El esqueleto del San Bernardo Stadium todavía está ahí, en el kilómetro 344 de la ruta 11, partido de La Costa. Ya no hay peleas por el título del mundo y, por el momento, no se volverán a presentar La Renga o Los Pericos. Tampoco está previsto otro show de baile de Maximiliano Guerra. Caminar hasta el estadio a través del predio de 36 hectáreas es como adentrarse en el parque jurásico de Steven Spielberg: el pasto está crecido, las paredes pintarrajeadas y sobre el caparazón metálico, que alguna vez fue un techo retráctil, ahora hay enormes nidos de varias generaciones de pájaros que sobrevuelan el lugar.
"Era como un plato volador", dice Horacio De Bari, de 60 años. Él construyó esa rareza en los 90´, lo terminó en 1996 y funcionó hasta 1999. Era una especie de Luna Park con un diseño de vanguardia, en medio de una ciudad balnearia que solo tenía algunos teatros y cines, donde en verano se hacían shows de poca monta y que luego el invierno se encargaba de despojarla de todos sus visitantes ocasionales. "En ese momento no se estilaba hacer estudios de mercado, se hacía lo que uno sentía en la piel", explica De Bari mientras roza su brazo con el dedo índice.
"Yo hice el primer hotel cuatro estrellas de San Bernardo, que fue el Seaboard Hotel. A partir de ese proyecto muchos artistas se alojaron en el hotel, pero no daban ningún espectáculo en la costa. Empecé a preguntar por qué y me decían que los lugares disponibles eran muy chicos y nadie les podía pagar el caché. Yo era amigo de Sandro, él se alojaba en el Seaboard, y a partir de ahí decidí hacer un lugar para poder albergar una mayor cantidad de gente, para que se puedan hacer shows importantes. En el estadio, si el público también ocupaba la arena, podíamos meter a 14.000 personas, si solo usábamos las gradas, 10.500", dice De Bari.
De Bari nació en Lanús, pero asegura que siempre tuvo mucho cariño por la costa. De hecho, su empresa hizo varios edificios importantes en San Bernardo y él fue presidente de la sociedad de fomento de esa ciudad. "Lo construí en 11 meses, ahí bailó Guerra, tocaron Los Pericos, también La Renga, que se presentaron el mismo día que mataron a José Luis Cabezas. Estuvo el Ballet de Chile, importantes peleas de boxeo y hasta congresos científicos. El lugar estaba en armonía con ese nivel de shows. Era una maravilla, el techo era de gajos retráctiles y se refrigeraba con un sistema por goteo que bajaba hasta ocho grados la temperatura".
"Yo inauguré ese lugar, cuando aún no estaba del todo terminado", dice Maximiliano Guerra a LA NACION, y continúa: "Ahí hicimos el estreno de Con gloria morir, que tenía música de Serú Girán y terminaba con la versión del himno de Charly. Eso lo hicimos con bailarines del Colón, como Hernán Piquín, Alejandro Parente, Karina Olmedo, entre otros".
Guerra recuerda el estadio y hace la misma comparación que De Bari: "Era como un plato volador, un lugar espectacular. Me acuerdo de la noche del show, la cantidad de autos que había era impresionante, venían de todos lados. El estadio tenía una acústica muy interesante y se veía bien desde cualquier asiento. San Bernardo no es un lugar típico donde uno va a hacer un show así, por eso creo que ese estadio iba a beneficiar a esa ciudad y a las que están cerca de ahí. Pero a los privados el Estado los tiene que apoyar en este tipo de proyectos, sino los privados son muy frágiles en algún punto".
Las peleas en el Madison Square Garden no hubieran sido lo mismo sin la voz del histórico presentador Michael Buffer. Y cundo de voces se trata, para el boxeo argentino la de Osvaldo Principi relatando es casi la marca registrada de las grandes ligas de ese deporte a nivel nacional.
Él también estuvo ahí, y este es su recuerdo: "Peleaban Dario Mattioni contra Giuseppe Ferrazo. Me acuerdo que tenía una cúpula muy grande, pero no la llegaron a terminar. Creo que ese estadio se prendió fuego. Yo transmití esa pelea por TyC Sports. Es como un estadio que no fue. Nunca supe quiénes fueron los dueños. Eso es lo que recuerdo de la pelea que relaté".
Aunque De Bari niega esa versión. Según él, ahí no hubo fuego, sino un saqueo. "Me dejaron solo. En 1999 tuve el primer robo de los grupos electrógenos, que eran unos traídos de Alemania, muy caros. Eso pasó tres veces hasta que el seguro me dejó de cubrir. Cada robo fue denunciado, tengo 41 denuncias en policías locales. A los privados no nos protegieron y este era un caso único porque, en general, los estadios se hacen con una participación del Estado. El estadio fue declarado de interés municipal porque todos se querían subir al tren, pero después no me cuidaron".
Incluso De Bari había pedido un crédito del Banco Provincia para la construcción del estadio, préstamo que dejó de pagar para "meterlos a ellos en el quilombo", y que lo ayudaran a solucionar el problema de los robos. "Eso no dio resultado y cuando me dijeron que lo iban a rematar, fui y pagué. También contraté a una empresa de seguridad, pero amenazaron a los cuidadores. Luego me enteré que a los generadores los desguazaban en un depósito de chatarra cerca del estadio. Había una zona liberada":
La inversión fue de 3.637.000 dólares. "Y valió eso porque yo me dedico a la construcción, si no valía 7.000.000", asegura De Bari. Para él fue un gran golpe emocional ver cómo el estadio iba perdiendo su esplendor. Se separó de su socio de toda la vida y se enfocó en hacer emprendimientos en Estados Unidos.
Sin embargo, todavía conserva la esperanza de poder reconstruirlo con la ambición de quitarle a San Bernardo la cuestión estacional, y poder hacer congresos y espectáculos que le den vida a la ciudad durante todo el año.
"Yo a Cristian Cardozo, actual intendente del partido de La Costa, lo conozco desde chico y nos hemos reunido incluso antes de que sea electo. Él tiene buenas ideas y proyectos, y me habló de hacer algo en conjunto para poner el estadio en valor. Hay que modernizarlo, nada más. Hace poco vinieron unos técnicos y dijeron que la estructura está impecable", explica De Bari.
LA NACION consultó a Cardozo sobre sus planes para el futuro del estadio: "Es mi deseo y sueño recuperar el estadio, vamos a hacer el mayor esfuerzo para lograrlo. Soy un convencido de que los sueños que nos propongamos en comunidad, si todos ponemos un poquito, los vamos a alcanzar. En este periodo me propuse trabajar para romper la estacionalidad a través de diferentes herramientas, una de ellas son los congresos y convenciones. En este sentido, recuperar el estadio sería importante".
El gigante sigue ahí, a la espera de que alguien lo vuelva a vestir con pintura fresca y le coloquen los gajos retráctiles de su techo, que lo convertían en un lugar único. Ya pasaron más de 20 años desde que terminó la época dorada del San Bernardo Stadium. "Yo no fracasé. Proyecté el estadio, lo construí y funcionó", concluye De Bari, que sueña con volver a sentarse en las gradas.
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