¿Se suspenden las clases por calor? Las estrategias de los colegios para combatir el calor sin aires acondicionados
Los padres juntan firmas y mandan cartas para que las escuelas compren equipos de refrigeración; los establecimientos apuestan por cancelar las clases de educación física y combinar la presencialidad con la virtualidad
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“Se muió (Sic)”. Esa particular frase usaron dos alumnos de sala de tres años de un jardín de San Isidro para contarle a la directora lo que estaba ocurriendo en el aula. Con el calor, a la maestra le bajó la presión. Llegó a decirles a los chicos que necesitaba agua, pero en el camino se le aflojaron las piernas y se sentó en el piso. Y les indicó a los niños que pidieran ayuda. Después se acostó. Sus alumnos la rodearon. Algunos preguntaban si estaba muerta, otros creían que estaba dormida. Ella los escuchaba y no podía hacer nada. Mientras, una de las niñas decidió cargar agua en su tacita y tirársela en la cara. Cuando la directora recibió la visita de los dos chicos que salieron a pedir ayuda, se encontró con ese panorama. Poco después, les llegó la comunicación a los padres que el jardín había decidido suspender las clases.
“Pongan aires. Con este calor no se puede estudiar”. Palabras más, palabras menos, ese es el mensaje multiplicado por cien que, por estos días, reciben todo el tiempo los colegios. Llegan en mails, en llamadas telefónicas, en notas en cuadernos y también en panfletos y pintadas. Lo dicen los padres, los chicos y también los docentes. Ante la sostenida e inusual ola de calor que agobia al país, a pocos días de que comience nominalmente el otoño, los colegios y los padres ya no saben qué hacer para que los chicos no pierdan horas de clase, pero que, a la vez, puedan concentrarse y no descomponerse en el aula.
Algunos colegios optaron por acortar la jornada hasta antes del mediodía, otros suspendieron las salidas a campos de deportes, pusieron dispensers con agua fresca en los pasillos, y anunciaron que las faltas iban a estar justificadas. Incluso, algunos establecimientos les dieron rociadores con agua a los docentes, para mantener a los chicos, no solo hidratados, sino también mojados dentro del aula. Otros, durante el recreo, apostaron por juegos de agua con mangueras. Ciertas escuelas, incluso, volvieron a la modalidad virtual: un esquema de clases que se reparte entre la presencialidad y el Zoom o Meet, para que durante las horas de más calor los chicos estén en las casas.
Reclamos
En el Instituto San Nicolás, de Los Polvorines, los reclamos de los padres llevaron a los directivos a pedir presupuesto: tenían que destinar unos 25 millones de pesos, para poner equipos de más de 6000 frigorías en las 25 aulas y hacer toda la instalación eléctrica nueva, ya que la que tienen, no soporta esa demanda. “Decidimos usar el calor como una oportunidad pedagógica para hablar del cambio climático. Para nosotros es inviable esa inversión, tenemos una cuota de 18.000 pesos, fijada por el Estado. Los padres vienen todo el tiempo a plantearlo, y les explicamos. Algunos nos hablan del artículo de emergencia climática para pedir la suspensión de las clases. Pero no aplica. Nosotros justificamos la falta a los alumnos. Y notamos que los días de mucho calor, falta el 40% del alumnado. Por eso decidimos hacer algo distinto. La pandemia nos enseño mucho a adaptarnos rápido. Compramos más ventiladores y pusimos mangueras en los patios y en el campo de deportes. Los recreos son verdaderos carnavales. El que quiere trae ropa para cambiarse y el que no, se queda mojado en el aula, que es lo mejor, para combatir el calor”, explica Mónica Pinelli, representante legal del colegio. “A los más chicos, mojarse con la manguera no solo los refrescó, los puso muy felices”, dijo.
Algo similar ocurrió en Rosario: las autoridades de la primaria de la Escuela Gurruchaga permitieron a los alumnos concurrir con atuendo playero (malla, ojotas y toallones) ya que en el recreo pudieron darse una “manguereada” refrescante. “Nosotros comunicamos el sábado pasado que los padres que lo quisieran podrían enviar a sus hijos al establecimiento sin uniforme, y sugerimos que podían venir, con una mallita y toallón. No es una imposición, sino una sugerencia”, aclaró Mariana Sánchez, directora de la escuela. “La mayoría de los alumnos vino así. Los chicos nos decían que no se iban a olvidar ese día lo felices que fueron”, dijo.
Pero incluso, hay colegios que están equipados con aires acondicionados, pero que no los pueden usar por los cortes de luz o por la baja tensión, que les impide encenderlos, como es el caso del colegio San Ignacio de Loyola, de Berazategui. “En el verano invertimos más de seis millones de pesos para poner aires en el nivel secundario y nos los podemos usar por la baja tensión que hay en la zona”, afirmó Marisa Pieroni, representante legal.
Los que no paran de trabajar por estas horas son los responsables de mantenimiento de los colegios. En muchas aulas los ventiladores no funcionaban o estaban ubicados en lugares que no alcanzaban a refrescar a todos los chicos. En otros establecimientos, hubo que agregar más ventiladores y reforzar la seguridad de las ventanas para que quede todo abierto.
En todo este panorama, y con el calor que no ayuda, los humores estuvieron caldeados. En muchos colegios, los padres juntaron firmas para exigirles a las autoridades educativas que instalen equipos de aire acondicionado. E incluso, les proponían un plan de pago para financiarlo, y se ofrecían a ser ellos quienes pagaran el costo.
“Esto yo ya lo viví, soy exalumna del colegio y lo pedimos muchas veces, no van a acceder”, afirmó Romina Aguilar, madre de Tomás, de ocho años, alumno de una escuela de Villa del Parque. “Pero yo hice las cuentas y es apenas 300 o 400 pesos por mes por chico, durante un año. Y compramos aires para todos. Así no pueden estudiar”, escribió en el chat de WhatsApp Florencia Burgos, madre de Paz. “Pero, chicas, no lo van a hacer. Juntemos firmas, pero hasta que lo decidan, la ola de calor ya pasó. Y, además, el tema es la instalación eléctrica, no resiste”, respondió Sofía R., madre de Mateo.
En llamas
Los chats de madres y padres están en llamas y lograron motorizar cambios, que fueron aceptados e impulsados por los colegios como, por ejemplo, que se instalen dispensers con agua fría, que no se hagan ejercicios físicos intensos durante la hora de gimnasia y que se pongan en funcionamiento todos los ventiladores.
Pero también, los directivos tienen que resolver cuestiones que se les plantean sobre la marcha, como que llegan chicos con ventiladores en las manos a la hora de entrada, con toallas mojadas para la cabeza, o directamente en ojotas.
“Yo hoy lo mandé con un ventilador de pie, con la zapatilla para enchufar y todo. Que los sumen a los que tiene en el aula”, contó a las otras madres Rocío Vergara, mamá de Tadeo, de nueve años, que concurre a una escuela privada en la localidad de Banfield. Así y todo, el comentario del chat era dónde había conseguido la mamá de Nahuel ese miniventilador a pilas que llevó a clase, para ponerlo en su propio banco. “Lo compré en una casa de productos para uñas, chicas les paso la dirección, sale 2300 pesos”, fue la respuesta.
En el colegio Americano Integral, en la ciudad de San Nicolás, el aire no iba a ser un problema, porque, tal como cuenta Sandra Troia, el colegio está refrigerado. Pero la trifásica no aguantó y tuvieron que pasar días de mucho calor hasta que se solucionó. “Ahora que volvió a funcionar el aire, los padres entran y se quieren quedar . Te dicen: ‘me quedo porque afuera es una locura’. Y es verdad. Con este calor no se puede”, dijo.
En el colegio San Joaquín, de Villa Ballester, decidieron no mandar a los chicos al campo de deportes mientras dure el calor. “Tenemos aire en todas las aulas, pero a veces no dan abasto”, cuenta Constanza Díaz, directora y representante legal. Una de las estrategias por la que optaron fue darles rociadores a las docentes para que los chicos no solo estén hidratados, sino mojados, refrescados. “Al estar humedecidos, por decirlo así, sobre todo los más chiquitos, trabajan más tranquilos, porque el calor los pone mal”, contó.
En el colegio Sagrado Corazón, en Lomas de Zamora, las clases de la secundaria retomaron la virtualidad. Los chicos concurren durante la mañana, se les permite ir con bermudas y salen antes del mediodía. A medida que el calor persiste, y para no perder horas de clase, esta semana, completan las horas que faltan conectándose al Meet, en la plataforma del colegio, o trabajando desde la app Classroom, siempre desde casa.
Martín es padre de tres hijos. Dos de ellos van a la secundaria y uno a la primaria de una escuela privada en San Miguel. “A los chicos ahora les permiten ir con pantalón corto y les pidieron que lleven bastante agua fría y recargan en el colegio. Además, desde hoy anunciaron que los chicos de secundaria, después del mediodía se van a sus casas y siguen trabajando desde sus hogares. Es un tema, porque el colegio no tiene aires y, es más, en muchas aulas ni siquiera hay ventiladores”, relató el padre.
Flavia Gallo es directora del Instituto Buenos Aires de La Matanza. “Tenemos aires, pero igual no alcanza porque el calor es mucho. Estamos trabajando con los chicos para concientizar sobre los cuidados. Los padres están bastante alertas con este tema. Muchos nos consultan si es cierto que no se pasan las faltas. Lo que les explicamos es que lo importante después de la pandemia es no perder más horas de clase”, señaló.
“Apenas baje el calor y la emergencia debemos plantearnos cambios importantes al servicio del sistema educativo. Pocas organizaciones del país están en condiciones de afrontar temperaturas extremas. La escuela de gestión privada, en general, incluso tiene menos posibilidades a pesar de tener las mejores intenciones: cuotas reguladas y congeladas por el Estado; familias que la luchan; equipos refrigerantes cotizados en dólares; instalaciones eléctricas que deben adecuarse a precios altísimos; empresas de electricidad que no mantienen la tensión estable y que si ofrecen energía suficiente, lo hacen a tarifas y en categorías impagables. Esta ola pasará, pero necesitamos abrir los ojos ante el cambio climático: debemos permitir que las escuelas tengan posibilidades de inversión, que las empresas de electricidad cuiden al sistema educativo con carácter prioritario, el Estado debe animarse a evaluar cambios en el calendario escolar, ya que hace bastante tiempo que tenemos inviernos menos fríos y veranos más tórridos”, observó Martín Zurita, presidente de la Asociación de Colegios Privados de la Provincia de Buenos Aires (Aiepba)
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