San Valentín: el amor romántico en tiempos de centennials
Se conocieron en Pinamar, hace poco más de un año. Ella estaba de vacaciones con su familia y él, con amigos. Tenían amigos en común y la atracción se instaló desde el primer momento entre ellos. No tardaron mucho en imaginarse juntos. De regreso, la relación siguió en la nebulosa por un mes, de recorrida por bares, de Vicente López a San Isidro. Él le regaló chocolates, le escribió una carta y antes de que empezara marzo publicaron su primera foto juntos en Instagram, que es la manera de comunicar al mundo que estaban de novios.
Loli Romero tiene 18 años, acaba de terminar el colegio y está ansiosa por saber cómo van a festejar mañana San Valentín. Agustín Ephtyneos, de 20, prefiere ser espontáneo, siempre romántico. Y a pesar de su juventud, al expresar amor sigue el libreto más tradicional del hombre enamorado.
Ellos son parte de la generación Z, la que sigue a los millennials y que está formada por aquellos que tienen menos de 21 años. Y, pese a los pronósticos, los centennials, así se los llama, creen más que nunca en el amor.
"Los adolescentes creen en el amor romántico. Cuando entran en una relación, la piensan en términos de yo soy todo para el otro y el otro es todo para mí. Es una relación que implica fidelidad y complementariedad", afirma Mariana Palumbo, socióloga e investigadora del Conicet y una de las autoras de Me clavó el visto: los jóvenes y las esperas en el amor a partir de las nuevas tecnologías, publicado en 2017 por el Instituto Gino Germani.
¿Cómo se enamoran los centennials? "Sigue vigente el amor romántico, que es un resabio de épocas pasadas, pero más atenuado. Son jóvenes socializados con una mirada más igualitaria y, en consecuencia, produce vínculos menos dependientes. Hoy ellas toman la iniciativa con toda naturalidad, pagan la cuenta y ponen fin a una relación en la que no se sienten cómodas, sin poner en jaque ningún estereotipo", explica Ana Lía Kornblit, socióloga del Gino Germani y del Conicet, que lleva más de dos décadas investigando la adolescencia.
Sobre la base de sus estudios, Kornblit estima que solo el 25% de los adolescentes argentinos están de novios. El paso entre los 17 años a los 18 parece ser el momento clave para ponerse de novios. Son pocos los que mantienen relaciones estables y ocasionales al mismo tiempo.
"Los adolescentes están lejos del estereotipo de promiscuidad sexual con el que a menudo se los vincula. En cambio, son monógamos seriales, es decir que durante un año pueden tener varias parejas, pero no todas al mismo tiempo. Son relaciones únicas, fieles y consecutivas", explica Kornblit.
Pero la monogamia hoy se vive más que nunca en las redes. "En la práctica pueden ser fieles o no, pero lo que más les importa es el relato de la fidelidad que se hace en las redes", explica Palumbo.
Existen muestras amorosas del compromiso con la pareja para la generación Z. Por ejemplo, publicar una foto de los dos es la manera de comunicar que se está de novio. También se dedican estados, se mandan mensajes, se comentan las publicaciones. Y la forma más extrema de demostrar amor, quizás, es la entrega de las contraseñas de las redes.
"Nosotros nos dimos el patrón de acceso al celular, no las claves. Pero la verdad es que confío en él. Y él en mí", dice Aldana Bizzarro, de 21 años y estudiante de kinesiología, que está de novia con Giuliano Vergani desde hace tres años. "Nos seguimos en las redes, al principio subíamos muchas más fotos, ahora no tanto, más que nada uso la historia de Instagram. Sí miro lo que hace él en las redes, él lo mismo, pero tranquilo, sin controlarnos", dice ella.
Ignacio Dolce tiene 17 años y estuvo dos veces de novio. Ahora está solo. "La primera vez, estaba muy pendiente de todo lo que hacía ella en las redes. La stalkeaba mal. Le hacía planteos si comentaba publicaciones de otros chicos que yo creía que le podían gustar. Y duramos cuatro meses. Con mi segunda novia me cuidaba un poco más, pero ella era peor que yo y no me banqué los planteos. Era muy celosa. No duramos nada", dice.
Porque el amor, para los centennials tiene ciertos códigos. "Si veo que está conectado y no me contesta, si no me da las contraseñas, si interactúa con otros en las redes, si no me comenta mis publicaciones o no me da like, todo puede ser un problema para la pareja. Es una generación que tiene una noción de control. Porque la inmediatez de las redes disminuyó el umbral de espera en las relaciones amorosas y aumentó la sensación de poder tener el control sobre el otro", explica Palumbo.
"El amor romántico se piensa como una relación monogámica y aspira al proyecto en común: algún día queremos vivir juntos. Exige estar dispuesto a dar todo por el otro. Pero la pasión y la entrega que demanda pueden tener una connotación trágica. En los femicidios aparece la idea del amor romántico llevado al extremo. Porque es un vínculo amoroso que supone dominación, posesión del otro y control. Te controlo y si veo que no me fuiste infiel restablezco mis lazos amorosos. Se necesitan leyes de educación sexual integral que vayan más allá de la sexualidad entendida como genitalidad, que ayuden a pensar todo lo que se pone en juego en una relación amorosa", explica Palumbo.
A diferencia de los millennials, para la nueva generación, el encuentro sexual es muy importante. Y la mayoría, tanto ellos como ellas, consideran que el amor mejora el sexo, pero no es requisito.
"Son una generación con mucha conciencia de métodos anticonceptivos. Sus padres tienen alrededor de 40 y 50 años y en muchos casos les compran preservativos o pastillas. Y aceptan por ejemplo que el novio se quede a dormir y que duerman juntos", apunta Kornblit.
Ponerse de novios sigue siendo para esta generación, según dice la especialista, un símbolo de éxito y madurez puertas adentro de la familia. Y en el círculo de amigos también. "Estar de novios para los adolescentes es un indicador de autoestima, de aceptación social", explica.
Tres estilos
Felipe Mena, 18 años
"Mis amigos me decían looser, pero no me importa"
"Estoy de novio hace un año y cuatro meses. Primero salimos cuatro meses y nos pusimos de novios en serio. Al principio, mis amigos me insistían para que concretara, pero una vez que me puse de novio, están re felices por mí pero me reclaman, porque ya no salgo tanto con el grupo. El primer tiempo quería estar todo el día con ella. Después, volví un poco a los amigos. Los que también están de novios te entienden, pero los que no, te re bardean. El año pasado festejamos San Valentín en la casa de ella. Me hizo unas tortas y una mesa especial. Yo le escribí un par de cartas y le regalé un almohadón de peluche con forma de corazón. Este año, todavía no sé qué regalarle. El problema de los regalos de San Valentín es que hay que pensarlos mucho", dice. "El día que nos pusimos de novios, fuimos al cine y le dije que quería salir con ella. Después, subimos una foto a Instagram juntos y a los días cambié mi foto de perfil de Whatsapp. Mis amigos me decían Looser, pero no me importa. A las fotos que ella publica siempre les doy like.
Santiago Basualdo, 19 años
"No soy de regalar tantas cosas ni de escribir cartas"
"Ahora no estoy de novio. Tuve dos relaciones más formales, una en 2015 y otra en 2016. A mi primera novia, para invitarla a salir pedí el consejo de mis amigas y dejé de escuchar a mis amigos porque ellas te tiran la posta y ellos te dicen cualquiera. Hacíamos atletismo en el colegio juntos y la invité a salir después de un tiempo. Estuvimos así cuatro meses y nos pusimos, pero duró sólo tres meses porque ella se fue de intercambio y se desenganchó. Con mi segunda novia duramos unos dos meses. No soy de regalar tantas cosas ni de escribir cartas. Nunca me tocó vivir San Valentín de novio, pero me parece que es un poco comercial. No la invitaría a comer a un restaurante ese día, mejor hacerlo cualquier otro día".
Mechi Rébola, 22 años
"Somos una pareja atípica, nos encanta hablar por teléfono"
"Estoy de novia hace un año. No somos una pareja muy típica de nuestra generación, porque por ejemplo, nos encanta hablar por teléfono. Nos conocemos de toda la vida pero nos reencontramos en el gimnasio, empezamos a hablar y nos pusimos de novios. Somos románticos. Ayer él me regaló flores, yo suelo escribir cartas pero de los dos él es el más romanticón. A veces, en chiste le dijo, me estoy empalagando. Para Navidad me regaló un libro de poemas. Eso sí, al principio si salíamos le gustaba pagar a él, pero ahora puede invitar uno u otro y no es un problema".
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