San Expedito: el “providencial” hallazgo en un altillo que generó un fenómeno popular en una iglesia de Once
Hoy es el día de San Expedito, patrono de causas justas y urgentes, y una multitud se acercó a su santuario en la parroquia Nuestra Señora de Balvanera
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La fila es extensa y serpenteante. Si fuera de una sola hilera, ocuparía unas cuatro cuadras, lo que equivale a más de una hora de espera. Pero para Mirta Cejas –72 años, chalina y saco oscuro– toda demora vale la pena. Tras cuatro horas de viaje desde su pueblo y una más de cola frente a la parroquia Nuestra Señora de Balvanera, a las 10 pasadas finalmente es su turno de ingresar al templo. Guiada por las vallas, desemboca frente a la imagen de San Expedito. Se acerca lentamente, apoya su mano derecha sobre el cristal que protege la figura y levanta la mirada hasta encontrar la del santo. Así se queda durante varios minutos, aislada de las demás personas que apoyan sus manos junto a la suya, aislada también del bullicio que genera el rezo simultáneo del Rosario de miles de personas frente al altar.
“No sé cómo explicarlo –dice, con ambas manos sobre el pecho, al salir del templo–. Lo veo y me agarra una emoción muy profunda, única. Realmente es milagroso”.
Cejas es del pueblo bonaerense de Maipú y hoy, como cada 19 de abril, viajó a Buenos Aires junto a un grupo de 42 devotos para saludar a San Expedito en su día. “Esta vez le pedí especialmente por mi salud, que anda más o menos”, dice la mujer, que pese a estar jubilada desde hace más de 10 años trabaja como niñera y cuidadora de casas para poder mantenerse.
A su lado, sobre una fuente de acero, las llamas de cientos de velas rojas y verdes flaquean con el viento otoñal, y forman un único e inmenso charco de cera. Juan, uno de los voluntarios que se ocupa de limpiar el recipiente, intenta trabajar en medio de la multitud de fieles que entran y salen de la parroquia. “Vine ayer a las 10 de la noche, antes de la misa de medianoche, y me quedo hasta hoy a las 9 de la noche. Es mi promesa con San Cayetano, lo hago a cambio de todo lo que él me da”, explica el voluntario de 35 años, proveniente de Quilmes, quien se tomó el día en el trabajo para poder participar de la celebración.
Dentro de la parroquia, un sacerdote bendice a los fieles. “Vamos a rezar todos juntos la oración a San Expedito; la tienen entera en la fotocopia que les entregaron en la entrada”, dice el padre. Pero la gran mayoría de los fieles reunidos no necesita la letra, giran en dirección a la imagen del Santo y comienzan a orar de memoria y al unísono: “Glorioso San Expedito, que intercedes en las causas justas y urgentes, ayúdame en este momento de aflicción”.
Un hallazgo imprevisto
La mayoría de quienes hoy hacen fila y rezan en el interior de la parroquia de Balvanera suelen acercarse cada 19 de abril a saludar al santo de su devoción, algunos incluso vienen los días 19 de cada mes. Lo cierto es que esta costumbre no es histórica, sino que surgió de imprevisto hace exactamente 20 años, luego de un hallazgo que Gabriela, una de las coordinadoras de la celebración, cree providencial.
“En 1994, un sacerdote de la parroquia encontró la imagen de San Expedito arrumbada en un altillo del altar mayor. El padre la sacó y la puso en el lugar donde está ahora. En ese momento el santo no era tan conocido en el país como es ahora. Y de repente, sin que nadie lo hubiera imaginado, pasó esto: la gente empezó a acercarse, ¡y eran cada vez más! Este año se cumplen 20 años del Santo en el santuario”, detalla la coordinadora.
Según afirma, la cantidad de fieles siempre fue en aumento. De todas formas, destaca, en los últimos años se vio un cambio en los hábitos de los fieles que se acercan a orar cada año el día de su fiesta patronal. “Al principio venían a la medianoche y se quedaban toda la noche, hacían fila a cualquier hora. Ahora, por la inseguridad que hay en el barrio, muchos vienen el 18 a la noche a la apertura, que tiene murga y folclore, se quedan a la misa de medianoche, se vuelven a sus casas, y después vuelven cuando ya es de día. Otros vienen directamente el 19 durante el día”, suma.
Gabriela espera que, como de costumbre, la mayor concentración de fieles ocurra después del mediodía, especialmente tras el fin del horario laboral. A las 18 tendrá lugar una peregrinación con antorchas por el barrio, que culminará a las 20 frente la parroquia, donde el Arzobispo de Buenos Aires, Jorge Ignacio García Cuerva, presidirá una misa.
Entre la extensa fila de fieles que, bajo el sol del mediodía, esperan para poder tocar al Santo, hay grupos de amigos, familias enteras, incluso matrimonios separados que eligen venir a rezar juntos por su familia. Este es el caso del comerciante Daniel Pastore y de la cuidadora Mariana Gutiérrez, de 59 y 56 años, separados desde hace 25 años. “A San Expedito venimos juntos desde hace 10 años. Siempre le agradecemos y le pedimos por las distintas cosas que nos van pasando. Más que nada, le damos gracias por nuestra familia, por la salud y el trabajo”, cuenta Pastore.
El hombre tiene tatuada en la pantorrilla la imagen de San Expedito. “Fue parte de una promesa que le hice hace unos años. Le pedí algo, me lo cumplió, y decidí tatuarme”, explica.
La mayoría de los fieles entrevistados por LA NACION dicen haberse acercado para agradecer por la salud o para hacer un pedido por alguien más. También muchos mencionaron situaciones de desempleo de algún familiar.
Maribel Rosales –33 años, empleada administrativa– es católica, aunque no se define como practicante porque no suele ir a misa los domingos. En cambio, los 19 de cada mes visita la parroquia de Nuestra Señora de Balvanera, que hoy es conocida como el Santuario de San Expedito, para orar. “Mi abuela me hizo devota. Cuando yo era chica, íbamos a un santuario que había en Lanús. Cuando me mudé a Capital, hace unos años, empecé a venir para acá. Mi abuela ya está muy grande, yo rezo por ella y le llevo estampitas”, cuenta la joven, vecina de San Telmo, que está en la fila hace más de 40 minutos. Al igual que muchos otros devotos presentes hoy en el santuario, pidió tomarse medio día laboral para poder venir.
“Es la primera vez que vengo –cuenta, también desde la fila, la jubilada Graciela Aspitia, quien, al igual que Cejas, vino en colectivo desde Maipú junto a un grupo de devotos–. Uno piensa en la cantidad de cosas malas que están pasando acá y en el mundo, las guerras, el trabajo infantil. Yo lo que le pido a San Expedito es que nos ayude. Me sorprendí mucho con mi experiencia acá. Llegué, lo vi y sentí esperanza de que me está escuchando”,
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