Se fueron de la Argentina a probar suerte en el extranjero y tienen el empleo soñado: “Nos cambió la vida”
En 2016, Julia, junto a su novio Ignacio, decidieron armar las valijas para conocer diversos sitios del mundo; en medio de su recorrido, descubrieron una manera especial para solventar sus gastos
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Julia Broda (32) es una de las tantas personas de la Argentina que tomó la decisión de buscar nuevos horizontes. En 2016, junto con su pareja Ignacio Granados (41), sacaron un pasaje con destino a Europa con el principal objetivo de conocer diversas ciudades y sus respectivas culturas. Sin embargo, aquel primer viaje se extendió por más tiempo y les cambió radicalmente su vida. Actualmente, solventan sus gastos económicos a través de un trabajo que descubrieron en medio de su recorrido y que tiene como protagonista a un sentimiento que ambos comparten: el amor por los animales.
Con un proyecto en mente, a sus 18 años, Julia ya sabía que en algún momento se iba a dedicar a recorrer el mundo. No obstante, y ante la falta de medios para concretar el proyecto, emprendió otro camino: se mudó desde Rafaela, Santa Fe -donde es oriunda-, hacia Rosario, con el fin de cursar la Licenciatura en Ciencia Política. Si bien en un principio la carrera la motivó por completo, ya que era lo que la apasionaba, en 2012 su cabeza hizo un clic y supo que no iba a parar hasta conseguir lo que tanto deseaba. “Ese año conocí a Nacho, mi pareja. Los dos planeábamos e imaginábamos viajar, en ese momento él tenía un hostel y también fantaseaba con eso, porque recibía a muchos clientes con ese estilo de vida. Por mi parte, primero quería terminar mis estudios”, señaló la protagonista de la historia a LA NACION.
Cada día que pasaba, ambos alimentaron ese sueño que ya estaba instalado en sus cabezas. Pero, a medida que pasó el tiempo, se encontraron en medio de una rutina repetitiva y que no los satisfacía en lo absoluto: “Mientras estudiaba, trabajé en diversos bares y en gastronomía, hasta que en el 2014 encontré un empleo ideal. Rendí el examen para ingresar en el Poder Judicial, y me fue bien”. Con un horario que le permitía tener tiempo libre para concluir la Licenciatura, y un sueldo fijo, la idea de irse se postergó por un tiempo. Sin embargo, el 25 de mayo de 2016 la vida de ambos dio un giro 180 grados. “Tuve que renunciar y fue muy difícil tomar la decisión de hacerlo, pero cuando estaba por decírselo a mi jefe descubrí que se había terminado la subrogancia, ya que no era planta permanente, y eso lo hizo más ameno. Me recibí el 13 de mayo y a los 12 días empezó nuestra aventura”, sostuvo. Ignacio, por su parte, dejó el hostel a cargo de uno de sus hermanos.
El primer lugar elegido para recorrer fue Bolonia, Italia. Si bien en un principio tenían la idea de volver al país luego de un año, los planes cambiaron. “Anduvimos cinco meses en Europa y recorrimos diferentes ciudades, teníamos pocos ahorros. En aquel instante la gente pensaba que tenías que ser artesano o músico para ganarte la vida si querías llevar ese estilo, pero ninguno de los dos lo era”, admitió. “¿Y ahora qué?”, fue la pregunta que se hicieron cuando descubrieron que ya no tenían el efectivo suficiente para solventarse, tras varios meses de una rutina de ensueño.
En ese momento, la solución llego al alcance de sus manos: la visa working holiday, que les permitió viajar con el fin de trabajar durante 1 año: “Aplicamos en septiembre del 2016, en Croacia, para ir a Nueva Zelanda. En octubre ya nos fuimos para allá y ahorramos en todo ese tiempo”.
Con lo que recaudaron durante ese lapso, se trasladaron hacia el continente asiático y conocieron sitios increíbles como Tailandia, Indonesia y Vietnam. Mientras tanto, sumaron un nuevo trabajo en su rutina: el copywriting, más conocido como la creación de contenidos web.
“Ahí nos dimos cuenta de que no queríamos parar más, aunque sea por el momento. Luego, aplicamos con la misma visa y fuimos a Australia, donde conseguimos trabajos de temporada en la cocina, en el campo, o de lo que surgía en el momento”, comentó.
Para junio del 2018, fueron a la Copa Mundial de Fútbol que se realizó en Rusia, y allí vivieron cientos de anécdotas. Cuando finalizó, conocieron parte de Europa del Este y, tras descubrir una vida que los atrapó por completo, decidieron volver a la Argentina. Sin embargo, los proyectos cambiaron nuevamente: “Intentamos instalarnos, pero duró muy poco”.
En 2019, y tras ponerse al día con sus amigos y familiares, la pareja, abandonó nuevamente el país rumbo a México y, al cabo de unos meses, se dirigieron hacia los Estados Unidos. Allí, compraron su primer motorhome y pasaron dos años completos de viaje, mientras continuaban con el trabajo online. Juntos, transitaron la pandemia por el Coronavirus, que si bien no les fue fácil, conocieron a más personas y nuevos destinos.
Hace algunos meses, visitaron nuevamente a la Argentina, pero esta vez sin intenciones de instalarse nuevamente. Tras esta vivencia, se dirigieron a España, y ponen toda su energía en un trabajo que conocieron durante su recorrido.
El House Sitting, la clave de su viaje
Mientras realizaban labores temporales, voluntariados y oficios en diversos rubros, se dieron cuenta de que el mejor empleo al alcance de sus manos era el House Sitting, que les permite alojarse por largos períodos en casas a cambio de cuidarles, a los respectivos dueños, sus mascotas y la propiedad.
“Es una plataforma que nos cambió la vida. Justamente es tener un espacio privado y generalmente son casas impresionantes, donde cuidamos gatos y perros, sea la mascota que tenga. Conocimos esto en Sumatra, Tailandia, nos suscribimos y lo desarrollamos en Australia, en México, Estados Unidos y hasta en la Argentina lo llegamos a hacer también. Asimismo, hay algo que siempre decimos y aclaramos, que lo fundamental y la razón por la que vivimos de esta manera es que viajamos lento en nuestro motorhome y tenemos muy pocos gastos fijos”, detalló.
Seis años después de su primera iniciativa, la vida los ubicó en una ciudad de España llamada Cádiz. En simultáneo, la cuenta de Instagram @unviajedeidaa, donde comparten todos sus paseos diarios, comenzó a ganar reconocimiento y allí sus seguidores los acompañan hacia cada lugar. En cuanto a lo que les depara, Julia afirmó que seguirán en esta línea: “Es difícil quedarse quieto, si bien se extraña mucho la rutina, tener un lugar, tu ropa en un ropero, un baño fijo, una vez que conoces todo esto, después se dificulta quedarse quieto. Fuimos mochileros, anduvimos en un auto, una van, hasta llegar al motorhome, que tanto amamos”.
Su objetivo, por otro lado, es seguir conociendo todo tipo de destinos: “Nos gusta ir a lugares que no son turísticos o que se suele prejuzgar sin conocer, ya que desde tan lejos hay zonas sobre las que no sabemos nada. Ahora queremos ir a Irak, Irán y Arabia Saudita. Nos gusta el desafío, no solo disfrutar, sino conocer, ver cómo viven, su historia, ese es el motor del viaje. Nos acostumbramos a vivir sin saber qué pasará mañana, vivimos más el día a día”.
De esta forma, lo que parecía ser un viaje común y corriente hacia un lugar de Europa, terminó siendo el camino que marcó sus vidas. Con toda esta trayectoria, hoy en día Ignacio y Julia miran para atrás y no se arrepienten de todo lo que emprendieron juntos.
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