios de presión en la cabina durante el despegue y el aterrizaje?
Lo mejor es reservar un asiento lo más cerca posible de las alas del avión. Hay que pensar el avión como un subibaja: el centro —las alas—, es la parte más estable. También conviene dejar abierta la ventila superior, y llevar ropa que uno pueda sacarse fácilmente si tiene sensación de sudoración. Pídale al asistente de vuelo alguna bebida fría sin alcohol. También sugiero no viajar nunca con el estómago vacío, pero tampoco comer mucho justo antes de despegar.
Para los que tienen náuseas y vómitos, ahí está la tradicional bolsita en el bolsillo del asiento. En caso de usarla, se puede desechar en el lavabo, llamar a un asistente de vuelo para entregársela, o simplemente dejarla correctamente cerrada debajo del asiento. Pero al aterrizar no la deje abandonada para que la encuentre desprevenido algún personal de limpieza ni se lo entregue a un asistente de vuelo que no tenga un cesto de basura en la mano.
A todo esto, y dada su larga experiencia, ¿le recomendaría a alguien esta profesión?
Claro que sí, pero definitivamente esta carrera no es para la mayoría de la gente. Si la sola idea de trabajar todos los días en el mismo horario en una oficina te hace llorar y preferirías morirte, entonces tal vez este sea tu camino. A veces hay vuelos terribles que te hacen enfurecer, pero con la certeza de que mañana nada se repite, con nuevos pasajeros, probablemente otro destino, y distintos compañeros de tripulación.
Ser asistente de vuelo sigue siendo una excelente manera de conocer el mundo. El trabajo es mental y físicamente extenuante, comparable a el trabajo en un hospital o una escuela, pero peor, porque a veces desaparecés de tu casa durante tres o cuatro días. Eso se cobra un alto precio en las relaciones personales y no podés tener mascotas, pero también conocés gente fascinante y hacés amigos de por vida.
(Traducción de Jaime Arrambide)
Por Kristie Koerbel
NYT
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