Sebastián García Posse: "La palabra de un padre te puede condenar"
Sebastián García Posse se dedica desde hace más de veinte años a la comunicación empresaria. Trabajó en Microsoft y en agencias, dio cursos en la Argentina y el exterior y hoy dirige la agencia estratégico-creativa Ases y Reinas.
Además de su trabajo profesional, escribe relatos de ficción y acaba de publicar, luego de un proceso de ocho años, su primera novela, Harry y yo, en la que describe la relación de un hijo con su padre agonizante, un hombre que se destacaba por su vitalidad, pero que a partir de una infidelidad empieza un proceso agudo de decadencia.
De corte autobiográfico, Harry y yo narra la vida de una familia de clase media a lo largo de tres décadas en Buenos Aires, San Nicolás y Gualeguaychú, con el telón de fondo de las recurrentes crisis económicas argentinas. Con crudeza, García Posse muestra los reproches y las peleas familiares, pero también el vínculo de amor que une a sus miembros en la cercanía y en la distancia.
- ¿Por qué decidiste escribir el libro?
- Porque era un sueño. Tenía el sueño de ser escritor. Escribo desde que tengo memoria y siempre tuve el sueño de escribir una historia que trascienda. Un sueño de trascendencia, de dejar algo. Lo que mejor puedo hacer es dejar una historia que esté buena. Creo que esta historia era algo muy interesante para contar y que cada uno la viera a la luz de su propia historia.
- ¿Por qué tardaste 8 años en escribir la novela?
- Primero porque laburo como un enfermo en comunicación y marketing. Pero también amo escribir. La empecé en agosto de 2012, después de estar años pensando en qué escribir. Y me tomó ocho años porque escribir una novela es lo más difícil que hice en mi vida y por la complejidad que representaba para mí. Hay momentos en que escribí frenético y otros en que frené. Quería que estuviera a la altura de lo que a mí me gusta. Una novela es una trama densa. Yo también escribo cuentos, pero una novela es como decir "voy a escalar el Himalaya". Al principio tiene gérmenes por todos lados y después la estructurás. También buscaba no repetirme, que no decayera el ritmo... es algo muy difícil, que exige mucho tiempo.
- ¿Cuánto de autobiográfico tiene?
- Es 100% autobiográfica y 100% ficcional. Está montada sobre hechos reales, los grandes mojones son reales, pero están ficcionalizados. Yo jamás entrevisté a mi padre. Además tengo muy mala memoria social y emotiva, tengo borrones. Hay mucha gente que está preocupada, sobre todo mi madre.
- En la novela contás situaciones complejas, ¿no te peleaste con tu familia?
- No. Es muy probable que alguien se enoje, que digan que no fue así o que no lo podía contar. No me peleé con nadie y espero no pelearme. Le hice una carta a las personas que están en el libro. Hasta ahora, los que la leyeron no solo no se enojaron sino que pude dialogar con ellos sobre los vínculos. Está bueno cómo se activan las conversaciones a partir de la lectura. La escritura se completa con la lectura y es impresionante esa fusión.
- El libro tiene tres voces, la del hijo, la del padre y la de un amigo de éste. ¿Charlaste con tu papá y un amigo para escribir las otras visiones?
- El amigo es enteramente ficcional. Está inspirado más en un amigo mío proyectado a 65 años. Y jamás entrevisté a nadie. El libro lo hice en mi escritorio. No hablé con mis hermanos ni mis tíos. Durante la internación hablé muy poco con mi padre, era un momento más de estar que de hablar. La construcción sí está basada en diálogos mantenidos, en la imagen proyectada de una persona y su personalidad. Estuve 21 días internado y de ahí saqué los pensamientos sobre la muerte.
- En el libro se traslucen la situación económica argentina en distintas épocas y las cuestiones cotidianas de una familia de clase media. ¿Eso lo pensaste de entrada o fue saliendo a medida que se iba desarrollando la historia?
- No lo pensé de entrada ni mucho menos. A un personaje le tenés que crear las circunstancias. Vos tenés que darle un entorno para que el personaje se despliegue. A medida que fue corriendo la historia, las personas tuvieron que tener un contexto. Y parte de lo que les pasaba incidía en la historia. Las privatizaciones, SOMISA que se viene abajo y las casas que se convierten en locales. Era una manera de darle conexión con un montón de cosas. Y sin lectura ideológica-política. Contar cómo un garaje se convertía en un almacén. Era así.
- El nudo de la historia es la infidelidad de tu padre, que era vista como imperdonable por la familia. Sin embargo, podría no haber sido tan dramático.
- Sí, por supuesto. El personaje dice "cuando tropecé con la misma piedra". Es dramático porque las consecuencias de ese hecho terminan con una vida. Es una condena demasiado severa. También el propio personaje se condena a sí mismo por algo que debe pasar en el 80 por ciento de las familias. Es muy severo el juicio que hacen los hijos. En los personajes es lapidario. La infidelidad es el detonante de la historia.
- ¿Y el deterioro puede ser hereditario?
- No tengo idea, pero sí creo que las historias familiares, los modelos dejan una huella infernal, por lo bueno y por lo malo, que también enseña mucho y hay gente que replica las historias casi con papel de calcar.
- Este fue tu primer paso en la literatura, ¿pensás que seguirán otros?
- Sí. Es mi primer paso oficial. Y podríamos decir con un pez gordo, una novela de 300 páginas. Es un paso grandísimo, pero yo escribo hace mucho. Ahora me empezaron a leer personas que no sabían que escribía. Tengo comentarios muy estimulantes para seguir haciendo cosas. Voy a publicar sin dudas un libro de cuentos. Y después encarar una segunda novela. En un viaje largo me puse a tirar ideas en un audio. Espero que me lleve menos tiempo y quizás que sea más corta. Uno de los elogios más lindos que me dijeron fue "se me pasó volando y quería leer más". Eso la verdad que está buenísimo. Mi premisa al escribir es que quieras bajar al renglón que sigue. Eso es lo que hace que avances. Y que no necesites volver.
- ¿Por qué decidiste incluir tres voces?
- Para mí hay dos personajes principales, el padre y el hijo. Al final el hijo queda solo y termina siendo el gran personaje. Creí que era muy importante que tuviera esos dos personajes y otra voz, un retratista, un pintor que aportara pinceladas. Es un personaje necesario porque aporta otras miradas y tiene un leve aguijón de crítica desde el costado. Te arma el entorno sin estar en el fragor de la batalla. Eso me surgió el día que se me ocurrió la novela, un martes 13, influido por La mujer justa, de Sandor Marai. Es una especia de Padre, Hijo y Espíritu Santo, una Trinidad.
- ¿Pensar tanto en la familia te dio más o menos ganas de tener hijos?
- No creo que me haya movido para ninguno de los dos lados. Siempre juzgué las relaciones padre-hijo como algo muy complejo. Hay mucho de mandato en tener hijos. Me parece la decisión más difícil de la vida, más que escribir una novela. No me inclinó para ningún lado. Sé que es muy complejo. La relación padre-hijo tiene mucho de fragilidad y fortaleza. A veces de tan fuertes se vuelven frágiles. Una palabra es una bomba en los sentimientos que se puede detonar. El peso que puede tener la palabra de un padre te puede condenar. Es muy demoledor. Aunque también una palabra bien puesta te puede dar energía para encarar la vida.
Harry y yo está disponible en Mercado Libre, Tienda PAM! (editorial) y las librerías 5 Esquinas (Libertad 1293, CABA), La Comarca (Av Lacroze 3645, CABA), Fray Mocho (25 de Mayo 699, Gualeguaychú) y Rayuela (25 de Mayo 1092, Gualeguaychú)
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