“Se produce una liberación”: el innovador trabajo del counseling para detectar y ayudar a personas con dislexia
Sara Fleming es especialista en dificultades producidas por ese trastorno de la lectoescritura; capacita a empresas, maestros, particulares y consultantes
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Después de charlar varios minutos sobre cómo es la vida de una persona que padece dislexia, pero que nunca fue diagnosticada, al hombre de 84 años se le llenaron los ojos de lágrimas. “Ahora comprendo por qué toda la vida viví a los ponchazos”, dijo, visiblemente angustiado.
“Él supo en todo momento lo que era sentirse menos, pero no tenía un diagnóstico. Una de cada diez personas tiene dislexia, pero el 80% de los que tienen la dificultad no lo saben”, explicó Sara Fleming, counselor en dificultades producidas por dislexia.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define a la dislexia como un trastorno propio de la lectura a raíz de problemas para identificar los sonidos del habla y comprender cómo estos se relacionan con las letras y las palabras (decodificación).
“Las dificultades específicas del aprendizaje (DEA) son alteraciones de base neurobiológica que afectan a los procesos cognitivos relacionados con el lenguaje, la lectura, la escritura y/o el cálculo matemático”, explicó Fleming.
En 2018 se reglamentó la ley de dislexia, que garantiza el tratamiento y las adaptaciones escolares: la ley 27.306, que busca garantizar el derecho a la educación de las personas con DEA.
Fleming recibe a LA NACION en un consultorio grande donde conviven un piano alemán, cuadros de cantantes de ópera y sus diplomas. Sobre la izquierda, hay dos poltronas donde se pasa largas horas charlando con sus consultantes. Unas cortinas antiguas de color turquesa, el color de la dislexia, y blancas caen por los costados de las ventanas: la naturaleza invade el consultorio y se puede ver un paisaje verde con un limonero.
En lo más íntimo de su hogar atiende a sus consultantes porque allí mismo, durante la pandemia del coronavirus, fue donde descubrió que su camino como counselor debía direccionarse hacia las personas con dislexia.
Empezó todo cuando su marido, con quien llevan 20 años de casados, le contó que tenía este trastorno “invisible” que afecta a buena parte de la sociedad. La historia siguió con su hijo, a quien a los 14 años le dieron el mismo diagnóstico.
“Mi hijo leía en voz alta y cambiaba las letras de lugar, yo lo atribuía a que era chiquito, lo justificaba, pero en realidad era dislexia”, recordó y destacó la gran ayuda del médico pediatra, especializado en dislexia, Gabriel Azcurra.
Fue así como tomó la decisión de dedicarse a enseñar a otras personas cómo detectar la dislexia, además de atender a consultantes que la tengan, y una vez que se recibió de counselor comenzó a recibir una gran cantidad de libros sobre el tema. “Mi primer consultante fue una personas con dislexia, counselculia, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, que muchas veces es comorbilidad a la dislexia y otras se da en estado puro”, detalló.
Creó Dislexia Counseling junto a Azcurra y al también counselor Carlos Viescas Rodríguez. “Tenemos que dar charlas de concientización a los otros counselors para que cuando ellos atiendan a personas que están acompañando a sus hijos con dificultades en la escuela, tengan dentro de su radar la posibilidad de que tengan dislexia”, le dijo en su momento.
“Damos cursos y ofrecemos capacitaciones y acompañamiento. A veces atendemos a familias enteras. Hay muchas dificultades, están las problemáticas entre hermanos que tienen dislexia y los que no, porque el hijo que no tiene dislexia está enojado con su hermano disléxico que se ‘lleva’ más tiempo de los padres”, explicó. Y agregó: “A la vez, el chico con dislexia no quiere tanta atención porque no quiere que su hermano lo ‘odie’”.
También “está el papá que lo comprende porque sufría lo mismo de chico y el que se enoja porque le va mal en el colegio. Entonces es un trabajo de todos”.
Sara trabaja la autoestima con niños, adolescentes y adultos: “La mayoría de ellos vive con la sensación de que algo malo les va a pasar. Entonces si alguien convive con ese pensamiento todos los días, va a ser un adulto con la autoestima dañada”, afirmó.
“¡Es tan constitutivo del ser cómo nos va en el colegio! Si a uno le dicen desde chiquito que es tonto, lerdo, estúpido, vago, entonces se lo va a creer toda la vida”, sostuvo.
Fleming recordó que si la dislexia no se trata, puede llevar al fracaso escolar, a la marginación, a la delincuencia, a la adicción, porque los que la tienen pueden llegar a tener un gran sentimiento de desvalorización, de vergüenza y de culpa.
También resaltó el concepto de “dislexia camuflada”. Según describió, “el 50% de los disléxicos tiene mote de vago y el otro 50%, mote de premio al esfuerzo. Porque también hay que sospechar un caso de dislexia en el chico que estudia diez horas por día y aprueba raspando”.
Además contó que se camufla el “no puedo” por un “no quiero”: “Yo lo llamo desobediencia por dislexia. No quieren que los demás se enteren de que balbucean cuando leen o de que leen un texto de manera perfecta, pero después no pueden explicar de qué se trata porque todo el esfuerzo estuvo centrado en leer sin equivocarse. Entonces tienen mala conducta; algo común es que no tengan carpeta y que quieran faltar mucho al colegio”, contó.
“La capacitación es vital”
Según indicó la especialista, la mayoría de las personas atraviesa la escolaridad sin saber que tiene dislexia. Sin embargo, esta se hace presente en su vida cotidiana por distintas razones, pero la principal es una autoestima negativa.
En esta línea, advirtió: “Todos tuvimos, tenemos o tendremos alguien cercano con dislexia. Por eso, en la base de los motivos de consulta se puede estar colando la dislexia con sus consiguientes efectos emocionales que perturban los vínculos, y como counselors debe estar dentro de nuestras hipótesis de trabajo, con lo cual cambian el enfoque y la mirada del problema”.
“La práctica nos demuestra que se produce una liberación en el consultante al saber que la dislexia y sus consiguientes efectos están en la raíz de su problemática. La realidad es que saber esto nos allana el camino del proceso de counseling, al poder comprender más cabalmente lo que de verdad allí está ocurriendo”, expresó.
“En nuestra capacitación, nos preparamos para detectar y asistir en el proceso de restablecimiento emocional del individuo y en asistir a su entorno para devolverle a la persona aquello que es suyo por derecho propio: la posibilidad de sentirse pleno en la vida, y el saberse también merecedor de felicidad, lo cual es uno de los pilares de una autoestima sana y equilibrada”, sumó.
Fleming apuntó que el adulto disléxico no diagnosticado durante su etapa escolar acarrea dificultades, especialmente en lo concerniente a su autoestima, durante el resto de su vida. Por esta razón considera fundamental que un profesional, adecuadamente formado para atenderlo sea capaz de vislumbrar y asociar estas dificultades de su niñez y las consecuentes creencias que derivaron de esta vivencia sobre sí mismo con las dificultades que experimenta en la adultez.
Por otro lado, en el caso de los niños o los adolescentes con dislexia aclaró que se está a tiempo para ir apuntalando y fortaleciendo esa autoestima que está en plena construcción, desde el momento mismo de la detección del trastorno. “Como profesionales especializados en dislexia estaremos capacitados para detectar presuntivamente señales de dislexia, que luego ha de ser verificado con una evaluación neurocognitiva realizada por el psicopedagogo”, explicó.
Y añadió: “Para algunos es un alivio, para otros es una novedad que resisten, pero sin lugar a duda a la larga es muy beneficioso haber recibido el diagnóstico. Aquellos que lo rechazan ab initio, se dan cuenta de que recibirlo fue un antes y un después, que los fortaleció y los redireccionó en un sentido muy positivo para sus vidas”.
Fleming contó que en muchas empresas hay puestos que son ideales para las personas con dislexia, ya que saben muy bien cómo “pensar fuera de la caja”.
“En la red social de trabajo Linkedin ahora los profesionales pueden incluir como habilidad en su perfil ‘pensamiento disléxico’. Esto se logró gracias a una campaña impulsada por la organización benéfica Made By Dyslexia junto al empresario Richard Branson, fundador de Virgin Group, y en colaboración con la agencia londinense FCB Inferno”, destacó.
“Grandes eminencias tenían o tienen dislexia y crearon cosas maravillosas”, concluyó la counselor.
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