Cadáveres de distintas especies flotando en el río se convirtieron en una postal habitual; un estudio científico comprobó el grave deterioro de las aguas en las que algunos turistas todavía se bañan; dos localidades que exigen respuestas y un frigorífico en la mira
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SAN ANTONIO DE ARECO.- Decenas de cadáveres de sábalos pasan flotando y se acumulan a la vera del río, sobre la costa de San Antonio de Areco. El número no es común. Tampoco es habitual la manera en que se comportan los peces que, por ahora, sobreviven: casi inmóviles, se aglutinan y forman grandes cardúmenes sobre la superficie, junto al icónico Puente Viejo de esta ciudad turística.
“Cuando se ubican así es porque les falta oxígeno; en las capas superiores del agua es donde más oxígeno hay”, explica el biólogo y vecino Nahuel Pallitto, mientras recorre la costa. La situación se repite, y la gravedad se triplica, en Carmen de Areco, a 40 kilómetros. Se hace especialmente visible en el balneario municipal, área declarada como Parque Ambiental. Allí, vecinos recuerdan con nostalgia los veranos en los que hacían clavados en el río, pescaban y organizaban campeonatos de nado y kayak, mientras observan con preocupación el lecho que hoy huele a pescado podrido y que hace años ya no disfrutan.
“A veces, especialmente en verano, el olor es insoportable. Este año, por la mortandad de peces, se suspendieron dos fiestas de 15 que iban a celebrarse en el salón del balneario”, comenta el vecino carmeño Lucas Larroque, de 38 años, que vive en el pueblo desde que nació. Por este mismo motivo, también se cancelaron los dos últimos torneos de pesca con devolución del club local, previstos para fines de 2023 y principios de 2024.
La mortandad de peces no es un fenómeno nuevo en el río Areco. Los vecinos aseguran que comenzó hace unos 10 años. Pero, en los últimos meses, la problemática se ha vuelto más frecuente y brutal. En lo que va del año, los vecinos de Carmen de Areco ya contabilizaron cuatro episodios.
En las últimas dos temporadas de verano, a las muertes de peces se sumó la presencia de mantos verdes fluorescentes de cianobacterias, microorganismos que se nutren de la materia orgánica alojada en el agua. Y, así como los pobladores dejaron de bañarse en el lugar y los grupos de pescadores de las dos localidades comenzaron a desplazarse a otros ríos, cada vez más vecinos empezaron a unirse al reclamo ambientalista.
Informe con conclusiones “alarmantes”
En Carmen de Areco, el grupo Somos el Río ha logrado en los últimos meses que la autoridad provincial decrete la clausura parcial provisoria de un frigorífico que, según se ratificó en las inspecciones gubernamentales, no realiza el tratamiento de sus desechos antes de volcarlos al agua. Sin embargo, esta medida no se concretó.
El reclamo vecinal se valió de un estudio científico reciente que echa luz sobre la situación de la cuenca. Dirigido por la doctora en biología Carolina Aronzon, especialista en ecotoxicología, y realizado en forma conjunta por el Conicet y la Universidad de San Martín, el informe analizó la calidad del agua y su composición en ocho puntos diferentes del río. Los resultados fueron descriptos por los investigadores como “alarmantes”.
Para medir la toxicidad del efluente, las ocho muestras de agua fueron colocadas en peceras y, en cada una de ellas, introdujeron una decena de renacuajos. De las ocho muestras, en cinco se evidenció la letalidad de los animales “en tiempo agudo”. La mayor mortalidad se registró en el agua extraída de la desembocadura del arroyo Tatay, río abajo de donde se vuelcan los efluentes del frigorífico denunciado, de la firma Bajo Cero S.A. “Los primeros minutos de exposición causaron el 100% de letalidad en las larvas”, se lee en el informe.
Las autoridades municipales y provinciales pudieron confirmar en las dos inspecciones realizadas en diciembre pasado que la empresa no tenía “ningún tipo de tratamiento que permitiera sanear los efluentes previos al vuelco final” y que “no acreditó transporte de los residuos generados”, lo que llevó a una clausura preventiva parcial del establecimiento. Sin embargo, hoy funciona por haberse adherido al Programa de Gestión de Efluentes Líquidos con Fortalecimiento Industrial del Ministerio de Ambiente, con el compromiso de crear una unidad de separación de fases (líquidos-sólidos) y una playa de compostado para el tratamiento de residuos cadavéricos, según informó la autoridad ambiental de la provincia de Buenos Aires.
Pero el deterioro de las aguas no se reduce al accionar de esta empresa, destacan los investigadores. Entre otros factores contaminantes, incluyen la saturación de una planta de tratamiento de residuos municipales, los restos de otros frigoríficos y mataderos de la zona y un basural ubicado sobre la costa del río, además de los desechos de la actividad agrícola que linda con la cuenca.
“El río se volvió una trampa mortal”
En el estudio también se observó alta letalidad de larvas en la muestra tomada río abajo, a la altura del balneario y camping municipal de Carmen de Areco, donde hoy se pueden ver centenares de peces muertos. “Antes las mortandades ocurrían una vez por año, pero cada vez son más seguidas”, detalla el vecino y comerciante Fernando Silvestri, de 50 años.
En primavera y verano, distintas especies del Paraná suelen trasladarse al río Areco para desovar, con un desenlace preocupante. “El río se volvió una trampa mortal: por la contaminación se mueren tanto los huevos como los peces”, aporta Larroque.
El último pico de letalidad comenzó hace tres semanas, dos días después de que los vecinos comenzaran a ver una capa blanca translúcida sobre la superficie, destaca Natacha Schanwarzkoff, docente y líder de Somos el Río. “Me avisaron sobre este agua blanca que llegaba del Tatay, donde desagota el frigorífico, y a los dos días empezaron a morir los peces. Es grasa animal”, denuncia la vecina, que vive en el pueblo hace cinco años y empezó a comprometerse con la causa a partir de la inquietud de sus alumnos.
Sin oxígeno en el agua
“La realidad es que nadie sabe con certeza la razón concreta de la mortandad. Pero cuando nosotros vamos al río Areco y medimos el agua, el oxígeno siempre es muy bajo”, afirma Aronzon. Sobre los posibles causantes de los niveles bajos de oxígeno, explica: “Los microorganismos descomponen la materia orgánica y, para poder comerla, consumen oxígeno, por lo tanto, sacan el oxígeno disponible en el agua. Entonces, si de repente tenés un crecimiento de estos microorganismos por el calor o porque tenés más materia orgánica, eso te va a bajar aún más el oxígeno disuelto, y puede provocar la mortandad de peces”.
Los análisis de componentes de las muestras revelaron niveles de nitrito, amonio y fosfato que superan los máximos permitidos. También hallaron metales (manganeso, zinc, cobre, cromo y hierro) en concentraciones que exceden el nivel guía de protección de vida acuática. El estudio además encontró en los diferentes puntos estudiados más de una veintena de plaguicidas, entre ellos, uno prohibido por el Gobierno nacional.
“La situación es preocupante -sigue Aronzon-. Debería empezar a tomarse conciencia. Obviamente no es un caso perdido, pero hay que accionar, repensar cómo se hacen las actividades en torno al río. En una primera instancia, por lo menos, el control y la supervisión de las actividades: qué se tira en el río, de qué forma se tira, si las empresas tienen plantas de tratamiento y si están en funcionamiento”.
LA NACION intentó comunicarse en reiteradas ocasiones con el frigorífico señalado, pero no respondió las consultas. En tanto, el secretario de Ambiente de Carmen de Areco, Cristian Mussio, mencionó, en diálogo con este medio, algunos detalles sobre la situación del establecimiento: “Sigue con clausura parcial, pero, hasta donde sabemos, sigue funcionando y está con prórroga con la Autoridad del Agua y con el Ministerio de Ambiente para cumplimentar lo que es el tratamiento previo al vuelco. La empresa no tiene ningún tipo de pileta de tratamiento, no hay ningún proceso de nada”. Respecto de los responsables del frigorífico, señaló: “El rumor bastante fuerte que empezó a circular es que hace unos 15 días la empresa cambió de firma, pero aún no me han presentado nada”.
El funcionario aseguró que en las inspecciones de este año notaron cambios: “Hubo una mejora en la disposición de los animales muertos. En una etapa, el año pasado, nos encontramos con un pozo donde tiraban todo tipo de residuos, desde un neumático hasta una jeringa de vacuna o restos de chanchos”.
Desde San Antonio de Areco piden soluciones a las autoridades vecinas. Su jefe de Gabinete, Miguel Amadeo, plantea: “En nuestro distrito, aguas arriba, no tenemos empresas habilitadas que vuelquen efluentes al río. Hemos mandado notas al municipio de Carmen de Areco para que se controlen los residuos de sus empresas, lo hicimos también a través de la Autoridad del Agua de la provincia, pero no obtuvimos respuestas”.
Sin embargo, los vecinos de San Antonio de Areco que forman la Asamblea Socioambiental afirman que parte de la contaminación del agua del río también está relacionada con la saturación de la planta de tratamiento de residuos cloacales de esta ciudad, donde existen no solo desechos domésticos, sino también residuos industriales de distintas empresas, en su mayoría, pertenecientes al frigorífico San Antonio de Areco.
Sobre esta planta de tratamiento, Amadeo explicó que trabaja a concesión, operada por la empresa privada Sanear, que “funciona, pero está muy justa”. A su vez, señaló que el proyecto que existía para ampliarla, en acuerdo con el Banco Interamericano de Desarrollo, quedó trunco con el cambio de gobierno nacional.
“Los turistas se bañan igual en el río”
Larroque cuenta que él, sus hermanos y amigos se criaron en el río. “Todos nos metíamos. Antes tenía mucha más profundidad, nos tirábamos de clavado, hacíamos competencias de kayak y de pesca. Hace como 10 años que no me meto”, relata el vecino. En primavera y verano siguen llegando visitantes de manera masiva, en su mayoría turistas de otros municipios sin costa. “En diciembre venían a pescar y se llevaban tres o cuatro conservadoras llenas de pescado para vender en Arrecifes”, indica. Se suma Sebastián, también miembro de Somos el Río, que comenta que una familia llegó hacer 25 días y se llevó grandes cantidades de peces. Un par de días después, se dio el último episodio de muertes masivas de especies.
La costumbre de visitantes de otros municipios que hacen uso del río se replica en San Antonio de Areco. “Los turistas se meten igual. Los fines de semana se llena, vienen de barrios marginales de la provincia, llegan en colectivos. En verano se metían a pesar de las cianobacterias”, cuenta el docente de literatura Emanuel Arriva, que trabaja como guardavidas del balneario municipal. “Han venido europeos que ven a la gente bañándose y me preguntan si se pueden meter”, comenta. La respuesta se torna evidente.
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