Sandro por Susana: "Antes de ser su amiga, fui una más de sus fans"
Por ese palpitar, que tiene su mirar… moríamos todas. Lo vi por primera vez en un show del Hermitage, en Mar del Plata, porque antes de ser su amiga y compañera de trabajo, yo fui una más de sus fans. Cuando me llamaron para hacer la película Tú me enloqueces con él, me volví loca con la idea. Era el momento ideal para hacer algo juntos. Yo estaba de novia con Carlos (Monzón) y él, con una chica que se llamaba Julia. Ninguno de los dos fue jamás a ver la filmación ni vio la película una vez que estuvo terminada. La química entre nosotros era increíble y debo decir que los dos disfrutamos mucho de esos días de trabajo juntos.
Siempre me trató como a una reina, con la galantería y el respeto que él trataba a las mujeres en general. Nunca volví a trabajar con alguien que besara así… Todo lo que se imaginen es poco.
Nunca volví a trabajar con alguien que besara así… Todo lo que se imaginen es poco.
En los momentos de descanso charlábamos de la vida con profundidad, pero nunca me preguntó directamente sobre mi vida y a mí jamás se me hubiera ocurrido preguntarle algo a él, era sumamente reservado.
Nos reíamos mucho con sus chistes, siempre estaba de buen humor y era muy cariñoso con toda la gente que trabajaba. Él me llamaba Su y yo le decía Robert. Creo que conocí pocas personas que hayan hecho con su vida "sólo lo que quería hacer" como él. No siguió ninguna convención: ni se puso de novio con la chica de moda ni dio notas sobre su vida; cantó lo que quiso, trabajó cuando tenía ganas, fue el primer latino en llenar el Madison Square Garden.
Su relación con el público nunca precisó de la prensa, era un artista fabuloso, un gigante en el escenario, el más sexy, el más lindo, el más romántico, ¡el más mitológico! Por eso "sus nenas" lo siguieron hasta el final. Por eso, más de 40.000 personas fueron a despedirlo bajo la lluvia al Congreso. Por eso, a un mes de su muerte, escucho todo el tiempo sus discos, porque no soporto la idea de dejarlo ir.
"No quiero que me lloren cuando me vaya a la eternidad, quiero que me recuerden como la misma felicidad". Y así, te recordaremos siempre, mi querido Robert.
Este texto fue publicado en Revista Susana tras la muerte de Sandro
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